MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
Hasta el 73 por ciento de los resultados en salud no dependen de la genética, sino de la situación socioeconómica, el nivel de educación, el lugar de residencia y vivienda, el entorno laboral, así como la capacidad para acceder a los servicios sanitarios; es decir, del conjunto de los determinantes sociales de cada persona.
Así lo han recordado los expertos reunidos en el seminario de periodistas ‘Diálogos MSD Inventing for Life: determinantes sociales en salud’, organizado por MSD España, junto con la Fundación Gaspar Casal. En él, desde diferentes ámbitos, se ha reflexionado sobre las medidas a adoptar para alcanzar una “salud no determinada” y se ha acordado que las desigualdades en salud son “evitables” si se trabaja de manera colaborativa.
En primer lugar, la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, ha hecho hincapié en que “la salud no depende solo de los sistemas sanitarios”. “De hecho, quizá el sistema sanitario no es ni siquiera el mayor determinante la salud”, ha apostillado. En este sentido, ha incidido en las diferencias entre salud pública y sanidad pública, estando esta última más vinculada a la asistencia sanitaria. “Todos los ministros deberían ser ministros de Salud, porque todas las políticas, incluyendo las de urbanismo o las económicas, acaban influyendo en la salud de las personas”, ha expresado, parafraseando a la exdirectora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan.
“Las crisis económicas afectan a la salud de las personas, pero no a todas por igual. Por ejemplo, no fue lo mismo pasar el confinamiento por la Covid-19 en una casa que en un piso más pequeño y, por ejemplo, las personas con más inestabilidad laboral se pensaban mucho más el hacer aislamiento o cuarentena”, ha recordado. “Todo esto al final demuestra que hubo correlación entre la Covid-19 y un peor nivel socioeconómico. Así, las personas a las que la Covid ha afectado más, partían en la mayoría de las veces de un estado de salud peor, debido a los determinantes sociales de salud”, ha agregado.
Tal y como se ha puesto de manifiesto durante la reunión, la esperanza de vida media de la población influyen también el género y el lugar de residencia: las mujeres viven de media 82,9 años, frente a los 77,3 de los varones. Geográficamente, la esperanza de vida al nacer es superior en las comunidades autónomas con mayor PIB per cápita (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y La Rioja), situadas al norte de la península, mientras que, en algunas comunidades del sur, como la Ciudad Autónoma de Melilla, esta media puede llegar a reducirse hasta en cuatro años, según un informe de Sanidad.
Por otro lado, en otro estudio realizado por el Grupo de Epidemiología y Salud Pública del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBERESP), en España, las personas con menos recursos viven entre tres y cuatro años menos que aquellas en mejor situación económica. Ello se debe a que un mayor poder adquisitivo da acceso a una mayor calidad de vida, a un nivel de formación más elevado, a unos mejores y más completos servicios sanitarios, y a una mejor y más variada alimentación, entre otros determinantes.
Así las cosas, José Ramón Banegas, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, ha expresado que las dos principales políticas de salud pública dirigidas a los determinantes sociales tienen que ver con la legislación del tabaquismo y con las vacunas, por su papel preventivo. “El tabaco es uno de los principales causantes de las desigualdades en salud. La gente más desfavorecida fuma más y deja de fumar menos porque para dejar de fumar hay que tener asesoramiento y ayuda. Por todo ello, el aumento de la fiscalidad del tabaco es el instrumento más eficaz para proteger la salud”, ha defendido. También ha reclamado que la Administración prohíba fumar en las terrazas.
En lo que respecta a las vacunas, ha destacado la importancia de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) para la salud pública. “Las mujeres más desfavorecidas utilizan menos los tests de cribados, por lo que estas vacunas son muy importantes para la prevención del cáncer de cérvix y de las verrugas genitales”, ha comentado.
Otro factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedades, según Banegas, es la soledad no deseada, muy común en las personas mayores. “Las personas que viven solas se reingresan el doble. De hecho, la soledad es un factor de riesgo tan potente como la falta de medicación”, ha advertido.
“La mayoría de los cánceres tienen que ver con el lugar donde vivimos, con los factores ambientales y factores individuales y de comportamiento; es decir, con cómo comemos, cómo bebemos alcohol, cómo fumamos, algo que no tiene que ver con la genética”, ha apuntado Manuel Franco, profesor de Epidemiología de la Universidad de Alcalá (UAH) y la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Estados Unidos), para añadir que “son la economía, el trabajo y la vivienda los factores que realmente importan sobre la salud”. Por ello, para el experto, “la salud pública es una ciencia social”.
En este sentido, ha alertado de que “el nivel de entendimiento por parte de la sociedad de los determinantes sociales es bajísimo”. “No puede ser que tengamos claro que solo el 17 por ciento de la carga de enfermedad viene de la genética y que no se hable de los determinantes sociales, responsables del resto”, ha lamentado.
Por su parte, Belén Fernández, responsable del Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer, ha manifestado que, “los determinantes sociales afectan a todas las etapas del cáncer”. En este sentido, ha explicado que las personas socialmente más vulnerables tienen una mayor probabilidad de ser diagnosticadas en etapas más tardías de la enfermedad, dado que no participan en los programas de cribado. Además, tienen mayores dificultades para hacer frente a los costes directos e indirectos derivados de los tratamientos y de llegar a la fase final de la enfermedad sin la oportunidad de tener acceso a cuidados paliativos integrales y de calidad.
Finalmente, Manuel Arellano, vicepresidente de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, ha incidido en que los hábitos saludables son parte de los factores de riesgo para desarrollar cualquier enfermedad: enfermedad renal, diabetes o cáncer. Tal y como ha advertido, un 4 por ciento de la población española se encuentra en situación de pobreza farmacéutica y, a su juicio, es necesario “hablar de salud mucho más que de enfermedad”. “Es decir, hay que hablar de prevención, y cuando a no se puede hablar de salud porque ya se ha diagnosticado una enfermedad, hagamos que el paciente sea corresponsable y participe en la eliminación de factores de riego que puedan empeorar el diagnóstico”, ha defendido.
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