MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
El portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), Francisco Javier Membrillo, ha advertido de que, aunque no se considere como tal, “hay que transmitir que la viruela del mono se comporta como una enfermedad de transmisión sexual (ETS)”.
Así se ha pronunciado en el marco del seminario ‘Actualización en enfermedades infecciosas y otras amenazas emergentes’, organizado por la SEIMC. “Lo que nos importa para transmitir el mensaje preventivo es cómo se comporta la enfermedad, y hay que dejar claro que lo hace como una ETS”, ha reiterado, para recordar que, aunque la patología se pueda contagiar por tocar las heridas con la mano, en la mayoría de los casos, la transmisión se atribuye a un contacto estrecho en el contexto de una relación sexual, sobre todo de hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres.
En este sentido, ha hecho hincapié en el estigma que arrastra la enfermedad, que puede influir en el número de casos diagnosticados. “Es difícil predecir que todos los casos van a ser diagnosticados. Aunque se esté produciendo un descenso en la incidencia, está claro que en contextos de orgías, prostitución y ‘chemsex’ van a seguir apareciendo”, ha advertido. “Lo más importante es asegurarnos de que, si permanece, tengamos las vacunas suficientes”, añade.
RESERVA ESTRATÉGICA INDUSTRIAL
Al hilo, el experto ha sugerido preparar “una reserva industrial con pequeña capacidad”. “Estamos hablando de que deberíamos tener EPIs, mascarillas, vacunas y antivirales para, al menos, las dos primeras semanas de un brote de una enfermedad infecciosa”, sostiene Membrillo. Preguntado sobre si el número de vacunas disponibles en España no ha sido suficiente para hacer frente al brote de viruela del mono, ha respondido que “no es una cuestión de número, sino de tener el mecanismo hecho para poder escalar”. “Ya sea nacionalizando la industria o haciendo contratos, tenemos que estar preparados para actuar rápido”, ha insistido Membrillo.
En este sentido, ha celebrado que, durante la reunión que mantuvo la sociedad científica la semana pasada con el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), se trató el proyecto de reforma de la Ley de Seguridad Nacional, que incluirá una reserva estratégica e industrial para situaciones de crisis.
Así, ha recordado que, cuando comenzó el brote de viruela del mono en España, había dos millones de vacunas de segunda generación caducadas, aunque se hicieron ensayos de estabilidad por los que se demostró su efectividad durante cinco años más. Sin embargo, con un stock de vacunas de tercera generación se habría vacunado a más gente “porque esas vacunas de segunda generación sí tienen un riesgo de efectos secundarios que hace desproporcionado usarlo como prevención de un posible contagio en un sanitario o en una persona con relaciones sexuales promiscuas para protegerlos de viruela del mono, que es una enfermedad poco lesiva”.
“Por eso es por lo que se habría vacunado a más gente. Porque con las personas de tercera generación hay 100 veces menos de riesgo de efectos secundarios, y la relación riesgo-beneficio habrá sido a favor de vacunar a todas las personas de riesgo: a todos los sanitarios con contacto directo y a hombres que mantienen sexo con otros hombres”, ha finalizado.
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