MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
La Confederación Española de Familias de Personas Sordas Fiapas denunció este jueves la discriminación que enfrentan las mujeres con sordera, en particular aquellas usuarias de prótesis auditivas y que comunican en lengua oral, dentro del ámbito sanitario.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, criticó las barreras a la información y a la comunicación que perjudican a estas mujeres en la atención ginecológica y en todo lo relacionado con su maternidad.
En España, hay más de 700.000 mujeres que tienen una pérdida de audición de distinto tipo o grado, de las cuales el 97% comunican en lengua oral y viven situaciones similares.
Según Fiapas, muchas de estas mujeres, que gracias al uso de sus prótesis auditivas son autónomas e independientes, señalan el mismo “sentimiento de limitación de su autonomía” cuando, “en un momento tan sensible y personal como la atención médica y ginecológica”, se enfrentan a la falta de medidas de accesibilidad auditiva a la información y a la comunicación.
En trámites como solicitar una cita médica, muchas veces no cuentan con las medidas de accesibilidad que les permitan ejercer su derecho a la intimidad, denunció. “No disponer de canales de comunicación accesibles lleva a estas mujeres a tener que recurrir a terceras personas”, perdiendo de esta manera su privacidad.
Así lo explica Clara: “Hace más de 9 años nació mi primera hija. Por aquel entonces tenías que depender de una tercera persona para pedir cita con cualquier médico o especialista. En cierto modo, nos vimos obligados a contar pronto que estábamos embarazados, sobre todo a nuestras madres, que eran las que solían llamar o recibir las llamadas de las citas sanitarias por nosotros. Hoy en día, todo es más sencillo con la App Salud Madrid o con la posibilidad de transcribir las llamadas”.
Una vez en consulta, estas mujeres viven de nuevo situaciones de vulnerabilidad. “Siempre existe el miedo a no enterarte de lo que te hablan en la consulta”, admite Mercedes.
“No existe ningún tipo de accesibilidad ni tampoco conciencia personal en los sanitarios”, prosiguió, con lo que “resulta un poco agobiante y tienes que entrar acompañada por alguien”. “A veces es un familiar, y otras tienes que echar mano de amigos y no siempre quieres que gente ajena sepa de tus cosas íntimas”.
MOMENTO DEL PARTO
A ello se suma que, en el proceso de embarazo y parto, las necesidades de las mujeres con sordera no están contempladas. Esto les impide ejercer plenamente sus derechos fundamentales y quedan a la disposición de otra persona.
Según recuerda Clara, “en las clases de preparación al parto, le contamos a la matrona nuestra discapacidad y qué necesidades requeríamos. Supo cómo dirigirse a nosotros y en la parte de relajación, que se hacía con los ojos cerrados, la adaptó. No obstante, echamos en falta un grupo de padres que tuviera las mismas preocupaciones o miedos para así compartir impresiones”.
Otro momento crítico es la entrada en el quirófano o paritorio, lugar en el que los profesionales portan mascarillas y donde deben quitarse las prótesis auditivas. “Tuvimos que pedir a la matrona que por favor se bajara la mascarilla para poder leerle los labios. No lo hizo, pero sí una de las enfermeras, que nos iba dando las instrucciones en su lugar”, apunta Clara.
Todas estas situaciones se convierten en “barreras para estas mujeres, que se sienten más vulnerables e invisibles”.
La hija de Mercedes nació con sordera y le informaron de ello cuando estaba sola. “Cuando volvió mi marido, le mandé a hablar con el médico para que le explicara todo de nuevo, ya que yo me había perdido y no entendí el alcance de la situación”, declaró.
Por ello, Fiapas demandó a los poderes públicos, los profesionales de la sanidad y la sociedad en su conjunto tomar “conciencia de esta discriminación en un momento de gran vulnerabilidad para cualquier mujer”. Les instó a poner a disposición de las mujeres con sordera todos los recursos necesarios, a fin de asegurar la accesibilidad auditiva a la información y a la comunicación”.
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