Apela a estar “preparados” y disponer de toda la información porque es “inevitable” que haya más erupciones en Canarias
SANTA CRUZ DE LA PALMA, 20 (EUROPA PRESS)
El sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Itahiza Domínguez, rememora la erupción volcánica de Cumbre Vieja cuando se cumple su primer aniversario, especialmente “lo rápido que fue todo” y su destrucción.
“En una semana pasamos de la nada a una erupción”, comenta en una entrevista concedida a Europa Press en la que señala que se pasó a una actividad sísmica y una deformación “muy rápida” que quizás les sorprendió porque el último precedente en Canarias, la emisión submarina de El Hierro, tuvo una crisis eruptiva de unos tres meses y en Tenerife, por ejemplo, se tardan años.
“Encontrarnos con una crisis de una semana y encontrarnos con una erupción nos impactó”, subraya.
Sobre el papel, apunta, sabían que la erupción era fisural, de tipo estromboliano, que iba a formar un cono y una gran nube de ceniza pero sobre el terreno “cada día o cada pocos días te salía con algo nuevo”.
Itahiza reconoce, por ejemplo, que le “impactó” la altura y emisión de ceniza y la “destrucción” sobre el territorio. “Uno no está acostumbrado porque en erupciones recientes no había pasado algo así, me impactó en aquel momento y sigue siendo impactante a posteriori”, comenta.
Afirma que no fue un volcán muy explosivo, solo al comienzo y al final, pero fue una “erupción larga” en la que se generó “mucho material” y mucha destrucción –el volcán más dañino en los últimos 500 años en La Palma–, si bien la de El Hierro aún fue mayor.
Otro de los aspectos más destacados del nuevo volcán fue su sonido que era “bastante impresionante”, incluso a varios kilómetros de distancia.
Insiste en que no se sabe exactamente “qué va a hacer el volcán antes de la erupción” porque hay casos en los que genera sismicidad y después no entra en erupción por lo que aunque “parecía que la probabilidad era mayor, tener la certeza era imposible”.
De hecho indica que las erupciones históricas en La Palma comienzan precedidas de un terremoto muy fuerte “y aquí no se produjo”.
Al igual que el resto de científicos, deja claro que “no se puede descartar” que haya reactivaciones del volcán pues en El Hierro hubo hasta seis en dos años pero entiende que “las probabilidades son bajísimas”.
En esa línea indica que desde el IGN van a “seguir vigilando igual” y si “ocurre algo” se verá con prontitud.
De hecho apunta que la actividad sísmica “ha sido un poquito mayor en el último mes y medio” pero “es muy leve”, con unos diez terremotos al día y casi siempre inferiores a magnitud dos, algo que vincula al enfriamiento del magma que queda bajo la superficie.
Cree que habrá ascensos y descensos de sismicidad “durante años” y cierra la puerta a que la actividad actual responda a un nuevo aporte de magma que, en todo caso y si así fuera, tampoco tiene que desembocar en una erupción.
“Ahora mismo no hay nada que lo indique pero hay que ser cauto porque en la ciencia los absolutos no funcionan salvo en casos determinados. Para nosotros la vigilancia no ha acabado”, comenta.
NO SE POSICIONA CON EL NOMBRE: “PARA NOSOTROS DA LO MISMO”
Sobre el nombre del volcán –popularmente se le ha empezado a llamar Tajogaite– destaca que al IGN le compete su nomenclatura científica “y dar fe” del fenómeno pero “no pone nombre a nada”. “Para nosotros da lo mismo, nosotros lo llamamos erupción de La Palma, no lo llamarnos de Cumbre Vieja porque es una zona muy amplia”, ha señalado.
De hecho subraya que en los artículos científicos nombran al volcán como ‘erupción de La Palma’ hasta que no haya nombre oficial.
Acerca de la presencia de gases tóxicos en Puerto Naos y La Bombilla –cerrados a la población– señala que “no hay manera de saber cuánto tiempo va a desgasificar” y por ahora, la competencia del instituto es medir el riesgo y coordinarse con las autoridades sanitarias.
Cara al futuro, Itahiza considera que la erupción de La Palma “tiene que servir para la gente esté más preparada y que se informen más” porque la erupción submarina de El Hierro, por ejemplo, tuvo una gran afección económica pero en la de Cumbre Vieja hubo destrucción de casas o carreteras e incluso el aeropuerto dejó de estar inoperativo.
Insiste en que “algún día habrá otra erupción, es inevitable”, ya sea Tenerife, La Palma o El Hierro dado que en el resto de las islas es muy improbable y no se sabe si será en diez o cien años.
“No lo podemos saber, hay que estar preparados para ello. Nosotros nos preparamos cada vez más, esta erupción nos va a servir para aprender y para aplicar en la siguiente erupción, mejorar sistemas automáticos y tener una respuesta más rápida en los procesos, ser más precisos”, detalla.
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