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En el Sínodo se discutirá acerca de la posibilidad de elegir el celibato, la inclusión de mujeres en el diaconado y la aceptación de personas LGBTQ+ y divorciados que se hayan vuelto a casar

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“¿Cómo deben evolucionar, en una Iglesia sinodal, el papel del obispo de Roma y el ejercicio del primado?”, pregunta el ‘Instrumentum Laboris’

ROMA, 20 (EUROPA PRESS)

El documento preparatorio para el Sínodo sobre la sinodalidad del próximo mes octubre, en el que por primera vez votarán las mujeres, pondrá sobre la mesa el acceso de hombres casados al sacerdocio, así como de mujeres al diaconado o las medidas que puede tomar la Iglesia para acoger mejor a las personas LGBTQ+”.

No es la primera vez que un Sínodo analiza cuestiones como celibato opcional o diaconado femenino. De hecho, estuvieron presentes en el anterior Sínodo de la Amazonia en 2019. Sin embargo, Francisco, en su exhortación ‘Querida Amazonia’ eludió la propuesta de ordenar hombres casados en zonas remotas de esta región en favor de fomentar vocaciones indígenas y reservó para las mujeres funciones que no requirieran el orden sagrado.

“¿Es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunas áreas, la disciplina sobre el acceso al presbiterado por parte de hombres casados?”, pregunta de nuevo el denominado ‘Instrumentum Laboris’ (herramienta de trabajo) del Sínodo de la Sinodalidad, en relación al celibato opcional.

En el texto, que no es un documento del Magisterio de la Iglesia ni una encuesta sociológica, también se deja claro que “la mayor parte de las asambleas continentales y las síntesis de numerosas conferencias episcopales piden que se considere de nuevo la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado”.

“¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de las mujeres?”, pregunta el documento, que incide en que las asambleas continentales llaman a reflexionar más profundamente sobre la realidad de “los fracasos relacionales”, que son también fracasos estructurales que “afectan a la vida de las mujeres en la Iglesia”.

“Las mujeres que participaron en la primera fase expresaron claramente un deseo: que la sociedad y la Iglesia sean un lugar de crecimiento, participación activa y sana pertenencia para todas las mujeres. Piden a la Iglesia que esté a su lado para acompañar y promover la realización de este deseo. En una Iglesia que quiere ser verdaderamente sinodal, estas cuestiones deben ser abordadas conjuntamente y deben construirse juntos respuestas concretas para un mayor reconocimiento de la dignidad bautismal de las mujeres y para la lucha contra todas las formas de discriminación y exclusión de las que son víctimas en la comunidad eclesial y en la sociedad”, añade el ‘Instumentum Laboris’.

AGOGIDA A LGBTQ+, DIVORCIADOS Y POLÍGAMOS

Por otro lado, menciona a menudo “a quienes no se sienten aceptados en la Iglesia, como los divorciados vueltos a casar, las personas en matrimonios polígamos o las personas LGBTQ+”.

“¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas? A la luz de la Exhortación apostólica postsinodal ‘Amoris laetitia’, ¿qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?”, expone el texto.

Esta guía, publicada este martes por el Vaticano, es una síntesis del material recogido durante la fase de escucha del Sínodo, y en particular de los documentos finales de las asambleas continentales, y se presenta con el objetivo de impulsar el proceso y no de establecer una formulación o indicaciones operativas, metas u objetivos.

Con su publicación, se cierra la primera fase del Sínodo ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión’, y se abre la segunda, articulada en las dos sesiones en las que tendrá lugar la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en octubre de 2023 y de 2024. En estas fases votarán todos los participantes en la Asamblea del Sínodo, que incluye un 25% de los participantes que no son obispos, de los cuales la mitad, al menos, mujeres.

LA ÚLTIMA PALABRA LA TIENE EL PAPA

En cualquier caso, el Sínodo de los Obispos tiene carácter consultivo y las votaciones sobre los temas tienen una función aclaratoria, ya que es el Papa en última instancia quien toma las decisiones. De hecho, los organizadores del Sínodo señalan que será difícil que los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos “lleguen a formular orientaciones concluyentes sobre muchos de estos temas”.

El ‘Instrumentum Laboris’ consiste así en una ayuda práctica que cuenta con varias fichas para los participantes, con una rápida contextualización de la cuestión expresada por el título y preguntas para el discernimiento.

ABUSOS SEXUALES

El documento se refiere también a los abusos sexuales, de poder y de conciencia, económicos e institucionales como “heridas abiertas” y se insta a la Iglesia a unirse al creciente compromiso de conversión y reforma “para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro”.

“En muchas regiones, la confianza en los ministros ordenados, en los que ocupan cargos eclesiales, en las instituciones eclesiales y en la Iglesia en su conjunto se ve minada por las consecuencias del escándalo de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que ejercen cargos eclesiales”, señala el texto.

También se habla abiertamente de la existencia de ciertas “tensiones” que pide “gestionar” superando las “divisiones infecundas”. Así, se asegura que en el mundo actúan “fuerzas que se oponen a la misión de la Iglesia, empezando por ideologías filosóficas, económicas y políticas basadas en supuestos que se oponen a la fe”. Sin embargo, incide en que no todos perciben estas tensiones de la misma manera, por ejemplo, “en lo que se refiere al fenómeno de la secularización, que algunos ven como una amenaza y otros como una oportunidad”.

De esta manera se señala que estas tensiones “se interpretan de forma reduccionista como un enfrentamiento entre quienes desean el cambio y quienes lo temen”. Por ello, los organizadores del Sínodo invitan a no asustarse de ellas, ni tratar de resolverlas “a toda costa”.

También se advierte del riesgo de convertir el Sínodo “en frenesí de reivindicaciones de derechos individuales, que inevitablemente acaban fragmentando más que uniendo”, si bien deja claro la necesidad de debatir sobre la “cuestión de la autoridad, su significado y el estilo de su ejercicio dentro de una Iglesia sinodal”.

A este respecto, se insiste en que “todos los que ejercen un ministerio necesitan formación para renovar los modos de ejercer la autoridad y los procesos de toma de decisiones en clave sinodal”. Asimismo, se ha hincapié en la urgencia de “renovar el lenguaje utilizado por la Iglesia”, en la liturgia, en la predicación, en la catequesis, en el arte sacro, así como en todas las “formas de comunicación”.

“Sin mortificar ni degradar la profundidad del misterio que la Iglesia anuncia ni la riqueza de su tradición, la renovación del lenguaje debe orientarse a hacerlos accesibles y atractivos a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sin representar un obstáculo que mantenga alejados”, manifiesta. Asimismo, se plantea que falta “una plena conciencia del potencial” del entorno digital para la evangelización.

Desde el organismo del Sínodo, consideran evidente “la llamada a superar una visión que reserva sólo a los ministros ordenados (obispos, presbíteros, diáconos) toda función activa en la Iglesia, reduciendo la participación de los bautizados a una colaboración subordinada”. “¿Cómo debe evolucionar el papel del Obispo de Roma y el ejercicio del primado en una Iglesia sinodal?”, pregunta de hecho el ‘Instumentum Laboris’.


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