MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
La tenista española Garbiñe Muguruza puso fin a su carrera tras una década notoria que devolvió al tenis femenino español a lo más alto, a cotas incluso que no se habían alcanzado, con la esperanza de algún día poder mirar más allá de las pistas, aprovechando las oportunidades de su éxito, y recuperar el tiempo invertido.
Muguruza, nacida en Caracas el ocho de octubre de 1993, fue un ciclón en el circuito femenino que arrasó y se marchó con el mismo estruendo. La hispano-venezolana se formó en Barcelona y tuvo una carrera meteórica, con mucha calidad y agresividad en su juego, con un gran afán competitivo y hambre de títulos, que le dieron las opciones y la motivación de pelear por lo más alto.
Garbiñe se demostró a sí misma que era capaz de ser la mejor y lo hizo en más de una ocasión, remontando también de malos momentos a cimas gloriosas. Después de más de un año sin pisar las pistas, su adiós estaba a la espera de un anuncio oficial que llegó el sábado en Madrid, bajo el debate de hasta dónde hubiese podido llegar.
Así fue su carrera, como la de cualquier otra estrella, bajo el escrutinio del aficionado/entrenador que cada uno lleva dentro, que si fue irregular o no lo dio todo. Sin embargo, ‘Mugu’ llevó las riendas a su manera y logró un palmarés de leyenda del tenis y, en concreto, del deporte español, con una colección de grandes éxitos que incluyen dos ‘Grand Slam’ y el título de Maestra de la WTA.
Garbiñe empezó fuerte y llegó rápido a lo más alto, algo que hace pequeño todo lo que no sea un triunfo tras otro. En su debut en el circuito de la WTA en 2012 impresionó en Miami eliminando a dos cabezas de serie para llegar a octavos de final, lastrada después por una operación en el tobillo que le hizo retroceder en 2013.
Con todo, la joven ‘Garbi’ lo seguía teniendo claro y en 2014 ganó su primer título en el torneo de Hobart, llegando después a cuartos de final de Roland Garros, donde firmó su primera de las cuatro victorias que protagonizó contra Serena Williams. No dejó de dar pasos hacia adelante y, en 2015, la hispano-venezolana alcanzó la final de Wimbledon, donde chocó con la estadounidense.
En 2016, ya como ‘Top 5’ del mundo, Muguruza conquistó su primer ‘Grand Slam’ ganando Roland Garros con revancha sobre Serena, la primera española en ganar un ‘grande’ desde el triunfo de Arantxa Sánchez Vicario en París de 1998. El tenis femenino en España volvió a tener un espejo en lo más alto, que emuló en 2017 a su entrenadora Conchita Martínez ganando también Wimbledon.
Sin embargo, para la de Caracas comenzó entonces una etapa complicada con lesiones y eliminaciones tempranas. Un bucle solitario en el mundo del tenis, con la sonora y paulatina caída después de ocupar el número uno del mundo en septiembre de 2017. Dos temporadas duras, poniendo fin a su relación profesional con su entrenador Sam Sumyk, que la llevaron incluso a probar aún más su capacidad de sufrimiento en la montaña más alta de África.
La campeona de dos ‘grandes’ subió al Kilimanjaro y bajó con otra perspectiva, después de pensar que moriría congelada. En enero de 2020, contra todo pronóstico y sin ser cabeza de serie, Muguruza alcanzó la final del Abierto de Australia y, aunque se quedó con la miel en los labios, volvió a demostrar que era capaz de todo.
Pese a los estragos de la pandemia de coronavirus, la exnúmero uno del mundo firmó una notable temporada tras Melbourne y en 2021 aún siguió su recuperación en el ranking hasta cerrar el año como número tres del mundo. Muguruza ganó tres títulos aquel curso con el broche de las Finales WTA en Guadalajara (México), logrando el primer título de ‘maestra’ para el tenis español femenino.
Fue el décimo éxito de su carrera, el que supone ser la mejor de entre las mejores del circuito. Con una raqueta en su mano desde los tres años, con el entrenamiento casi profesional desde los 10, el cuerpo y la mente de Garbiñe empezaron a notar que ya había sido suficiente, atraída por la vida más allá del tenis, vista de cerca durante todo este tiempo pero sin poder saborearla.
La de Caracas aguantó el descenso a los infiernos antes de aunar el valor para terminar con una carrera de leyenda. El 2022 fue el peor año de su carrera y con un inicio similar de 2023, Muguruza hizo un parón del que ya no volvió. Le faltó triunfar en casa, en Madrid, o en Nueva York, además de con España en la Copa Federación o como olímpica en los Juegos de Río 2016 y Tokyo 2020.
Su agresividad en la pista, una pegadora de 1,82 de altura, y su capacidad de venirse arriba en los grandes escenarios marcaron el camino de una Conchita o una Arantxa moderna para el tenis español, referente para Paula Badosa, quien llegó a ser número dos del mundo, y las nuevas generaciones, compañera de Carla Suárez en un gran dobles. Garbiñe cumplió con creces su sueño, y el de muchas.
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