MADRID, 26 (SERVIMEDIA)
El magistrado de la Audiencia Provincial de Sevilla Luis Gonzaga de Oro-Pulido se ha convertido en el primer juez ciego de España en incorporar un perro guía a su vida. Dicen que la justicia es ciega, pero al menos ‘olfato no le falta’ desde que Pusky, un perro labrador, se sienta en el estrado junto al magistrado.
En los pasillos de la Audiencia Provincial de Sevilla los letrados, ujieres, el personal de seguridad y los acusados están acostumbrados a ver pasear al juez junto al can. Son ‘dos siluetas en negro’: la de la toga del magistrado y la del lomo de este perro labrador de dos años, formado en la Fundación ONCE del Perro Guía, que en sus más de 30 años de historia ha facilitado cerca de 3.500 perros a las personas ciegas o con baja visión para mejorar su autonomía, desplazamientos y seguridad.
Luis Gonzaga de Oro-Pulido se afilió a la ONCE en 2004 debido a una retinosis pigmentaria, una degeneración progresiva de la retina que le ha provocado la pérdida casi por completo de la visión.
Este hombre de leyes ha crecido entre la pérdida de la capacidad visual y el aumento de barreras que franquear. Este hombre de leyes sonríe al recordar cuando se tropezó con un muerto en su primer levantamiento de cadáver. “Hay mucha más gente con muchos más problemas que nosotros y que sigue adelante, es lo que me ha ayudado a mí a seguir porque realmente es duro”, reconoce.
“En general lo he llevado relativamente bien. Mis padres no hicieron que tuviera una relevancia grande, restaron importancia al problema que teníamos. Nos hicieron ver que un problema deja de ser un problema cuando no tiene solución. Y lo nuestro no tenía solución, había que tirar hacia adelante”, asegura el magistrado.
Las oposiciones tampoco fueron un obstáculo para De Oro-Pulido y con el resto visual que entonces tenía obtuvo con éxito la plaza de juez. “Mi madre y mi padre siempre me han enseñado que la fuerza, la constancia y el esfuerzo dan sus frutos y efectivamente los da”. No en vano, su madre superó tres cánceres, uno de ellos de piel, y al día siguiente de recibir el alta acudió a su farmacia a trabajar.
Su hijo ha heredado ese tesón y se mantuvo paciente durante los más de cuatro años de lista espera que para conseguir un perro guía.
En 2018 inició el procedimiento de solicitud a la Fundación ONCE que se vio interrumpido por la pandemia. Tras una semana intensa de convivencia en la escuela de Boadilla del Monte de Madrid, finalmente Pusky, un hermoso perro labrador negro, llegó a la vida de Luis.
UN PERRO DE LEY
“La primera reacción fue emocionante, le gustó muchísimo, le quiere un montón y establecieron vínculo muy pronto, ha sido muy gratificante desde nuestra perspectiva”, relata la instructora de la Fundación ONCE del Perro Guía, Nuria García.
Ella los acompañó en los primeros desplazamientos, ‘sus primeros paseos’ juntos por el interior de la Audiencia, del despacho a la sala de juicios, las entradas y salidas por el control de seguridad, las subidas y bajadas por las escaleras del viejo Palacio de Justicia.
Pusky no es un perro de acompañamiento más, sino que se ha convertido en la prolongación de la figura de Luis y él es consciente del cambio de ello. Cuando viaja en autobús, asegura el juez que siempre “pide perdón”, aunque no tenga la culpa. “Creo que con el perro además de ir mucho más seguro y tranquilo seré mucho más visible”, afirma.
En el viejo Palacio de Justicia de Sevilla los compañeros del juez lo han acogido “estupendamente”. Sus compañeras funcionarias le han regalado una especie de cama para que se eche en el despacho que comparte con otros tres magistrados, además de una manta, un bebedero, un cepillo o un juguete para que se entretenga. A la hora del café Pusky es ‘uno más’.
El juez no cree que la presencia de un bastón o un perro guía en un tribunal pueda ser interpretado como un símbolo de debilidad frente a las partes. “Llevo muchos años con esta situación y creo he desempeñado el trabajo con suficiente soltura, lo que opine la gente no me preocupa mucho”.
De Oro-Pulido reconoce que ha ganado en calidad de vida y autonomía con el perro. Durante los seis meses del periodo de adaptación el magistrado se mantendrá en contacto directo con la Fundación ONCE del Perro Guía, a la que está “enormemente agradecido” por el descubrimiento de su nuevo compañero.
Atrás queda un pasado de tropiezos en los pasillos y disculpas constantes en los autobuses. El caso de los obstáculos del juez De Oro-Pulido es gracias a Pusky ‘caso cerrado’.
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