MANILA, 7 (DPA/EP)
Decenas de católicos filipinos han vuelto este Viernes Santo a escenificar crucifixiones y flagelaciones como penitencia durante la Semana Santa en el país con más fieles católicos de Asia, una tradición que este año vuelve a las calles de Manila tres años después de ser suspendido por la pandemia de coronavirus.
Mientras miles de fieles asisten a procesiones o acuden a misa en alguna de las abarrotadas iglesias de Filipinas, otras decenas de católicos penitentes se crucifican o se azotan la espalda desnuda con látigos provistos con varas de bambú como muestra de una sangrienta representación de la Pasión de Cristo.
El principal escenario de las mencionadas crucifixiones es la aldea de San Pedro Cutud, ubicada en la provincia de Pampaga, a unos 60 kilómetros al norte de Manila, hacia donde miles de personas se han desplazado para presenciar en directo este tipo de representaciones, suspendidas desde 2020 por la COVID-19.
“Estamos contentos de poder reanudar nuestra tradición. Es muy importante para nosotros mostrar nuestra firme fe, y este año debemos estar especialmente agradecidos por todas las dificultades a las que hemos sobrevivido desde la pandemia”, ha explicado Ruben Enaje, un penitente de 62 años y que ha cargado con una cruz de madera de casi 40 kilos durante casi dos kilómetros.
De hecho, Enaje ha pedido respeto para las creencias de los feligreses, incidiendo en que sus actos no afectan a otras personas. “Aceptamos que algunas personas no estén de acuerdo con nuestras tradiciones pero, por favor, respeten lo que hacemos”, ha manifestado.
La Iglesia católica se desmarca de estas penitencias y no fomenta actos de fe extremos, aunque tampoco hace nada por detenerlos. La Semana Santa es un evento religioso especialmente importante en Filipinas, donde más del 85 por ciento de la población es católica.
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