MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
Una investigación liderada por un equipo del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) concluye que el ruido se relaciona con un mayor riesgo de sufrir ingresos hospitalarios urgentes ligados a trastornos mentales. Los resultados del trabajo acaban de publicarse en la revista ‘Environmental Research’.
Según los autores principales, Laura Gómez, Julio Díaz y Cristina Linares, diversos factores ambientales, como la contaminación atmosférica, el ruido en entornos urbanizados y diferentes variables de tipo meteorológico pueden tener efectos importantes sobre la salud humana. Un equipo liderado por científicos de la Escuela Nacional de Sanidad (ENS) del ISCIII ha analizado el posible impacto de estos factores ambientales sobre los ingresos hospitalarios urgentes por trastornos mentales en la Comunidad de Madrid entre los años 2013 y 2018.
Liderada desde la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de la ENS-ISCIII, la investigación se ha llevado a cabo mediante un estudio ecológico longitudinal de series temporales. Las conclusiones señalan que, en todos los grupos de edad, los ingresos hospitalarios urgentes diarios debidos a trastornos neurológicos del comportamiento y del desarrollo mental presentan una asociación estadísticamente significativa a corto plazo con los niveles de ruido diurno en la Comunidad de Madrid. Por el contrario, no se observa asociación entre este tipo de ingresos hospitalarios urgentes y los niveles de contaminación química del aire.
Las estimaciones de atribución del riesgo llevadas a cabo señalan que el porcentaje de admisiones hospitalarias anuales por trastornos mentales ligadas al ruido urbano puede superar el 5% del total. Los autores señalan que, al ser un estudio ecológico, las conclusiones no deben extrapolarse a niveles de riesgo individual, y que se necesitan más investigaciones y evidencias para poder hablar de causalidad directa entre ruido y enfermedad: “Sabemos que después de ‘picos’ de ruido aumentan los ingresos hospitalarios urgentes, pero no podemos precisar si las personas ingresadas ya tenían una enfermedad mental y el ruido la ha exacerbado, o si son pacientes ingresados sin haber sido antes diagnosticados”, explicaron Díaz y Linares.
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