Aumenta el clima de crispación a medida que se hace inevitable que Sheij Hasina renueve su mandato
La gubernamental Liga Awami acusa a EEUU de “interferir” para lograr su salida del poder
MADRID, 6 (EUROPA PRESS)
Los cerca de 170 millones de habitantes que residen en Bangladesh se convertirán este domingo en los primeros del mundo en acudir a las urnas este 2024 para unas elecciones generales cruciales ante el creciente clima de crispación política y el boicot de más de una decena de partidos de la oposición.
El proceso electoral, que podría convertirse en una cuestión de supervivencia tanto para la gubernamental Liga Awami como para el opositor Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), parece sin embargo apuntar a un resultado inevitable: una victoria del partido gubernamental que facilite a la actual primera ministra, Sheij Hasina, renovar el cargo para un cuarto mandato consecutivo.
Hasina llegó al poder en 2009 y en el marco del último proceso electoral, que tuvo lugar en 2019, se libró de su principal oponente, la presidenta del BNP, Jaleda Zia, que fue encarcelada un año antes por corrupción. Ahora, las principales fuerzas opositoras insisten en que no existen garantías sobre la posibilidad de que las elecciones se desarrollen de forma libre y justa en un país en el que, según denuncian, la democracia “ha muerto”.
Entre acusaciones de represión contra figuras disidentes, las voces críticas con el Gobierno bangladeshí alertan de que el país se aproxima inexorablemente a un sistema de partido único. Desde su llegada al poder, organizaciones de defensa de los Derechos Humanos han denunciado medidas “autoritarias” contra opositores y disidentes.
Varios relatores de Naciones Unidas han expresado además su preocupación a lo largo de este año debido a lo que han descrito como una “instrumentalización del sistema judicial para atacar a actores de la sociedad civil, periodistas y defensores de los Derechos Humanos”.
Hasina, sin embargo, insiste en destacar los logros obtenidos bajo su mandato. Desde que llegó al cargo, el país ha registrado un significativo crecimiento económico a pesar de las alarmas a nivel internacional sobre los estándares democráticos, especialmente ante las denuncias de ejecuciones extrajudiciales de activistas y opositores.
La situación ha salpicado de igual manera los dos anteriores procesos electorales, que se vieron a su vez plagados de acusaciones de fraude, si bien en 2018 el Gobierno aplacó las críticas a nivel internacional al ofrecer refugio a unos 750.000 refugiados rohingyas que huían de la violencia en Birmania.
A lo largo de la última década, la Liga Awami ha tratado de reconfigurar el país, que ha protagonizado una de los mayores crecimientos económicos del mundo y ha sacado a millones de personas de la pobreza. Asimismo, ha logrado en gran medida hacer frente a la amenaza del terrorismo a medida que trata de hacer frente a sus oponentes islamistas. No obstante, existe el creciente temor a que estos avances se vean contrarrestados por una deriva cada vez más autoritaria por parte del Gobierno.
POSTURA DE EEUU
Si bien el Gobierno bangladeshí se ha posicionado como un importante aliado de la comunidad internacional a la hora de luchar contra el yihadismo, los cambios en materia de política exterior y los problemas a nivel interno han provocado un aumento de la tensión y han impulsado las acciones de la oposición, que cuenta ahora con un mayor apoyo internacional.
Hasina ha tratado de mostrar una imagen más secular de Bangladesh, un país que busca vender como más progresista que en el pasado, pero ha sufrido un batacazo en las últimas encuestas sobre su popularidad, pasando a tener solo un 44 por ciento de los apoyos, una caída del 76 por ciento respecto a los datos del 2019, tal y como recoge en un informe el ‘think-tank’ International Crisis Group (ICG).
A pesar de ser la favorita de cara a la contienda, desde la Liga Awami han acusado a Estados Unidos de “interceder” con el objetivo de lograr su salida del poder después de que el propio presidente del país norteamericano, Joe Biden, haya expresado su preocupación por la situación política que atraviesa el país y amenazara con imponer restricciones a los visados de aquellas personas consideradas “cómplices o responsables de socavar el proceso electoral democrático en Bangladesh”.
La presión ejercida desde Washington ha suscitado críticas en el seno del Ejecutivo, pero no ha logrado frenar por completo las medidas puestas en marcha contar la oposición, que ha entendido este cambio de postura como una señal de apoyo desde el país norteamericano, especialmente durante los meses previos a los comicios.
La oposición sigue esperando que Estados Unidos prepare sanciones contra miembros del Gobierno después de que el Gabinete rechazara en mayor medida sentarse a la mesa de diálogo con las voces disidentes y abordar la crisis, tal y como planteaba Washington en sus recomendaciones.
BOICOT DE LA OPOSICIÓN
La oposición, que ha denunciado el encarcelamiento de sus principales líderes, ha hecho un llamamiento al completo boicot del proceso electoral e insiste en solicitar la formación de un gobierno de transición provisional que supervise el evento alegando la fuerte “desconfianza” que suscita el Gobierno.
El portavoz del BNP, AKM Wahiduzzaman, ha recalcado que su formación –la más importante de las 17 que se suman al boicot– solo participará en las elecciones si se crea un sistema neutral no partidista, algo que ha sido rechazado por el Gobierno. Por ello, la oposición sigue pidiendo la dimisión de Hasina para evitar un proceso en el que todos los candidatos sean de la Liga Awami o sus aliados.
Miles de personas se sumaron el pasado 28 de octubre a una protesta contra el Gobierno convocada a nivel nacional por el BNP y el islamista Jamaat e Islami y que se saldó con la muerte de al menos seis personas, según la Policía. La oposición, sin embargo, denuncia que una veintena de activistas murieron aquel día.
Asimismo, cientos de personas fueron detenidas durante la jornada –en la que también murió un agente de Policía– por incitar presuntamente a la violencia, entre los que se encuentran el líder opositor y secretario general del BNP, Mirza Fajrul Alamgir, que se encuentra imputado.
El país, de mayoría musulmana, contó hasta 2011 con un sistema de transición que buscaba evitar, precisamente, la manipulación y el fraude electoral. El sistema permitiría elegir un gobierno de transición una vez finalizaba un mandato, el cual se hacía cargo de las funciones del Ejecutivo durante un periodo de tres meses en el que se celebraba el proceso electoral en cuestión. Fue precisamente la Liga Awami la que obvió este sistema en 2011 después de que el Supremo fallara que el proceso era inconstitucional.
Está previsto que este mismo sábado comience una huelga general convocada por el BNP en señal de protesta, un parón que está previsto que se alargue hasta el lunes por la mañana y con el que busca reivindicar un proceso de votación “libre y justo”. Esta convocatoria llega tras semanas de enfrentamientos, disturbios y detenciones en varios puntos del país a medida que avanzan las manifestaciones contra el Gobierno y el proceso electoral.
No es la primera vez que el BNP decide boicotear un proceso electoral. En 2014 acusaron al Gobierno de poner en marcha duras medidas de represión contra la oposición y de provocar “desapariciones forzosas”. Ahora, a pesar de las fuertes críticas vertidas contra el Gobierno, al que ven cada vez más “autocrático”, todo apunta a una clara victoria por parte de la formación gubernamental en un proceso electoral que no estará exento de crispación y violencia.
- Te recomendamos -