MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Forética ha avanzado las cinco tendencias ESG que marcarán la agenda de sostenibilidad en 2025, que incluyen entre otras una mayor implicación del consumidor consciente y lucha contra el ‘greenwashing’, así como una aceleración en los planes de adaptación climática de empresas y gobiernos y la transición hacia las cero emisiones netas en un entorno geopolítico complejo.
Así lo ha hecho con la presentación este miércoles de su informe ‘Tendencias ESG 2025. Claves para la agenda empresarial de sostenibilidad’. Estas incluyen también, por ejemplo, la desinflación regulatoria a nivel europeo para reducir la presión normativa, sin olvidar los principales objetivos en lo que a sostenibilidad se refiere.
En este aspecto, la organización ha apuntado a la complejidad en los sistemas de reporte tras la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD, por sus siglas en inglés). La directiva CSRD busca homogeneizar el reporte para que sea comparable entre empresas y sectores. En 2025, las empresas publicarán sus primeros informes basados en los estándares de reporte de esta normativa.
A su vez, también ha puesto el foco sobre el impacto del paquete Ómnibus de la Unión Europea (UE), que previsiblemente verá la luz el 26 de febrero. Este busca garantizar la coherencia y simplificar la aplicación de las tres flechas normativas en torno al reporte ESG: la CSRD, el reglamento de taxonomía de finanzas sostenibles y la directiva sobre diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad (CSDDD, por sus siglas en inglés).
A lo largo del texto, Forética también ha destacado una serie de recomendaciones sobre sostenibilidad en lo que a la acción corporativa se refiere. Entre ellas está una mayor implicación de los departamentos de asuntos públicos y una revisión continua de los modelos de reporte ante futuros de cambios normativos.
Asimismo, la organización anima a poner el foco en la lucha contra el ‘greenwashing’ mediante la coordinación de Marketing, Negocio y Sostenibilidad; revisar de los planes de transición ante la cronificación de riesgos físicos y, por último, adaptar las narrativas de transición en los entornos públicos más hostiles.
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