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Europa necesitaría 300.000 soldados y 250.000 millones al año para defenderse sin la ayuda de Estados Unidos, según un estudio

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Los ‘think-tank’ Bruegel y Kiel apuestan por financiar este aumento del gasto en defensa mediante deuda

MADRID, 3 (EUROPA PRESS)

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su reciente acercamiento a las tesis de Vladimir Putin en detrimento de sus aliados tradicionales europeos ha contribuido a reavivar el debate sobre la necesidad de que Europa sea capaz de defenderse a sí misma frente a la amenaza que plantea Rusia sin contar con el respaldo de Estados Unidos.

Ahora, un análisis elaborado por los ‘think-tank’ Bruegel e Instituto Kiel ha puesto cifras a lo que supondría para los países europeos –sumando a la UE y Reino Unido–, asumir por sí solos su defensa. Así, los expertos de ambos centros estiman que sería necesarios unos 300.000 efectivos.

Esta cifra es el resultado de quitar de la ecuación a los 100.000 soldados que Estados Unidos tiene desplegados en el continente europeo y los 200.000 efectivos que estiman que Washington podría hacer llegar con rapidez a Europa en caso de que se produjera un ataque por parte de Rusia contra un miembro de la OTAN.

Este incremento en el número de efectivos, explica el informe consultado por Europa Press, debería centrarse en “fuerzas mecanizadas y blindadas para reemplazar a las unidades pesadas de Estados Unidos” y se traduciría en 50 nuevas brigadas europeas.

Además de tener que reclutar y entrenar a los 300.000 efectivos, estos necesitarían ser equipados, según las estimaciones de los institutos Bruegel y Kiel, con al menos 1.400 tanques y 2.000 vehículos de infantería, muy por encima del stock actual que tienen las fuerzas terrestres de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido juntas.

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Europa también necesitaría producir unas 2.000 municiones merodeadoras de largo alcance al año para poder contrarrestar las capacidades de Rusia. El informe destaca que en 2024 Moscú incrementó en un 220% su producción de tanques, en un 150% la de vehículos blindados y en un 435% la de munición merodeadora de largo alcance.

250.000 MILLONES DE EUROS MÁS AL AÑO

Así las cosas, la estimación inicial que hacen en el informe es que habría que aumentar en el corto plazo en unos 250.000 millones de euros anuales el gasto en defensa, pasando de alrededor del 2% del PIB actual a un 3,5%.

“Aunque la escala sea inicialmente considerable, en términos económicos es manejable en relación con la fortaleza económica de la UE”, subraya el profesor Guntran Wolff, uno de los autores del análisis y miembro del Instituto Kiel. “Los costes adicionales solo equivaldrían a alrededor del 1,5% del PIB de la UE” lo cual, añade, “es mucho menos que lo que se tuvo que movilizar para superar la crisis durante la pandemia de Covid”.

Por otra parte, Wolff llama la atención sobre el hecho de que “Rusia podría contar con el potencial militar para atacar a los estados de la UE en los próximos tres a diez años”. Por tanto, “debemos clasificar esto con un peligro real”, esgrime este experto, para quien este es un motivo más para que Europa trate de “evitar una victoria rusa en Ucrania, lo que podría impulsar aún más la agresión rusa”.

NECESIDAD DE MÁS COORDINACIÓN

No obstante, los autores del análisis advierten de un importante desafío: la falta de coordinación militar entre los países europeos. Mientras que llegado el caso de que se produjera una agresión rusa y Washington acudiera al rescate, con unas Fuerzas Armadas que actúan a una y de forma cohesionada, los ejércitos europeos actúan por separado.

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De acuerdo con los datos del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2024 los países europeos –los Veintisiete más Reino Unido– contaban con 1,47 millones de efectivos militares en sus fuerzas armadas. Sin embargo, según advierte el análisis de Bruegel y Kiel, no existe un mando unificado que les coordine.

“Si cada país intenta defenderse por sí mismo en solitario costará más”, advierte Wolff. “La seguridad individual es más cara que la seguridad colectiva”, sostiene este experto, para quien “la coordinación más estrecha y la adquisición conjunta (de armamento) son esenciales”.

Por otra parte, ambos ‘think-tank’ sostienen que los 250.000 millones de euros “podrían dividirse a partes iguales entre la UE y el gasto nacional, facilitando tanto una adquisición conjunta sustancial como un gasto militar nacional sustancial”. Para afrontar a los problemas morales que pueda suponer para algunos países esta cuestión, plantean que aquellos que “no gasten más en defensa nacional recibirían menos del bote común”.

FINANCIACIÓN MEDIANTE DEUDA

En cuánto a dónde sacar los fondos necesarios, apuestan por “financiarlos mediante deuda a corto plazo tanto por razones políticas como económicas”. Una solución sería recabar 125.000 millones de euros anualmente los próximos cinco años a nivel de la UE, mientras los Estados miembro se comprometen de forma gradual a aumentar su parte no financiada por deuda del gasto en ese periodo.

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Precisamente, el Instituto Kiel ha publicado otro análisis en el que también defiende la deuda como vía para financiar el aumento del gasto en materia de defensa tras analizar algunas “lecciones de la Historia”. Así, sus autores sostienen que en los últimos 150 años, los gobiernos han apostado en general por aumentar la deuda cuando han tenido que financiar un refuerzo en su potencial militar, a menudo acompañándolo o seguido por un aumento de los impuestos.

Los recortes en otras áreas como el bienestar, la salud, la educación, la política exterior o la doméstica han sido en general la excepción y no han contribuido al fortalecimiento militar cuando este ha sido necesario.

Así las cosas, llaman la atención en particular a lo ocurrido en la década de 1930 en Reino Unido, cuando el Tesoro apostó por mantener un presupuesto equilibrado e impidió grandes inversiones en materia de defensa hasta el año 1937 mientras la Alemania nazi se estaba reforzando. Como consecuencia, Londres no estaba adecuadamente preparado cuando Hitler dio la orden de atacar a Polonia en 1939.

“Alemania y Europa deberían evitar el grave error de la política de la ‘fiscalidad primero’ de Reino Unido y actuar de forma rápida y decisiva”, sostiene Christoph Trebesh, director de investigación del Instituto Kiel y uno de los autores de este análisis. “Una gran guerra en Europa sería muchas veces más costosa que invertir en una disuasión efectiva ahora”, incide. Con todo, reconoce que “todo dependerá de lo efectivamente que se gaste el nuevo dinero prestado”.


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