MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Universidad de Yale en New Haven (EEUU) han identificado áreas cerebrales específicas en la región parietal dorsal del cerebro asociadas con la sintomatología social del autismo, gracias a una tecnología innovadora que permite obtener imágenes de dos personas en condiciones naturales y en vivo.
El estudio, publicado en la revista ‘PLOS ONE’, encuentra que estas respuestas neuronales al contacto directo con la cara y los ojos pueden proporcionar un índice biológico relevante para la clasificación clínica y la evaluación del autismo.
Una característica común del trastorno del espectro autista, ASD, es la reducción del contacto visual con los demás en condiciones naturales. Aunque el contacto visual es una parte críticamente importante de las interacciones cotidianas, los científicos se han visto limitados en el estudio de la base neurológica de la interacción social en vivo con el contacto visual en los TEA debido a la incapacidad de obtener imágenes del cerebro de dos personas simultáneamente.
“Nuestros cerebros están hambrientos de información sobre otras personas, y necesitamos comprender cómo funcionan estos mecanismos sociales en el contexto de un mundo real e interactivo tanto en individuos típicamente desarrollados como en individuos con TEA”, han señalado Joy Hirsch, del Elizabeth Mears and House Jameson Professor of Psychiatry and Professor of Comparative Medicine and of Neuroscienc, y coautora del estudio.
El equipo de Yale, dirigido por Hirsch y James McPartland, profesor Harris en el Yale Child Study Center, analizó la actividad cerebral durante breves interacciones sociales entre pares de adultos, cada uno de los cuales incluía un participante típico y uno con TEA, utilizando espectroscopia funcional de infrarrojo cercano, un método de neuroimagen óptica no invasivo.
A ambos participantes se les colocaron gorras con muchos sensores que emitían luz en el cerebro y también registraron cambios en las señales de luz con información sobre la actividad cerebral durante la mirada a la cara y el contacto visual.
Los investigadores encontraron que durante el contacto visual, los participantes con TEA tenían una actividad significativamente reducida en una región del cerebro llamada corteza parietal dorsal en comparación con aquellos sin TEA. Además, las características sociales del TEA, medidas por las puntuaciones ADOS, se asociaron con la actividad en esta región del cerebro. La actividad neuronal en estas regiones fue sincrónica entre los participantes típicos durante el contacto visual real, pero no durante la mirada a una cara de video. Este aumento esperado en el acoplamiento neuronal no se observó en ASD y es consistente con las diferencias en las interacciones sociales.
“Ahora no solo tenemos una mejor comprensión de la neurobiología del autismo y las diferencias sociales, sino también de los mecanismos neuronales subyacentes que impulsan las conexiones sociales típicas”, ha señalado Hirsch.
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