MADRID, 10 (SERVIMEDIA)
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acogerá entre mañana y el 22 de septiembre ‘Robert Nava’, la primera exposición monográfica del artista estadounidense en un museo con una selección de 17 piezas de gran formato, entre las que se encuentran ‘Volador con castillo a la espalda’ y ‘Tormenta en el río Rojo’.
Comisariada por Guillermo Solana, la muestra pone de manifiesto cómo el personal estilo de Robert Nava “responde a una intención de desaprendizaje y de romper con las normas y prescripciones adquiridas durante su formación”, según informó el Thyssen.
El artista estadounidense suele ser relacionado con la llamada ‘bad painting’, término acuñado en 1978 por Marcia Tucker, conservadora fundadora del New Museum de Nueva York, para definir aquellas obras que desafían los cánones clásicos del buen gusto.
El arte prehistórico y el egipcio, la cultura precolombina, los dibujos animados y la pintura de Jean-Michel Basquiat y Cy Twombly son algunas de las referencias de las que parte el artista para la construcción de su lenguaje pictórico.
Los lienzos de Robert Nava están protagonizados por seres mitológicos zoomórficos que habitan espacios de tensión y violencia, construyendo escenas crípticas en las que no existe el relato, sino la mera acción, tiburones con las fauces abiertas, caimanes ensangrentados, dragones, ángeles alados y otros monstruos híbridos. “Las formas son esquemáticas y planas, sin sensación de profundidad, ejecutadas como habría hecho un niño antes de descubrir la perspectiva”, explicó el Thyssen.
El museo explicó que los cuadernos de Robert Nava, en los que dibuja a modo de ejercicio para registrar ideas, son fundamentales para su proceso creativo, puesto que muchos de estos apuntes pasan posteriormente al lienzo teniendo en cuenta la técnica y las proporciones adecuadas al nuevo soporte.
Las creaciones del artista estadounidense se trasladan a los grandes cuadros a través del aerosol, de acrílicos y de óleo en barra, materiales que le permiten trabajar con rapidez.
Las obras que forman parte de la exposición pertenecen a su producción más reciente, entre 2019 y 2024, periodo en el que su pintura se caracteriza por ser más pictórica, rica y vigorosa. Todas ellas atestiguan, apuntó el Thyssen, “la energía característica del artista, reflejan su capacidad en cierto modo infantil para la fantasía y la creatividad e invitan al espectador a meditar sobre la pérdida de la inocencia y su recuperación”.
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