MADRID, 15 (SERVIMEDIA)
Un estudio realizado por un equipo de investigadores de 12 países y liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) demostró que las reacciones químicas del ozono con el yodo suponen la segunda causa de destrucción del ozono superficial en la atmósfera Ártica, por detrás de la fotólisis.
Los principales causantes de la destrucción de ozono en la estratosfera son los clorofluorocarbonos emitidos por actividades humanas. Se trata de sustancias químicas asociadas al uso de sistemas de refrigeración, espumas aislantes o aires acondicionados, entre otros, que debilitan el manto de la estratosfera, donde se concentra el 90% del ozono presente en la atmósfera.
No obstante, también se observó que existen cortos periodos de tiempo en los que la destrucción de ozono reduce al mínimo sus niveles en la troposfera, situada entre los 0 y los 10 kilómetros sobre la superficie terrestre de las regiones polares, y donde se concentra el 10% del ozono atmosférico.
Los investigadores participaron en la mayor expedición científica al Ártico de la historia, la misión ‘Mosaic’ durante 2020, donde se analizaron de forma rotativa los cambios ambientales relacionados con el calentamiento global.
Hasta ahora se creía que los episodios de destrucción de ozono superficial eran causados principalmente por reacciones químicas de un único tipo de compuesto halógeno, el bromo. Sin embargo, el estudio señaló que el yodo tenía una alta presencia en una amplia región del océano Ártico.
Los resultados mostraron que las reacciones catalíticas con yodo representan la segunda causa de destrucción de ozono. Esto implica que está por delante de la provocada al reaccionar el ozono con el bromo y por detrás de la principal causa de la reducción del ozono en la troposfera, la fotólisis, es decir, la destrucción de una molécula de ozono por la radiación ultravioleta-visible.
El estudio destaca que las emisiones oceánicas de yodo se están incrementando debido a la contaminación antropogénica y al retroceso de la banquisa de hielo Ártica, como consecuencias del calentamiento global.
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