MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
El secretario personal del Papa emérito, Georg Gänswein, ha revelado que se quedó “en shock” cuando el Papa Francisco le encargó que dejara a un lado sus ocupaciones como prefecto de la Casa Pontificia para dedicarse a cuidar de Benedicto XVI.
Así lo asegura en un libro autobiográfico que saldrá a la venta la próxima semana, titulado ‘Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI’ (Piemme). Esta revelación, que se suma a la de este miércoles, en la que decía que Francisco le provocó “dolor en el corazón” al limitar la misa en latín, se publica coincidiendo con el funeral del Papa emérito, lo que ha suscitado perplejidad en la curia, según refleja la prensa italiana.
En el libro, al que ha tenido acceso Europa Press, Gänswein cuenta que, a finales de enero de 2020, se convirtió en un “prefecto reducido a la mitad”.
Según el testimonio del secretario personal de Benedicto XVI, tras la polémica por el libro del cardenal Sarah, se reunió con Bergoglio y este le dijo: “De ahora en adelante, quédate en casa, acompaña a Benedicto, que te necesita”.
Ante esta indicación, Gänswein confiesa que se quedó “en shock y sin palabras” y dice que, cuando trató de replicar, diciéndole a Francisco que lo había estado haciendo durante siete años y que podía continuar haciéndolo, el Papa le respondió que él seguía siendo prefecto pero que, a partir del día siguiente, no volviese a trabajar.
El secretario personal de Benedicto XVI cuenta que respondió, resignado, que no lo entendía ni lo aceptaba humanamente pero que se adaptaría por “obediencia”.
De vuelta al monasterio, recuerda que, al contárselo a Ratzinger, este le dijo, en tono irónico: “Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián”.
Gänswein también se refiere en el libro a un episodio que le hizo sentirse “humillado” cuando, según explica, el Papa Francisco le dijo que su presencia no era necesaria en una visita el pasado junio de 2014 a la comunidad de San Egidio.
Según Gänswein, el fundador de la organización católica, Andrea Riccardi, le llamó por teléfono por si él o Benedicto XVI tenían algún problema con ellos porque se había extendido este rumor tras su ausencia.
“A nivel personal me sentí humillado tanto porque no me había aclarado el motivo de su decisión, como porque había hablado con tres personas, por lo que el cotilleo estuvo inmediatamente esparcido por el Vaticano, con interpretaciones de diversa índole”, señala.
Asimismo, explica que las continuas comparaciones entre el Papa Francisco y Benedicto XVI “siempre han entristecido Ratzinger, sobre todo cuando el comentario procedía de desde dentro del Vaticano”. Así, pone el ejemplo de la decisión del Papa argentino de no vivir en los apartamentos del Palacio Apostólico y mudarse a una habitación más pequeña de Casa Santa Marta.
Gänswein incide en que la decisión de Francisco no puede atribuirse a una “cuestión de ahorrar dinero”, ya que, aunque no viva ningún pontífice, sigue siendo atendido desde el punto de vista de la limpieza y la manutención, sino a la “psicología personal” del propio Bergoglio.
LA JMJ DE MADRID DESENCADENÓ LA RENUNCIA
En otro momento del libro, el que fuera su secretario personal revela que fue su viaje a la JMJ de Madrid en 2011 lo que desencadenó las primeras reflexiones acerca de la posibilidad de renunciar al pontificado.
“Era precisamente la cuestión de la participación personal en aquella JMJ lo que desencadenó en él una reflexión que se fue haciendo cada vez más opresiva, sobre la continuación o no de su pontificado”, asegura Gänswein.
Así, precisa que durante el encuentro en Cuatro Vientos para la Vigilia y la Misa tuvo la certeza de que un encuentro de este tipo “sin la presencia física del Pontífice habría sido estúpido”.
El arzobispo revela que intentó convencerlo de lo contrario diciéndole que gracias a “la conexión de Internet sería posible estar presente constantemente y en tiempo real”.
En todo caso, aclara que la decisión de renunciar fue definitiva e irreversible durante el viaje apostólico a México y Cuba, entre el 23 y el 29 de marzo de 2012, sobre todo, después de que tropezase con un felpudo mientras estaba en el baño afeitándose cayéndose de espaldas y golpeándose la cabeza con la repisa de la ducha.
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