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Eliminar el abuso infantil podría reducir un 20% el suicidio y hasta un 40% los trastornos mentales

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MADRID, 24 (SERVIMEDIA)

Eliminar el abuso infantil podría reducir un 20% el suicidio y hasta un 40% los trastornos mentales, según un estudio realizado en Australia por la doctora Lucinda Grummit en el que han participado 70.000 personas, según informó este viernes el doctor Guillermo Lahera, jefe de sección de Psiquiatría del Hospital Príncipe de Asturias de Madrid en el marco del XXII Seminario Lundbeck ‘Trauma y depresión, la herida (in)visible’, celebrado en Barcelona.

El meta análisis realizado por la doctora Grummit, de la Universidad de Sidney, y publicado en ‘JAMA Psychiatry,’ descubrió que “el maltrato infantil representa entre el 21% y el 41% de las condiciones comunes de salud mental en Australia”, y que si se erradicara “se podrían prevenir más de 1,8 millones de casos de trastornos depresivos, de ansiedad y por consumo de sustancias y 66.143 años de vida perdidos”.

Estos datos se pueden trasponer al resto del mundo, explicó el doctor Lahera, quien manifestó que ya existía “una fuerte evidencia de una asociación entre el trauma infantil y la enfermedad mental posterior”, que ahora están documentados.

Según expuso el doctor Lahera en su ponencia, 1.000 millones de personas de la población mundial total se ven afectadas por algún trastorno mental. El 50% de los trastornos mentales comienzan a los 14 años y el 75% se presentan con menos de 24 años. “Una vez instaurados, producen una enorme carga de discapacidad y reducen entre 10-20 años en la esperanza de vida”.

“Hay un boom de la salud mental, estamos superabrumados, desbordados, y resolver esta cuestión es responsabilidad de toda la sociedad”, agregó el profesor de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá.

En el seminario se puso de manifiesto la importancia que tiene el trauma psicológico sobre la salud mental ya que más de dos tercios de la población adulta mundial (70,4%) ha experimentado, al menos, una experiencia traumática a lo largo de su vida, mientras que el 30,5% ha estado expuesto a cuatro o más.

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

A pesar de estas cifras, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) lo desarrolla “en torno al 3,6% de la población”. “Los hombres tienen ligeramente más exposición a experiencias traumáticas que las mujeres, pero las mujeres desarrollan el doble de estrés postraumático que los hombres. Algunas experiencias traumáticas como aquellas relacionadas con la violencia sexual, que sufren las mujeres, se asocian especialmente al desarrollo de psicopatología”, destacó el doctor Lahera.

En concreto “casi un tercio de todas las víctimas de violación desarrollarán trastorno de estrés postraumático en algún momento de sus vidas, y el 11% padece actualmente el trastorno”, remarcó el experto.

El riesgo para el desarrollo de TEPT varía significativamente. “Algunos son previos al trauma, como factores individuales de vulnerabilidad, o padecer algún trastorno mental previo, tener antecedentes familiares, haber sufrido un trauma precoz, una baja educación. Sin embargo, son más importantes los factores peritraumáticos. Por muy resiliente que uno sea, determinadas experiencias sobrepasan la capacidad del ser humano. También influye la reacción inmediata y la falta de apoyo social y vivencias de soledad e indefensión tras la experiencia traumática”, puntualizó el psiquiatra.

Por su parte, la doctora Alicia Valiente, psiquiatra y coordinadora de la Unidad de Investigación del Centro Fórum del Hospital del Mar, puso el énfasis en la relación entre tener un trauma y desarrollar una depresión. “Hay cada vez más evidencia de que estar expuesto a situaciones traumáticas, sobre todo durante la infancia, aumenta por tres el riesgo de desarrollar depresión. Un malestar emocional mantenido en el tiempo favorece el desarrollo de un trastorno depresivo”.

La actuación inmediata cuando se produce un trauma es fundamental, según la doctora en Psicología y especialista en el abordaje psicológico del trauma María Frenzi Rabito. “Hay que actuar lo antes posible. Una intervención temprana minimizar el impacto y previene consecuencias más graves” porque iniciar una terapia psicológica dentro de las primeras seis horas tras la vivencia traumática “es crucial para impedir la interrupción de la consolidación de la memoria que se produce durante ese periodo”.

Para la doctora Rabito, “a nivel personal, el trauma impacta directamente en la percepción de seguridad: hay una pérdida de confianza en uno mismo y en los demás. El futuro se percibe como incontrolable y pueden aparecer problemas de conducta como una respuesta al estrés y a la incapacidad para manejar situaciones emocionales de manera efectiva. También son frecuentes amnesias, somatizaciones, conductas adictivas y autoagresivas, y la presencia de disociación”.

“En el plano social y familiar, el trauma puede alterar la interacción y el bienestar de una persona en su comunidad y hogar, mientras que, en la esfera funcional y laboral, puede impactar en la capacidad para desempeñarse eficazmente en el trabajo y otras áreas de la vida, al presentarse problemas de concentración, en la toma de decisiones y el manejo de situaciones estresantes”, concluyó la psicóloga.

TESTIMONIO

SCR, una mujer que sufrió trauma psicológico en la infancia y que no quiere que se conozca su identidad, tomó la palabra en el seminario y contó su historia. “Cuando era pequeña sufrí juegos inadecuados, que me marcaron y de los que mi madre no me protegió. En la adolescencia sentí la herida de la traición porque mi familia no me apoyó. Además, crecí muy influenciada por la iglesia católica y la fachada de la culpa pesaba mucho. Mi trauma me produjo falta de autoestima, sentimiento de abandono y falta de protección y escucha”.

El trauma derivó, además, en estrés crónico, ansiedad y depresión, hasta llegar a un reciente diagnóstico de trastorno bipolar. “Durante la adolescencia fui consciente de que algo no iba bien, y todo empeoró con la maternidad”, explicó.

Durante todo este proceso, “he vivido mucho dolor, inseguridad, insatisfacción, frustración, rabia, descontento y abandono personal, incluyendo consumo de sustancias”. Gestionar esta situación ha sido difícil, agregó SCR, pero “he contado con el apoyo terapéutico necesario, de psiquiatría y psicología, donde he podido ir reconduciendo emociones y pensamientos, lo que me ha ayudado mucho”. Desgraciadamente, son muchas las personas que han pasado por situaciones similares. “Darse cuenta de ello es el primer paso y, después, ponerse en manos de especialistas y confiar en ellos, porque no nos van a juzgar sino a ayudar con el tratamiento adecuado”.


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