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El rol de la FINUL en Líbano es restringido: no tiene autorización para usar la fuerza y su tarea se limita a la vigilancia y mediación

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La misión tiene múltiples “deficiencias” y, además, ha perdido su “credibilidad”, sostienen expertos

MADRID, 2 (EUROPA PRESS)

La Fuerza Provisional de Naciones Unidas en Líbano (FINUL), compuesta por 10.000 ‘cascos azules’ de los que alrededor de 650 son españoles, juega un papel muy limitado en la frontera que separa al país de Israel, donde opera para vigilar el cese de hostilidades entre el Estado hebreo y el partido-milicia chií Hezbolá. Su mandato no le permite usar la fuerza y expertos sugieren que debe afrontar cambios si quiere desempeñar un papel relevante en la protección de la frontera.

La misión, establecida en 1978, opera en la llamada ‘Línea Azul’, que se extiende 120 kilómetros a lo largo de la frontera sur de Líbano y la frontera norte de Israel. Actualmente, sus labores están reguladas por la resolución 1701, aprobada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2006, tras la grave crisis entre Israel y el partido-milicia. Su objetivo es poner fin a las hostilidades entre Hezbolá e Israel, reclamando un alto el fuego permanente basado en la creación de una zona de amortiguamiento. Se trata del despliegue de fuerzas de paz más grande del mundo.

En la resolución, el Consejo autorizó un aumento de la dotación de la FINUL hasta un máximo de 15.000 efectivos, un aumento considerable desde los 2.000 previstos, que, además, debía apoyar a las Fuerzas Armadas libanesas mientras Israel se retiraba del sur de Líbano y garantizar el regreso seguro de las personas desplazadas.

La respuesta española a la resolución de la ONU de 2006 fue inmediata y el Parlamento respaldó por práctica unanimidad –sólo hubo dos abstenciones– el envío de un contingente de un máximo de 1.100 efectivos. Desde 2012, tras la revisión estratégica que establecía que los objetivos estaban prácticamente consolidades, los efectivos se redujeron considerablemente y se mantienen entre 600 y 700, siendo alrededor de 650 los militares españoles desplegados actualmente. En total, forman parte de la misión más de 10.000 personas de 50 naciones.

Los ministros de Defensa y Exteriores, Margarita Robles y José Manuel Albares, han indicado este miércoles que no está previsto retirar al contingente español de Líbano, aunque esa decisión corresponde a Naciones Unidas, y han querido trasladar el compromiso con la misión. Con todo, han confirmado que, igual que con los españoles presentes en Líbano, también existe un plan de evacuación previsto por si fuera necesario sacarles. Desde el inicio de la misión, han fallecido en Líbano quince militares españoles.

NO PUEDE ACTUAR

Los militares realizan patrullas a pie y en vehículo para vigilar permanentemente la línea de separación entre Líbano e Israel. También establecen observatorios y realizan otras actividades en colaboración con las Fuerzas Armadas libanesas. Todas estas labores están dirigidas a garantizar el cumplimiento de la resolución 1701.

Sin embargo, el lunes la FINUL suspendió su actividad ante la intensidad de los combates y las especulaciones sobre una intervención terrestre, que finalmente tuvo lugar el martes, y los miembros de la misión se encuentran bunkerizados. Sus labores ahora se centran en la mediación.

El analista Víctor Tricaud de la consultora Control Risk hace hincapié en que, desde 2006, tanto Israel como Hezbolá han violado los términos de la resolución y ninguno ha rendido cuentas por ello: Hezbolá lanza cohetes transfronterizos e Israel lleva a cabo ataques aéreos contra Líbano.

Pero la resolución 1701 se aprobó en virtud del Capítulo VI de los estatutos del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que significa que no puede actuar militarmente y su papel se reduce a la vigilancia y la mediación. Tricaud explica que el veto militar a la misión hace que esta no pueda cumplir “eficazmente” las disposiciones de la resolución, como la de hacer frente a la presencia de grupos armados mediante el uso de la fuerza militar en la ‘Línea Azul’. Es decir, no puede evitar que Hezbolá se arme y ahora tampoco puede actuar contra Israel.

Por lo tanto, Tricaud cree que si el mandato de la misión sigue enmarcado en el Capítulo VI, la eficacia y el impacto de la FINUL seguirán limitados en gran medida a la vigilancia y a la mediación, en un contexto que seguirá siendo inestable.

HA FRACASADO Y HA PERDIDO SU CREDIBILIDAD

Por su parte, los expertos David Schenker y Assaf Orion indican en un trabajo publicado por el ‘think tank’ Washington Institute que la FINUL tiene “muchas deficiencias” y la misión no sólo ha “fracasado”, sino que “ha desperdiciado su credibilidad”. “A menos que se produzcan cambios significativos, hay pocas esperanzas de que pueda desempeñar un papel relevante en la protección de la frontera entre Israel y Líbano”, añaden.

Principalmente culpan a Beirut por obstaculizar el trabajo de la misión. Dicen que las Fuerzas Armadas libanesas han colaborado constantemente con Hezbolá al tiempo que han obstaculizado el acceso de la FINUL a varias zonas. Pero dicen que la misión también “es cómplice”.

“A menudo se muestra reticente a vigilar eficazmente las zonas que podrían generar tensión, se anda con rodeos en sus informes y proporciona asistencia económica a sectores de Hezbolá al sur del río Litani”, señalan, y añaden que estos factores han “erosionado la confianza” israelí y estadounidense en la misión.

A pesar de que los autores creen que Washington podría argumentar la eliminación de la misión, sostienen que la Administración estadounidense aún cree que la fuerza de la ONU puede contribuir a rebajar las tensiones entre Hezbolá e Israel. Por ello proponen una serie de cambios para “rescatar” a la FINUL.

Así, plantean que la FINUL presione a las autoridades libanesas mediante sanciones por no enfrentarse directamente con Hezbolá y no asegurar su frontera con Siria, un punto clave de transferencia de armas para el partido-milicia, y que alienten a las Fuerzas Armadas del país a que sean “más profesionales”, habida cuenta de que sus sueldos y su equipamiento corren de la cuenta de muchos países europeos.

Por otra parte, plantean aumentar las capacidades de la FINUL con unidades de Inteligencia y capacidades de vigilancia técnica pasiva en Líbano, a lo que Hezbolá se ha opuesto desde hace tiempo, pero reducir los efectivos máximos de 13.000 a 10.000, en consonancia con las actividades “reales” que la misión lleva a cabo sobre el terreno.


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