MADRID, 28 (EUROPA PRESS)
La montaña protagonizará un Tour de Francia que promete emoción desde la primera etapa en Florencia (Italia) hasta la contrarreloj final en Niza, en la que se podría decidir la carrera francesa después de 21 etapas en las que se ascenderán puertos míticos como el Col du Galibier, el Tourmalet, Saint Lary Soulan o Plateau de Beille.
El recorrido presenta dificultades montañosas casi desde la primera jornada, en la que Rimini pondrá fin a una jornada de 206 kilómetros en territorio italiano, pero con hasta siete puertos de montaña. En la segunda jornada, los ciclistas deberán estar muy atentos los 199 kilómetros entre Cesenatico y Bolonia, un terreno ‘rompepiernas’ que puede hacer sufrir a aquellos ciclistas que no hayan llegado en condición óptima al Tour, como el danés Jonas Vingegaard.
La tercera etapa será la última que se dispute íntegramente en suelo italiano, con salida en Plaisance y final en Turín, antes de la primera jornada de montaña de verdad, con las subidas a Sestrières, Col de Montgenèvre y el temible Col du Galibier en su recorrido, antes de finalizar en Valloire.
Este último puerto, coronado a falta de 20 kilómetros para la meta, será el primer test de entidad para los grandes favoritos, que podrían mostrar sus debilidades o sus fortalezas en los más de 23 kilómetros de ascensión al 5,1% de pendiente media.
Tras dos jornadas de transición, pensadas para decidirse al sprint camino de Saint-Vulbas y Dijon, la séptima etapa obligará a los favoritos a dar la cara en la primera contrarreloj individual entre Nuits-Saint-Georges y Gevrey-Chambertin, una etapa de 25,3 kilómetros con un recorrido sinuoso que culmina con una subida de 1,6 kilómetros al 6,1%.
La primera semana de carrera se completará con dos etapas llanas y tras la jornada de descanso en Orléans, el Tour se reanudará con otra jornada completamente llana camino de Saint Amand Montrond. La siguiente será de media montaña con final en Le Lioran, de 211 kilómetros y con seis puertos en su recorrido, uno de ellos el Puy Mary Pas de Peyrol, de 5,4 kilómetros al 8%. Las dos siguientes etapas también serán llanas y sin apenas dificultades en su recorrido, preludio de un fin de semana montañoso y de mucha emoción.
La decimocuarta jornada, entre Pau-Saint Lary y Soulan Pla d’Adet, y con el Tourmalet en su recorrido, se plantea como una de las etapas ‘reinas’ de esta edición del Tour. El Tourmalet se coronará a falta de más de 60 kilómetros para el final, después de 19 kilómetros de subida al 7,4%. El puerto final, también de categoría especial, pondrá el colofón a un día clave en la carrera, con 10,6 kilómetros al 7,9% de pendiente media.
Un día después, coincidiendo con el festivo nacional en Francia, el pelotón afrontará otra jornada de mucha dureza prácticamente desde el inicio. Loudenville será la salida de una etapa que ascenderá el Peyresourde en el kilómetro 7, una subida de 6,9 kilómetros al 7,8% de pendiente media. Sin demasiado tiempo para recuperar fuerzas, los ciclistas ascenderán el exigente Col de Menté, de 9,3 kilómetros al 9,1%.
Posteriormente, encadenarán con la subida al Portet d’Aspet, de apenas 4,3 kilómetros de extensión, pero con un 9,6% de pendiente media. El Col d’Agnes, de 10 kilómetros al 8,4% les volverá a exigir, antes de la subida final a Plateau de Beille, de 15,8 kilómetros al 7,9%. Una jornada que pondrá el colofón a la segunda semana y que puede dejar ya muy decantada la clasificación general.
La dureza de la última semana estará concentrada en las últimas tres etapas, aunque con alguna trampa como la etapa 17. Después de la jornada llana entre Gruissan y Nimes, el pelotón afrontará una jornada de media montaña entre Saint Paul Trois Châteaux y Superdévoluny, con tres puertos en su recorrido, y final en uno de tercera categoría, tras haber pasado por el Col du Noyer de 7,5 kilómetros al 8,1%.
La decimoctava etapa entre Gap y Barcelonette, plantea un terreno sinuoso de 179,5 kilómetros con cinco puertos en su recorrido de tercera categoría, que se plantea como ideal para una fuga, la última oportunidad de vencer en este Tour antes de las tres últimas jornadas, dos de alta montaña, y la contrarreloj final.
Los 144,6 kilómetros entre Embrun e Isola 2000 iniciarán el último fin de semana de la carrera francesa. En esta decimonovena etapa, los corredores deberán ascender el Cols de Vars, de 18,8 kilómetros al 5,7% de media, y el coloso Cime Bonette, de 22,5 kilómetros al 6,9%, que regresa a la prueba gala tras 16 años de ausencia. Las rampas del Isola 2000, de 16,1 kilómetros al 7,1% de media, culminarán una jornada de mucha dificultad para los ciclistas.
El penúltimo día de carrera también será de extrema complicación para los corredores, que afrontarán cuatro subidas, tres de primera categoría, culminando en el Col de la Couillole, de 15,7 kilómetros al 7,1% de media, después de haber coronado el Col de Turini, de 20,7 kilómetros al 5,7%, y el Col de Colmiane de 7,5 kilómetros al 7,1%.
La última etapa no será el tradicional paseo por los Campos Elíseos de París, ya que la ciudad está inmersa en los Juegos Olímpicos, ni tampoco será un trámite ya que será una contrarreloj individual de 33,7 kilómetros, con la exigente subida a La Turbie (8,1 kilómetros al 5,6%), que podría decidir el ganador y el podio final
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