MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
Las aves de las islas Galápagos están cambiando su comportamiento debido al ruido del tráfico y las expuestas frecuentemente a los vehículos de motor muestran mayores niveles de agresión.
Esa es la conclusión de un estudio dirigido por expertos de la Universidad Anglia Ruskin (Reino Unido) y el Centro de Investigación Konrad Lorenz de la Universidad de Viena (Austria), y publicado este jueves en la revista ‘Animal Behaviour’.
La investigación examinó el impacto de la contaminación acústica de los vehículos en las reinitas amarillas de Galápagos (‘Setophaga petechia aureola’), un ave cantora muy extendida en el archipiélago.
Las islas Galápagos, ubicadas a más de 800 kilómetros de la costa de Ecuador, se consideran un laboratorio natural por la gran cantidad de especies endémicas únicas. La reinita amarilla de ese archipiélago es genéticamente distinta de otras que se encuentran en América y está clasificada como una subespecie.
Una visita a las Galápagos en 1835 inspiró al naturalista Charles Darwin a desarrollar la teoría de la evolución por selección natural. Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un crecimiento significativo de la población humana. Junto con el auge del turismo, la población humana permanente crece más de un 6% anual, lo que ha provocado un mayor número de vehículos en las carreteras de las islas.
CASI 40 SITIOS
Los investigadores reprodujeron cantos de pájaros desde un altavoz, simulando un intruso, acompañados de ruido de tráfico grabado en 38 lugares poblados por reinitas amarillas de Galápagos en las islas de Floreana y Santa Cruz. Un total de 20 sitios estaban a 50 metros de la carretera más cercana y 18 se hallaban a más de 100 metros de distancia.
Los científicos midieron luego el canto, normalmente utilizado para alejar a los intrusos, y los comportamientos físicos agresivos, como acercarse al hablante y realizar repetidos vuelos a través de él.
Durante los ensayos con ruido de tráfico, los investigadores encontraron que las reinitas amarillas que vivían en territorios al borde de las carreteras mostraron una mayor agresividad, pero las que residían lejos de las carreteras mostraron una menor agresividad en relación con los ensayos sin ruido.
El efecto de vivir en un territorio al borde de la carretera estaba presente incluso en la isla Floreana, con solo unos 10 vehículos presentes enella, lo que sugiere que incluso una experiencia mínima con el tráfico afecta las respuestas al ruido.
Además, las reinitas amarillas de las Galápagos en la isla más poblada de Santa Cruz aumentaron la duración de su canto al encontrarse con el ruido del tráfico.
CERCA DE LAS CARRETERAS
Estos hallazgos respaldan la idea de que la selección a largo plazo basada en la experiencia con el ruido, o la experiencia previa de cada ave, les permite adaptar y ajustar las características de sus cantos.
Finalmente, los pájaros aumentaron las frecuencias mínimas de sus cantos durante los experimentos de ruido, independientemente de la proximidad de su territorio a la carretera, lo que ayudó a reducir cualquier superposición de sus cantos con el ruido del tráfico de baja frecuencia.
“Las aves utilizan el canto durante la defensa territorial como señal de agresividad. Sin embargo, si el ruido externo, como el tráfico, interfiere con la señalización, bloqueando así este canal de comunicación, una respuesta adecuada sería aumentar la agresividad física”, apunta Caglar Akcay, profesor de ecología del comportamiento en la Universidad Anglia Ruskin.
El estudio muestra que el cambio en las respuestas agresivas de las reinitas amarillas se produjo principalmente cerca de las carreteras. Las aves que ocupan territorios junto a esas vías en ambas islas y, por lo tanto, experimentan regularmente el ruido del tráfico, podrían haber aprendido a aumentar la agresividad física cuando la intrusión territorial estuvo acompañada de contaminación acústica vial.
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