MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
El nacionalismo escocés comienza a partir de este viernes, en palabras del ministro principal John Swinney, un “examen de conciencia” tras la debacle de su partido en unas elecciones generales que ha interpretado desde el primer momento a un plebiscito sobre un plebiscito: el de la independencia de Reino Unido, ahora mismo un sueño distante a tenor de los resultados.
Esto ocurre menos de un mes de que el SNP anunciara un programa electoral en el que prometía reactivar su campaña independentista en el caso de obtener una mayoría de los escaños escoceses, con vistas a iniciar “negociaciones inmediatas” con Londres hacia un segundo referéndum.
Ha ocurrido todo lo contrario: el Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) ha perdido hasta ahora 38 escaños en los comicios y ha sido testigo de cómo los laboristas escoceses están recuperando los asientos que perdieron durante la última década. Los laboristas son la primera fuerza política de largo por escaños escoceses, 37, por solo nueve del SNP, virtualmente arrasado en Glasgow y Edimburgo, según los últimos datos actualizados.
En una valoración en frío, horas después de la aparición de los primeros resultados, Swinney ha hablado de “los tiempos tan duros” que ha atravesado su partido, comenzando por el hecho de que lleva solo dos meses al frente de la formación y como ministro principal escocés. Su predecesor, Hamza Yousaf, dimitió tras la ruptura del acuerdo de coalición entre el SNP y el Partido Verde por diferencias insalvables en política de género y medio ambiente.
En febrero de 2023, la histórica Nicola Sturgeon, emblema del partido, dimitió del cargo, hastiada por la erosión causada por la pandemia. Sturgeon acabaría arrestada en junio de ese año en relación a la investigación sobre las finanzas del partido, precisamente sobre la financiación de una campaña para un nuevo plebiscito tras el fracaso de referéndum de 2014, el que se cobró el puesto de un tercer ministro principal nacionalista, Alex Salmond.
“Uno no se recupera de estos tiempos duros en un instante”, ha acabado reconociendo Swinney a la cadena BBC, “y la verdad es que no hemos conseguido recuperarnos a tiempo”.
Swinney se aferra con todo al hecho de que varias encuestas demuestran que la independencia escocesa todavía goza de un sólido respaldo. “Se trata más bien de que no estamos ganando la discusión sobre la independencia”, ha admitido el ministro principal. “Casi la mitad de los escoceses quieren que este país sea independiente pero este deseo no se ha manifestado en los resultados electorales y es algo que tenemos que examinar con mucho cuidado”, ha añadido.
ANAS SARWAR, GRAN TRIUNFADOR CON 2026 EN MENTE
El gran triunfador de la noche ha sido el líder laborista escocés Anas Sarwar, quien ha encabezado una campaña que ha evidenciado que los problemas del SNP van mucho más allá de un mero problema de comunicación sobre el independentismo. Sarwar ha abordado la subida del coste de la vida, las listas de espera en la seguridad social, los bajos salarios y las luchas intestinas que han plagado al SNP desde el plebiscito de 2014, escondidas por la inercia ganadora del partido nacionalista que hace cinco años arrasó con 48 escaños.
A ello hay que añadir que Sarwar se ha visto inmensamente beneficiado de la marea laborista que ha encumbrado al líder del partido, Keir Starmer, en lo que podría acabar siendo un arma de doble filo, porque Starmer, próximo primer ministro británico, está obligado a cumplir sus promesas para mejorar las condiciones de vida de los escoceses, en especial de cara a las elecciones legislativas de 2026 en Escocia, a las que el laborismo acudirá con las mejores perspectivas que se recuerdan desde hace años.
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