MADRID, 03 (SERVIMEDIA)
Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han desarrollado un método escalable para producir nanoflores de óxido de hierro que son capaces de extraer y degradar microplásticos provenientes de cosméticos en agua.
Así lo anunció este martes el CSIC en un comunicado en el que explicó que el proceso, que ha sido publicado en la revista ‘Chemical Engineering Journal’, supone un “avance” en las técnicas de descontaminación de aguas para que éstas sean “más verdes y energéticamente eficientes”.
A este respecto, el investigador del ICMM-CSIC y uno de los autores principales del trabajo, Álvaro Gallo-Córdova, puntualizó que, “actualmente, en las plantas de tratamiento de residuos se usan procesos muy macro y muy costosos”.
Según el CSIC, es ahí donde esta investigación “incide”, al trabajar en la escala de los nanómetros, la millonésima parte de un milímetro, con procesos que son “mucho más eficientes”, dado que, según el científico, sus partículas “se producen por métodos verdes y, además, se pueden reutilizar”.
En concreto, este trabajo usa nanopartículas de óxido de hierro en forma de nanoflores y el investigador advirtió de que la forma “es muy importante”, dado que, cuando el óxido de hierro, un material magnético y con un área superficial elevada que permite atrapar muchos contaminantes de una vez, está en forma de nanoflores, “tiene un comportamiento magnético cooperativo”.
“Es decir, se trata de partículas con varios núcleos que cooperan para aumentar y mejorar sus propiedades magnéticas”, agregó.
PROCESO
La eliminación de los microplásticos con estas nanoflores se produce en dos etapas. Primero, éstas se colocan sobre los microplásticos y se adhieren a ellos “en cuestión de cinco minutos”, según el experto, que matizó que, con ello, se consigue que los microplásticos “se vuelvan magnéticos” y, a continuación, los retiran del agua con un imán.
“Esto ya es un avance importante, pero en nuestro grupo hemos querido ir más allá: eliminarlo completamente”, apostilló.
De este modo, una vez el microplástico está fuera del agua, lo hidrolizan, en un proceso por el que las partículas del plástico se rompen en pequeñas moléculas, y, después, con estas mismas nanoflores, producen radicales libres.
“Esos radicales son especies muy reactivas que degradan los contaminantes orgánicos”, indicó el investigador, al tiempo que apuntó que, “lo que obtienes después del proceso es solo CO2 y agua”.
Todo este proceso, además, se produce a bajas temperaturas, puesto que las nanoflores se calientan en presencia de campos magnéticos alternos y su calentamiento, según el científico, “es suficiente para llevar a cabo la reacción de degradación de los contaminantes sin que tengamos que calentar el agua”.
DOBLE AHORRO ENERGÉTICO
Para el CSIC, esto tiene un doble ahorro energético, dado que no tienen que calentar esa agua, ya que actualmente estos procesos se desarrollan a 90ºC., y tampoco tienen que enfriarla después para devolverla a la naturaleza.
“Eliminamos un contaminante en un solo proceso, lo que es más rápido que los procesos actuales. A nivel industrial esto resulta bastante interesante”, celebró el investigador.
Por su parte, la también investigadora del ICMM-CSIC y autora del estudio Puerto Morales coincidió en que estos hallazgos “representan un avance notable”. “Hemos escalado la producción de estas nanopartículas a nivel de gramos y hemos reducido los costes a la mitad, por lo que una mayor escalabilidad industrial conllevará un mayor ahorro económico”, concluyó.
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