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Georgia enfrenta la disyuntiva de elegir entre la integración europea y un mayor acercamiento a Rusia

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Los protestas antigubernamentales hacen temer que se produzca una nueva ‘revolución de colores’

MADRID, 15 (EUROPA PRESS)

El Gobierno del primer ministro de Georgia, Irakli Kobajidze, encara el próximo mes de octubre unas elecciones parlamentarias que supondrán un punto de inflexión para el país exsoviético, dividido entre quienes apuestan por la integración europea o por un mayor acercamiento a Rusia.

La recién promulgada ley sobre agentes extranjeros, una propuesta que ya en 2023 provocó una fuerte ola de protestas, ha puesto en el punto de mira a Georgia, ya que obliga a organizaciones, medios y entidades que reciban al menos un 20 por ciento de su financiación del exterior a registrarse como “agentes de influencia extranjera”.

El Gobierno georgiano ha planteado otro proyecto de ley que pone en jaque los derechos de la comunidad LGTBI. Ambos textos son muy parecidos a los que ya existen en Rusia, criticados por organizaciones de Derechos Humanos.

Para Natalie Sabanadze, investigadora del ‘think tank’ Chatham House y exembajadora de la Unión Europea, el objetivo principal de la ley, interpretada como una muestra de simpatía hacia Rusia que desvía a Georgia de la ansiada adhesión al bloque, es desacreditar a la sociedad civil antes de las elecciones parlamentarias.

“Por primera vez las elecciones serán totalmente proporcionales. Esto significa que será difícil para Sueño Georgiano conseguir una mayoría con la que pueda gobernar, así que están haciendo todo lo posible para deshacerse no sólo de la oposición, que puede decirse que es bastante débil, sino también de la resistencia social”, explica en declaraciones a Europa Press.

Sueño Georgiano, fundado por el oligarca prorruso Bidzina Ivanishvili –quien fuera primer ministro entre 2012 y 2013– cuenta actualmente con 84 escaños gracias a su alianza con el Poder de la Gente, que se escindió del partido gobernante en 2017.

Por contra, el opositor Movimiento Nacional Unido (UNM), formación fundada por Mijail Saakashvili –quien ejerció de presidente de Georgia de 2004 a 2013– tiene 15 escaños, si bien su coalición con varios partidos más pequeños le permite llegar a los 20 asientos.

El Parlamento, más allá de las dos grandes coaliciones, se encuentra muy fragmentado, por lo que el conservador UNM u otras formaciones lo tienen difícil de cara a medirse con Sueño Georgiano, que aspira a lograr su cuarto mandato.

¿UNA NUEVA REVOLUCIÓN DE COLORES?

Las manifestaciones de los últimos meses en contra de la ley de agentes extranjeros han hecho saltar las alarmas por la posibilidad de que pueda estallar una nueva ‘Revolución de las Rosas’, aquellas protestas que en 2003 forzaron la dimisión del entonces presidente Eduard Shevardnadze poco antes de las elecciones parlamentarias, lo que puso fin a la era soviética en Georgia.

De hecho, Kobajidze prometió la pasada semana que haría “todo lo posible” para evitar un Euromaidán, las protestas que se produjeron a finales del 2013 en Kiev y que pedían al Gobierno ucraniano que se alejase de la órbita de Moscú, lo que condujo finalmente a la dimisión del presidente Viktor Yanukóvich.

Para Sabanadze, estas declaraciones son una señal de que el Gobierno se prepara por si se producen disturbios de corte proeuropeo. “Este gobierno tiene miedo en muchos sentidos de lo que pueda suceder después de las elecciones”, señala.

Pero el vacío de liderazgo en UNM debido a que su fundador, Saakashvili –quien estuvo al frente de las protestas de 2003– se encuentra en la cárcel por abuso de poder y por ocultar pruebas en relación con el asesinato de un banquero plantea dudas sobre hasta qué punto la oposición puede desafiar al partido gobernante.

Las protestas se han cobrado además una importante víctima. El actual líder de UNM, Levan Jabeishvili, presentó el pasado domingo su dimisión después de ser golpeado durante las manifestaciones. Será sustituido por Tinatin Bokuchava, quien fuera las cuarta candidata de la formación en las elecciones parlamentarias de 2012.

ACERCAMIENTO A RUSIA

El recuerdo de la guerra entre Georgia y Rusia en 2008 por las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia –territorios solo reconocidos por cinco países de la ONU– sigue estando muy presente para muchos georgianos, especialmente tras el estallido de la invasión de Ucrania.

El ex primer ministro Irakli Garibashvili, de Sueño Georgiano, denunció en septiembre de 2023 durante un discurso ante la Asamblea General de la ONU que un 20 por ciento del territorio georgiano sigue bajo ocupación rusa.

Pese a la presencia militar de Moscú en las regiones separatistas, que esperan formar parte algún día de la Federación Rusa, Georgia sigue dependiendo económicamente del gigante ruso, según un informe publicado en febrero por Transparencia Internacional.

Hay que tener en cuenta que Georgia ha brindado refugio a miles de opositores y activistas en contra del Kremlin que han huido de la represión política en Rusia y que otros cientos han logrado escapar del servicio militar obligatorio a través de la frontera en el marco de la guerra con Ucrania.

La presidenta georgiana, Salomé Zurabishvili, partidaria de una mayor proximidad a la UE y que vetó la ley de agentes extranjeros, afirmó en una entrevista con el programa ’60 Minutos’ en octubre de 2023 que Rusia podría llegar a utilizar a esta población rusa a su favor.

Para Sabanadze el momento crítico con respecto al acercamiento de Georgia a Rusia antecede a la invasión de Ucrania, si bien “se acelera a partir de ahí”. Uno de los síntomas de este cambio es que Tiflis desafió al bloque con su decisión de no unirse a las sanciones contra Rusia.

“Lo que sucede es que el gobierno cambia la retórica y es mucho más agresivo al rechazar las críticas, tanto de la UE como de Estados Unidos”, explica, agregando que Georgia empieza a buscar otros socios, no solo Rusia, sino también China, país con el que firma un acuerdo estratégico en julio de 2023.

En medio de ese cambio progresivo, Sueño Georgiano se escora cada vez más hacia la derecha y deja su estatus de observador dentro del Partido de los Socialistas Europeos (PES) en respuesta a las críticas por su participación en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Budapest.

Sin embargo, Sabanadze afirma que la integración en la UE y la OTAN han sido siempre una prioridad de Georgia en política exterior, incluyendo también cuando Sueño Georgiano llegó al poder en 2012, primero de la mano de Ivanishvili y posteriormente con Garibashvili, quien dimitió el pasado mes de enero entre críticas precisamente por los lazos del partido gobernante con Moscú.

LA INTEGRACIÓN EN LA UE Y EN LA OTAN

Para Sabanadze la guerra de 2008 en Osetia del Sur y Abjasia fue “una forma de impedir que Georgia se acercara a la OTAN” y una “especie de señal de disuasión” a la Alianza. “Hay algunos rumores de que tal vez Rusia mantenga estas regiones como posible moneda de cambio”, añade.

La militarización rusa de los dos territorios separatistas declarados independentes –especialmente notable es la base naval de Ochamchira– ha provocado malestar en el seno de la OTAN. El secretario general, Jens Stoltenberg, reiteró en marzo que “Osetia del Sur y Abjasia son parte de Georgia” tras una reunión con el actual primer ministro, Ikakli Kobajidze.

La UE también respeta la integridad territorial de Georgia, si bien sus 12 puntos para que pueda formar parte del club europeo están más centrados en la democratización del país, así como en la ‘desoligarquización’ de la economía, cuyo mayor exponente es el ex primer ministro Ivanishvili.

Según las últimas encuestas, un 80 por ciento de la población es favorable a la adhesión del país a la Unión Europea, aunque muchos son reticentes a alejarse de la esfera rusa precisamente por la dependencia económica del país a Moscú.


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