MADRID, 07 (SERVIMEDIA)
Un equipo internacional de científicos ha descubierto el ADN más antiguo del mundo en 41 muestras de arcilla y cuarzo del norte de Groenlandia, los cuales datan de hace dos millones de años, un millón más antiguos que el anterior registro de ADN detectado en un hueso de mamut siberiano.
Así se explica en un estudio realizado por 40 investigadores pertenecientes a instituciones de Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Noruega, Reino Unido, Rusia o Suecia, y publicado este miércoles en la revista ‘Nature’.
Los autores encontraron fragmentos microscópicos de ADN ambiental en sedimentos de la Edad de Hielo en el norte de Groenlandia. Usando tecnología de punta, descubrieron que son un millón de años más antiguos que el registro anterior de ADN más longevo, hallado en un hueso de mamut de Siberia.
El ADN antiguo se ha utilizado para mapear un ecosistema de dos millones de años que resistió el cambio climático extremo. Los investigadores esperan que este hallazgo pueda ayudar a predecir el coste ambiental a largo plazo del actual calentamiento global.
“Finalmente, se ha abierto un nuevo capítulo que abarca un millón de años adicionales de historia y, por primera vez, podemos mirar directamente el ADN de un ecosistema pasado tan atrás en el tiempo”, indica Eske Willerslev, del St John’s College de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y director del Centro de Geogenética de la Fundación Lundbeck en la Universidad de Copenhague (Dinamarca).
Willerslev añade al respecto: “El ADN puede degradarse rápidamente, pero hemos demostrado que, en las circunstancias adecuadas, ahora podemos retroceder más en el tiempo de lo que nadie podría haberse atrevido a imaginar”.
Kurt H. Kjaer, geólogo de la Universidad de Copenhague, señala que “las antiguas muestras de ADN se encontraron enterradas profundamente en sedimentos que se habían acumulado durante 20.000 años”. “El sedimento finalmente se conservó en hielo o permafrost y, lo que es más importante, los humanos no lo perturbaron durante dos millones de años”, apostilla.
DEPÓSITO DE CASI 100 METROS
Las muestras incompletas, de unas pocas millonésimas de milímetro de largo, se tomaron de la Formación Kap Kobenhavn, un depósito de sedimentos de casi 100 metros de espesor escondido en la boca de un fiordo en el océano Ártico y en el punto más septentrional de Groenlandia. El clima en Groenlandia en ese momento variaba entre ártico y templado, y era entre 10 y 17 grados más cálido que Groenlandia en la actualidad. El sedimento se acumuló metro a metro en una bahía poco profunda.
Los científicos descubrieron evidencias de animales, plantas y microorganismos, incluidos renos, liebres, abedules y álamos. Incluso encontraron que el mastodón, un mamífero de la Edad de Hielo, deambuló hasta Groenlandia antes de extinguirse más tarde. Anteriormente se pensaba que el rango de los animales parecidos a elefantes no se extendía tan lejos como Groenlandia desde sus orígenes conocidos de América del Norte y Central.
El trabajo detectivesco de 40 investigadores desveló los secretos de los fragmentos de ADN. El proceso fue laborioso: primero necesitaban establecer si había ADN escondido en la arcilla y el cuarzo y, si lo había, ¿podrían separar con éxito el ADN del sedimento para examinarlo? La respuesta fue finalmente afirmativa. Después, compararon cada fragmento de ADN con extensas bibliotecas de ADN recolectadas de animales, plantas y microorganismos actuales, y empezó a surgir una imagen del ADN de árboles, arbustos, pájaros, animales y microorganismos.
Algunos de los fragmentos de ADN eran fáciles de clasificar como predecesores de las especies actuales, otros solo podían vincularse a nivel de género y algunos se originaron a partir de especies imposibles de ubicar en las bibliotecas de ADN de animales, plantas y microorganismos que aún viven en el siglo XXI.
Las muestras de dos millones de años también ayudan a los académicos a construir una imagen de una etapa previamente desconocida en la evolución del ADN de una variedad de especies que aún existen en la actualidad.
“Las expediciones son costosas y muchas de las muestras se tomaron en 2006, cuando el equipo estaba en Groenlandia para otro proyecto y se han almacenado desde entonces”, indica Kjaer, quien agrega: “No fue hasta que se desarrolló una nueva generación de equipos de secuenciación y extracción de ADN que pudimos localizar e identificar fragmentos de ADN extremadamente pequeños y dañados en las muestras de sedimentos. Significaba que finalmente pudimos mapear un ecosistema de dos millones de años”.
CALENTAMIENTO CLIMÁTICO
Mikkel W. Pedersen, coautor del artículo y también del Centro de Geogenética de la Fundación Lundbeck, apunta: “El ecosistema Kap Kobenhavn, que no tiene un equivalente actual, existió a temperaturas considerablemente más altas que las que tenemos hoy. A primera vista, el clima parece haber sido similar al clima que esperamos en nuestro planeta en el futuro debido al calentamiento global”.
“Uno de los factores clave aquí es hasta qué punto las especies serán capaces de adaptarse al cambio de condiciones derivado de un aumento significativo de la temperatura. Los datos sugieren que más especies pueden evolucionar y adaptarse a temperaturas muy variables de lo que se pensaba anteriormente. Pero, de manera crucial, estos resultados muestran que necesitan tiempo para hacer esto. La velocidad del calentamiento global actual significa que los organismos y las especies no tienen ese tiempo, por lo que la emergencia climática sigue siendo una gran amenaza para la biodiversidad y el mundo: la extinción está en el horizonte para algunas especies, incluidas las plantas y los árboles”, explica Pedersen.
Los autores esperan que algunos de los ‘trucos’ del ADN vegetal de dos millones de años descubierto puedan usarse para ayudar a que algunas especies en peligro de extinción sean más resistentes al calentamiento climático.
“Es posible que la ingeniería genética pueda imitar la estrategia desarrollada por las plantas y los árboles hace dos millones de años para sobrevivir en un clima caracterizado por el aumento de las temperaturas y evitar la extinción de algunas especies, plantas y árboles. Esta es una de las razones por las que este avance científico es tan significativo porque podría revelar cómo intentar contrarrestar el impacto devastador del calentamiento global”, recalca Kjaer.
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