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En las elecciones de Tailandia, la lucha del cambio generacional choca con la resistencia del establishment encargado de defender los valores tradicionales

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Una oposición contraria al absolutismo de la monarquía y del Ejército está cerca de la victoria aplastante que necesita para gobernar

MADRID, 14 (EUROPA PRESS)

Tailandia ha comenzado este domingo unas elecciones generales que ocurren en medio de una transformación social: en torno a un 7,5 por ciento de los 52 millones de votantes depositarán su papeleta por primera vez en estos comicios; jóvenes que han participado en las protestas de los últimos tres años contra el bloque dominante e indisoluble conformado por la monarquía y el Ejército, amenazado ahora por una oposición cimentada en dos pilares como son el ansia reformista y el poder de la dinastía Shinawatra que representan respectivamente los partidos Avanzar y Pheu Thai, ambos favoritos absolutos en las encuestas.

Sin embargo, el completo desplome que han padecido en los sondeos los partidos monárquico-conservadores y, en particular, la Nación Tailandesa Unida (NTU) del actual primer ministro, el ex jefe del Ejército y antiguo líder golpista Prayuth Chan Ocha no garantizan ni mucho menos un cambio político tras estos comicios. Estas elecciones generales, en realidad, deciden la mayoría de escaños de la cámara baja tailandesa y conceden al partido con más asientos la posibilidad de presentar a un primer ministro, pero el Senado está dominado por representantes del oficialismo, capacitados para anular esta designación, como también pueden hacerlo la comisión electoral o los tribunales, muchos de cuyos miembros fueron elegidos por la última junta golpista que lideró el país desde 2014 a 2019.

Ese año, Tailandia completó una “transición democrática” enormemente criticada por ONG tanto nacionales como internacionales que denunciaron la absoluta falta de independencia de las instituciones del país. A pesar de que el Pheu Thai — fundado por el ex jefe de Gobierno Thaksin Shinawatra, figura instrumental para bien y para mal de las últimas décadas en la política del país — logró formar una coalición con más de la mitad de los escaños de la cámara baja, la Comisión Electoral anunció poco después una nueva interpretación del cálculo de los escaños, reduciendo el número final obtenido por la coalición y permitiendo a Prayuth, ya reconvertido a líder político “civil”, mantenerse en el poder, explica el experto de la universidad de Naresuan, Paul Chambers, para el East Asia Forum.

Las elecciones de 2019 sembraron las semillas del desencanto pero la disolución en febrero de 2020 del popular partido progresista Futuro Adelante por “violar la ley de financiación electoral” terminó por agotar la paciencia de los jóvenes tailandeses, que salieron por miles a las calles para exigir un cambio radical en el país, a partir de la eliminación de la impunidad absoluta de la monarquía y de la retirada completa del Ejército de la vida política.

Las manifestaciones acabaron asfixiadas por dos motivos principales: las restricciones de la pandemia y la represión ejercida por las autoridades tailandesas tanto en las calles como en los juzgados. Más de 1.600 personas acabaron imputadas, la mayoría por violar las normativa anticontagios y por ofensas a la Corona en forma de delitos de lesa majestad, entre ellas 300 menores, según denunció en su momento Amnistía Internacional. Menores como los que van a votar por vez primera este domingo.

CUESTA ARRIBA

El Pheu Thai y Avanzar necesitan 376 de los 500 escaños de la cámara baja para imponer al Senado su candidato a primer ministro: una cifra difícil, pero no imposible. Las encuestas más favorables, como la efectuada a principios de mes por el Nation Group y recogida por Bloomberg, les conceden en torno a 400 asientos, y cabe la posibilidad de que no toda la cámara alta se posicione en contra de su elegido. Sin embargo, el margen de error de los sondeos sigue siendo muy elevado y los resultados podrían cambiar a la baja el día de los comicios.

El nombre del candidato opositor a primer ministro también está sujeto a cábalas. La ley tailandesa capacita a cada partido a presentar a tres candidatos para abarcar un mayor número de opciones, pero los sondeos aclaran en parte el panorama. La líder de Pheu Thai e hija menor de Thaksin, Paetongtarn, es la favorita sin discusión entre sus filas, pero de un tiempo a esta parte ha pasado al segundo puesto entre los favoritos de los votantes de oposición a la Jefatura de Gobierno en beneficio del líder de Avanzar, Pita Limjaroenrat, quien ha capturado la imaginación del electorado gracias al progresismo que exhibe su programa político — en particular su programa de enmiendas constitucionales, que aborda precisamente las exigencias que los manifestantes pedían a voz en grito hace tres años –.

“Sentimos que somos la generación perdida”, lamentó esta semana a CNN la candidata de Avanzar a la Cámara de Representantes Chonthicha Jangrew. “Hemos estado viviendo bajo un gobierno autoritario durante nuestros años más críticos; uno que no ha dejado de decirnos que trabajemos más duro en un país al que no le vemos futuro”, añadió. La candidata, una de las líderes de las protestas de 2020, se enfrenta a dos cargos por delitos de lesa majestad y otros cuatro por sedición, derivados de su actividad en las manifestaciones.

Paetongtarn, por su parte, juega con un arma de doble filo como es la enorme influencia de su familia. Su padre, Thaksin, y su hermana mayor, Yingluck, ejercieron al frente del gobierno del país como iconos de la lucha contra el estamento militar, solo para acabar procesados por la Justicia tailandesa por delitos de corrupción que ambos denunciaron como una persecución política.

La líder opositora, una de las candidatas más jóvenes con solo 36 años, ha intentado mantener este impulso antioficialista — en especial con un paquete de nuevas políticas sociales para las zonas rurales del país — combinado con un aire renovador, pero su padre lleva avisando las últimas semanas con regresar al país tras casi dos décadas de exilio en Dubái, declaraciones que afectan negativamente las aspiraciones regeneracionistas de su hija.

Frente a ellos se encuentran la NTU de Prayuth y el Palang Pracharat de Prawit Wongsuwan, primer y viceprimer ministro respectivamente del país, al borde de la extinción parlamentaria: las encuestas apenas conceden a ambas formaciones 20 escaños entre las dos. Ni los constantes llamamientos a la unidad que han caracterizado los discursos de ambas formaciones ni, en particular, los esfuerzos de Prayuth para endulzar su imagen entre el electorado — ha llegado a participar en batallas con pistolas de agua en plena campaña — les han granjeado adeptos.

Además, el distanciamiento del Ejército se ha hecho cada vez más evidente en los últimos días hasta el punto de que el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Naorgnpan Jitkaewthae, ha llegado a declarar en público que el Ejército no tiene ni la más mínima intención de entrometerse en los resultados. “Tenemos que eliminar la palabra ‘golpe’ del diccionario”, declaró el militar esta semana al diario FirstPost, sobre un país escenario de más de una decena de asonadas desde 1932.


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