MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
Un equipo de científicos ha identificado los primeros fósiles de dos géneros de insectos acuáticos actualmente extintos en Nueva Zelanda, pero presentes actualmente en islas remotas del hemisferio sur, lo que resalta la vulnerabilidad de la fauna de agua dulce a los cambios ambientales.
La investigación fue liderada desde la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y contó con la participación de instituciones de Alemania y Nueva Zelanda. El trabajo está publicado en la revista ‘PeerJ’.
En concreto, el análisis de 13 especímenes de ‘Chironomidae’ (mosquitos que no pican) hallados en el ámbar de la formación de Pomahaka, ha revelado la presencia de insectos de la subfamilia ‘Orthocladiinae Kieffer’.
Estos registros proceden del Oligoceno tardío, de hace aproximadamente 26 millones de años. Durante esta época, el antiguo continente de Zelandia estuvo en su mayor parte sumergido bajo el mar, por lo que existen muy pocos registros fósiles en ámbar.
Entre los hallazgos más relevantes destaca la identificación de ‘Bryophaenocladius zealandiae’, la primera especie fósil de este género descubierta en el hemisferio sur, que ya no está presente en la fauna actual de Nueva Zelanda, pero que puede que se encuentre en las remotas islas subantárticas de Auckland.
Una segunda especie encontrada (‘Pterosis extinctus’) supone el primer registro fósil del género existente ‘Pterosis Sublette y Wirth’, hoy representado por una única especie endémica en las islas de Auckland y la isla Cambell.
ESPECÍMENES INCOMPLETOS
Además, el equipo científico ha encontrado en el ámbar especímenes incompletos correspondientes a los morfotipos de ‘Bryophaenocladius’ y ‘Metriocnemini’.
“Dado que el país cuenta con pocos fósiles de este periodo, estos hallazgos son clave para comprender la historia de Nueva Zelanda como una región biogeográfica única”, indica Viktor Baranov, investigador de la Estación Biológica de Doñana y primer autor del estudio.
Estos nuevos fósiles pertenecen a animales que requieren hábitats terrestres o semiacuáticos para su desarrollo larvario, lo cual apoya la teoría de la existencia hace 25 millones de años de un ambiente de bosque pantanoso húmedo en el sur de Nueva Zelanda.
Más allá del impacto científico, estos hallazgos tienen implicaciones medioambientales significativas. La desaparición en una región de todo un género de insectos acuáticos, que está ampliamente distribuido en el mundo, resalta la vulnerabilidad de la fauna de agua dulce a los cambios ambientales.
“Curiosamente, estos dos géneros que hemos descubierto en el ámbar de Pomahaka, están en la actualidad ausentes de la fauna de las islas principales de Nueva Zelanda, pero ambos aún sobreviven en las islas de Auckland Island y Motu Maha, situadas hacia el sur”, señala Baranov.
Comprender los mecanismos de extinción de estos organismos es crucial, ya que los organismos de agua dulce son el grupo más amenazado por la actual crisis de biodiversidad.
“Teniendo en cuenta el gran valor económico, recreativo e intrínseco de los animales que viven en agua dulce, comprender y detener su extinción tiene un gran valor social”, concluye Baranov.
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