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Fumar afecta al sistema inmune incluso después de dejarlo, según un estudio reciente

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MADRID, 14 (EUROPA PRESS)

El hábito de fumar influye en las respuestas inmunes tanto innatas como adaptativas, aunque su efecto sobre las respuestas innatas se pierde cuando se deja de fumar, pero, en cambio, los cambios en las respuestas adaptativas se mantienen incluso años después de dejar el tabaco, según revela un nuevo estudio publicado en ‘Nature’.

En este estudio, los fumadores actuales muestran una mayor respuesta inflamatoria después de estar expuestos a alguna bacteria, que se pierde rápidamente al dejar de fumar. Por el contrario, los efectos del tabaco sobre las respuestas de las células T persisten años después de que las personas dejan de fumar.

Los personas difieren ampliamente en sus respuestas inmunes ya que la edad, el sexo y los factores genéticos desempeñan un papel importante en esta variabilidad inherente, pero también existen otros factores externos que pueden alterar las defensas. Sin embargo, las variables que impulsan tales diferencias en la secreción de citoquinas (un componente crucial de la respuesta del huésped a los desafíos inmunológicos) siguen estando mal definidas.

En este aspecto, los investigadores han analizado 136 variables y han identificado el tabaquismo, la infección latente por citomegalovirus (CMV) y el índice de masa corporal como los principales contribuyentes a la variabilidad en la respuesta de las citoquinas, con efectos de magnitudes comparables con la edad, el sexo y la genética.

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Así, han encontrado que fumar es uno de los factores externos que más influye en las respuestas inmunes tanto innatas como adaptativas. En particular, su efecto sobre las respuestas innatas se pierde rápidamente después de dejar de fumar y se asocia específicamente con los niveles plasmáticos de CEACAM6, mientras que su efecto sobre las respuestas adaptativas persiste mucho después de que los individuos dejan de fumar y se asocia con la memoria epigenética.

Los hallazgos identifican tres variables novedosas asociadas con la variabilidad de la secreción de citocinas y revelan el papel del tabaquismo en la regulación a corto y largo plazo de las respuestas inmunitarias. Estos resultados tienen implicaciones clínicas potenciales sobre el riesgo de desarrollar infecciones, cánceres o enfermedades autoinmunes.

Para llegar a esta conclusión, los expertos recogieron 1.000 muestras humanas de la cohorte Milieu Intérieur. Los donantes no debían tener antecedentes ni evidencia de afecciones patológicas graves, crónicas o recurrentes, trastornos neurológicos o psiquiátricos, abuso de alcohol, uso reciente de drogas, administración reciente de vacunas y uso reciente de agentes inmunomoduladores

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Con el fin de identificar nuevos factores ambientales asociados con la variabilidad en la respuesta a la estimulación inmune, los investigadores se han centrado en la secreción de proteínas citocinas como un fenotipo de respuesta inmune entre las que se encuentran las concentraciones de 13 citoquinas relevantes para la enfermedad y para la medicina (CXCL5, CSF2, IFN, IL-1, TNF, IL-2, IL-6, IL-8, IL-10, IL-12p70, IL-13, IL- 17 e IL-23).

Las estimulaciones se clasifican en cuatro categorías: microbianas (Bacillus Calmette-Guérin (BCG), ‘Escherichia coli’ (E. coli), lipopolisacárido (LPS) y ‘Candida albicans’ (C. albicans) y virales (gripe y ácido poliinosínico-policitidílico (poli I:C)), agentes que son reconocidos predominantemente por receptores en células inmunes innatas; Activadores de células T (superantígeno de enterotoxina B de ‘Staphylococcus aureus’ (SEB) y anticuerpos anti-CD3 y anti-CD28 (anti-CD3 + CD28)), que inducen respuestas inmunitarias adaptativas; y citoquinas (TNF, IL-1 e IFN).

Para evaluar el efecto biológico del tabaquismo sobre la secreción de citoquinas, trazaron los tamaños del efecto para las variables del tabaquismo a partir de los modelos lineales. Así, observaron que fumar actualmente afecta las respuestas inmunes ya que el tabaco se asocia con una inducción más fuerte de la citoquina CXCL5 después de la estimulación con ‘E.coli’ y una inducción más fuerte de IL-2 e IL-13 después de la estimulación con SEB. Las variables relacionadas con el tabaquismo (número de años fumando, número de años desde la última vez que se fumó y número total de cigarrillos) muestran asociaciones consistentes.

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Asimismo, destaca que, a diferencia de los fumadores actuales, los exfumadores no muestran un aumento significativo en la secreción de CXCL5 después de la estimulación inmune innata, mientras que muestran un aumento en la secreción de IL-2 e IL-13 después de la estimulación inmune adaptativa, en comparación con las personas que no han fumado nunca.

De esta manera, se demuestra que el tabaquismo, la infección latente por CMV y el índice de masa corporal, además de la edad, el sexo, la variación genética, los niveles de metilación del ADN y los subconjuntos de células inmunitarias, son las variables más asociadas con la variación en la secreción de citoquinas tras el desafío inmunológico.


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