MADRID, 29 (SERVIMEDIA)
Los antiguos egipcios trataron de abordar el cáncer hacer alrededor de 4.000 años, aunque sin éxito, según las marcas de corte encontradas en un cráneo de esa antigüedad, que suponen indicios de intentos de operar el crecimiento excesivo de tejido o aprender más sobre trastornos cancerosos tras la muerte de un paciente.
Los textos antiguos indican que los egipcios eran, para su época, excepcionalmente hábiles en medicina. Por ejemplo, podían identificar, describir y tratar enfermedades y lesiones traumáticas, construir prótesis y colocar empastes dentales.
Otras enfermedades, como el cáncer, no las podían tratar, pero podrían haberlo intentado.
Al examinar los límites de los tratamientos traumatológicos y oncológicos en el antiguo Egipto, un equipo internacional de investigadores ha estudiado dos cráneos humanos, cada uno de miles de años.
“Vemos que, aunque los antiguos egipcios eran capaces de lidiar con fracturas craneales complejas, el cáncer seguía siendo una frontera del conocimiento médico”, según Tatiana Tondini, investigadora de la Universidad de Tubinga (Alemania) y primera autora del estudio, publicado este miércoles en la revista ‘Frontiers in Medicine’.
Edgard Camarós, paleopatólogo de la Universidad de Santiago de Compostela, subraya que “este hallazgo es una prueba única de cómo la medicina egipcia antigua habría intentado abordar o explorar el cáncer hace más de 4.000 años”. “Esta es una nueva perspectiva extraordinaria en nuestra comprensión de la historia de la medicina”, agrega.
Tondini destaca: “Queríamos aprender sobre el papel del cáncer en el pasado, cómo de prevalente era esta enfermedad en la antigüedad y cómo las sociedades antiguas interactuaban con esta patología”.
DOS CRÁNEOS
Para ello, los investigadores examinaron dos cráneos conservados en la Colección Duckworth de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). El cráneo y la mandíbula 236, que datan de entre 2687 y 2345 a.C., pertenecían a un hombre de entre 30 y 35 años. El cráneo E270, que data de entre 663 y 343 a.C., pertenecía a una mujer mayor de 50 años.
En el cráneo 236, la observación microscópica mostró una lesión de gran tamaño compatible con una destrucción excesiva de tejido, condición conocida como neoplasia. Además, hay unas 30 lesiones metastásicas pequeñas y redondas repartidas por todo el cráneo.
Lo que sorprendió a los investigadores fue el descubrimiento de marcas de corte alrededor de estas lesiones, que probablemente fueron hechas con un objeto punzante, como un instrumento metálico. “Cuando observamos por primera vez las marcas de corte bajo el microscopio, no podíamos creer lo que teníamos delante”, indica Tondini.
“Parece que los antiguos egipcios realizaban algún tipo de intervención quirúrgica relacionada con la presencia de células cancerosas, lo que demuestra que la medicina del antiguo Egipto también realizaba tratamientos experimentales o exploraciones médicas en relación con el cáncer”, explica Albert Isidro, oncólogo quirúrgico del Hospital Universitario Sagrat Cor (Barcelona).
El cráneo E270 también muestra una gran lesión compatible con un tumor canceroso que provocó la destrucción ósea. Esto puede indicar que, aunque el estilo de vida actual, el envejecimiento poblacional y las sustancias cancerígenas en el medio ambiente aumentan el riesgo de cáncer, este también era una patología común en el pasado.
Además, en el cráneo E270 también hay dos lesiones curadas por lesiones traumáticas. Una de ellas parece haberse originado a partir de un episodio violento a corta distancia utilizando un arma punzante. Estas lesiones curadas podrían significar que la individua potencialmente recibió algún tipo de tratamiento y, como resultado, sobrevivió.
HERIDA EN UNA MUJER
Sin embargo, ver una herida de este tipo en una mujer es poco común y la mayoría de las lesiones relacionadas con la violencia se encuentran en hombres. “¿Esta mujer estuvo involucrada en algún tipo de actividad bélica?”, se preguntó Tondini, antes de añadir: “Si es así, debemos repensar el papel de las mujeres en el pasado y cómo participaron activamente en los conflictos durante la antigüedad”.
Sin embargo, los investigadores indican que el estudio de restos óseos conlleva ciertos desafíos que dificultan las afirmaciones definitivas, especialmente porque los restos a menudo están incompletos y no se conoce una historia clínica. “En arqueología trabajamos con una porción fragmentada del pasado, lo que complica un abordaje certero”, precisa Isidro.
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