
MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, ha denunciado que pese a haber hecho lo posible para depurar responsabilidades por la tragedia de Novi Sad y atender las demandas de la población, las protestas de los últimos meses han continuado con el claro objetivo de derrocar al Gobierno a través de “una revolución de colores”.
“A mediados de diciembre sabíamos que no sería suficiente y que nada sería suficiente nunca porque el objetivo era una revolución de colores”, ha dicho este viernes el presidente serbio en un discurso a la nación, en vísperas de las protestas masivas que se celebran este sábado en Belgrado, para las que se prevén llegadas de otras ciudades.
Vucic ha advertido de que esta movilización es “ilegal”, pero a pesar de ello ha prometido respetar el derecho de los ciudadanos que acudan a protestar de forma pacífica. “Somos un país claramente democrático”, ha dicho, afeando a otros como Alemania o Francia que “utilicen las porras” en contextos como este.
Así, ha garantizado que los participantes podrán manifestarse de manera pacífica, pero los organizadores sí tendrán que acarrear con las consecuencias legales de haber convocado unas movilizaciones sin autorización y de los posibles altercados que puedan surgir.
“El Estado de Serbia tomará todas las medidas necesarias para garantizar la paz. Aquellos que perturben la paz serán arrestados y castigados severamente”, ha dicho, apelando “a todos los ciudadanos de Serbia” a no provocar disturbios.
“Olvídense de esos juegos sobre la rendición de la Policía, del Ejército, esas historias infantiles de las revoluciones de colores. Es demasiado estúpido”, ha instado Vucic, quien ha asegurado que se ha requisado material incendiario y armas en un coche robado cerca de las instalaciones de la radiotelevisión pública serbia.
En los últimos meses, estudiantes y los partidos de la oposición han pedido la dimisión de Vucic después del derrumbe mortal de un techo de la estación de tren en la ciudad de Novi Sad, que dejó quince muertos y que ha servido para poner el foco en otras demandas de la sociedad serbia.
El Gobierno ha intentado apaciguar a los manifestantes con la aprobación de nuevas leyes o la dimisión de altos cargos, como el primer ministro Milos Vucevic o el ministro Construcción y Transporte, Goran Vesic.
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