MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
La isla de Groenlandia produce innumerables terremotos débiles que se desencadenan entre sí en las profundidades de las corrientes de hielo y se propagan a distancias de cientos de metros.
Un equipo de científicos ha descubierto este fenómeno tras registrar datos sísmicos del interior de la corriente de hielo de Groenlandia utilizando un cable de fibra óptica en un pozo a unos 2.700 metros de profundidad y lo explican en un artículo publicado este jueves en la revista ‘Science’.
Las grandes corrientes de hielo de la Antártida y Groenlandia son como ríos helados que transportan hielo desde las enormes capas heladas del interior hasta el mar, y un cambio en su dinámica contribuirá significativamente al aumento del nivel del mar.
Para calcular cuánto aumentará el nivel del mar, los climatólogos se basan en simulaciones informáticas de las corrientes de hielo. Hasta ahora, las han basado en la suposición de que las corrientes de hielo fluyen lenta, pero constantemente hacia el mar, como miel espesa.
Sin embargo, las mediciones satelitales de la velocidad de flujo de las corrientes de hielo muestran que estas simulaciones son inexactas y tienen deficiencias para reflejar correctamente la realidad. Esto genera incertidumbres en las estimaciones de cuánta masa están perdiendo las corrientes de hielo y con qué rapidez y a qué altura aumentará el nivel del mar.
Ahora, un equipo de investigadores dirigido por el Andreas Fichtner, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza), ha descubierto inesperadamente que se producen terremotos en las profundidades de Groenlandia.
“La suposición de que las corrientes de hielo fluyen como miel viscosa ya no es sostenible. Además, se mueven con un movimiento constante de deslizamiento y pegajosidad”, indica Fichtner.
RESTOS DE VOLCANES
El hecho de que estos terremotos no se puedan observar en la superficie y, por tanto, no hayan sido detectados hasta ahora se debe a una capa de partículas volcánicas situada a 900 metros por debajo de la superficie del hielo y que impide que los seísmos se propaguen a la zona superficial.
El análisis del núcleo de hielo demostró que estas partículas volcánicas se originaron a partir de una erupción masiva del monte Mazama en lo que hoy es Oregón (Estados Unidos) hace unos 7.700 años.
Los terremotos se originan a partir de impurezas presentes en el hielo y que también son restos de volcanes: minúsculas trazas de sulfatos que entraron en la atmósfera durante las erupciones volcánicas y volaron alrededor del mundo antes de depositarse en la capa de hielo de Groenlandia en forma de nevadas. Estos sulfatos reducen la estabilidad del hielo y favorecen la formación de microfisuras.
Los investigadores descubrieron los terremotos en el hielo con un cable de fibra óptica que se introdujo en un pozo de 2.700 metros de profundidad y registró por primera vez datos sísmicos del interior de una enorme corriente de hielo.
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