MADRID, 29 (SERVIMEDIA)
Nadar durante tres minutos después de trabajar el vocabulario y combinar la narración de un cuento con movimientos corporales han demostrado mejoras inmediatas de los trastornos del desarrollo del lenguaje (TDL), que afectan aproximadamente al 7% de los niños en edad escolar, según investigaciones internacionales.
Estas dificultades, que van desde problemas de pronunciación hasta trastornos más complejos, como el trastorno específico del lenguaje (TEL), tienen impacto en la vida académica y social de los menores. Actividades como caminar o nadar generan cambios neurofisiológicos que mejoran funciones cognitivas clave para el desarrollo del lenguaje, lo que favorece la retención de palabras y la resolución de problemas desde las primeras sesiones de actividad.
“El ejercicio físico tiene un impacto neurofisiológico directo, ya que promueve el flujo sanguíneo cerebral y la formación de sinapsis, lo que favorece el aprendizaje y las funciones cognitivas”, explicó Llorenç Andreu, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del eHealth Center.
Según Andreu, “la actividad aeróbica tiene un impacto directo en el cerebro, puesto que fomenta el desarrollo de conexiones neuronales nuevas y mejora la plasticidad cerebral”. Estos cambios facilitan la atención, la memoria y el aprendizaje de palabras nuevas, habilidades esenciales para las personas con trastornos del lenguaje. Aunque los estudios específicos sobre esta población son limitados, los beneficios en les funciones cognitivas generales están ampliamente documentados.
“El tipo de ejercicio tiene impactos diferentes en las funciones cognitivas”, añadió. Las actividades aeróbicas “están asociadas con mejoras en la atención, la resolución de problemas y la función ejecutiva”, señaló.
El catedrático de la UOC recalcó que estudios recientes muestran mejoras en la atención y el aprendizaje desde el primer momento en niños que hacen ejercicio aeróbico regularmente. Aunque la mayoría de las investigaciones se centran en menores, los beneficios del ejercicio físico también se observan en adultos, en cuyo caso ayuda a reforzar la atención y las funciones cognitivas. “Los estudios no indican una pauta terapéutica específica para la actividad física”, señaló Andreu, “pero hacer ejercicio aeróbico moderado entre tres y cinco días a la semana sería muy adecuado”.
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