MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
El presidente del Tribunal Supremo, Francisco Marín Castán, ha defendido la necesidad de utilizar un lenguaje jurídico claro y ha criticado el “hábito del copia y pega” en resoluciones judiciales y escritos forenses.
Así lo ha manifestado este lunes el presidente del alto tribunal en la introducción general, de la sesión dedicada a la Justicia, dentro de la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, celebrada en el Salón de actos de la Real Academia Española, con la participación de representantes de instituciones de sectores como el judicial, político o educativo, entre otros.
En su opinión, “un mal que aqueja” a las resoluciones judiciales y a los escritos forenses en general, “deriva de la informática, porque junto a sus indudables beneficios ha traído consigo el hábito del copia y pega, de modo que lo que antes era una cuidadosa selección” de jurisprudencia, se ha convertido en “una auténtica plaga”, en un “rellenado sin sentido de páginas y más páginas mediante la transcripción poco reflexiva de sentencias que no exige más que unos segundos”.
Marín Castán ha asegurado que su “preocupación” por la claridad del lenguaje jurídico y, más especialmente, por la claridad del lenguaje judicial, en las sentencias y otras resoluciones, se remonta a su época de estudiante de Derecho, “allá por la década de los setenta del siglo XXI”, cuando un profesor encargó a un grupo de alumnos un trabajo cuya base tenían que ser sentencias del Tribunal Supremo.
Entonces, aquel estudiante se vio desconcertado “por la sensación de no ser capaz de seguir una argumentación generalmente desarrollada mediante toda una cadena de oraciones subordinadas a cuyo término era difícil” recordar el comienzo del proceso del razonamiento “y, por tanto, comprender el razonamiento así desarrollado”.
Así, ha indicado que la ley del Poder Judicial de 1985 “quiso remediar la oscuridad de ese lenguaje judicial, prescindiendo de resultandos y considerandos, para sustituirlos, respectivamente, por antecedentes de hecho y fundamentos de derecho en párrafos separados y numerados, y entre medias, cuando procedía los hechos probados”.
A su juicio, “esta novedad contribuyó a una mayor claridad de las sentencias en general”. En cualquier caso, “la preocupación por una mayor claridad del lenguaje judicial nunca dejó de existir”, porque subsistía en muchos jueces y magistrados ponentes la tendencia al razonamiento que encadenaba oraciones subordinadas “o bien la tendencia al lenguaje oscuro sobre texto de una pretendida altura o calidad técnica”. En este punto, el presidente del Supremo ha asegurado que, como juez o como ponente de un tribunal colegiado, intentó que sus sentencias “se pudieran entender sin ningún miedo a ser tachado de poco técnico”.
“Lo cierto es que la preocupación por la falta de claridad del lenguaje judicial sigue existiendo y, a mi juicio, no es nada injustificada. Para comprenderlo basta con presenciar la lectura en cualquier programa de televisión o de radio de una sentencia condenatoria por intromisión ilegítima en el derecho al honor”, ha asegurado, aludiendo a la fórmula habitual del fallo: “debo condenar y condeno”.
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