ROMA, 28 (EUROPA PRESS)
El Papa ha rezado por las víctimas del devastador terremoto de L’Aquila (región italiana de los Abruzos) que en 2009 causó 309 víctimas, al reunirse con sus familiares en la visita que ha realizado este domingo en helicóptero a la ciudad italiana.
“Las palabras no son suficientes para calmar el dolor”, ha expresado el Papa. “Quiero expresar mi cercanía a sus familiares y a toda la comunidad, que ha afrontado con gran dignidad las consecuencias de ese trágico acontecimiento”, ha señalado Francisco ante los presentes en el encuentro en la Plaza de la catedral L’Aquila, que aún muestra los defectos provocados por el sismo y está en fase de reconstrucción. Tras la visita privada, el pontífice ha saludado uno por uno a los familiares de las víctimas del terremoto.
“Os agradezco vuestro testimonio de fe: a pesar del dolor y el desconcierto, propios de nuestra fe de peregrinos, habéis fijado vuestra mirada en Cristo, crucificado y resucitado, que con su amor ha redimido el dolor y la muerte del sinsentido”, ha añadido en su discurso.
El Papa ha destacado que cuando “el dolor está ahí”, las palabras “bonitas” pueden ayudar, pero “el dolor permanece”. Y ha agregado: “Con las palabras el dolor no desaparece. Sólo con la cercanía, la amistad, el afecto, el caminar juntos, el ayudarse como hermanos, permite avanzar. O somos un pueblo de Dios o los problemas y los dolores como éste no tienen solución”.
Francisco ha apelado a la comunidad diciéndoles: “Habéis sufrido mucho con el terremoto, y como pueblo estáis intentando levantaros y volver a poneros en pie”. “Pero los que habéis sufrido debéis ser capaces de atesorar su sufrimiento, debéis comprender que en la oscuridad que habéis experimentado, también se os ha dado el don de comprender el dolor de los demás. Podéis atesorar el don de la misericordia porque sabéis lo que significa perderlo todo, ver cómo se desmorona lo que has construido, dejar atrás lo más querido, sentir el desgarro de la ausencia de los seres queridos. Podéis apreciar la misericordia porque has experimentado la miseria”, ha manifestado.
De esta manera, el pontífice ha alertado frente a los “terremotos del alma” y ha expresado “que te pone en contacto con tu propia fragilidad, tus propias limitaciones, tu propia miseria”. A su juicio, esto puede ser una experiencia en la que “uno puede perderlo todo, pero también puede aprender la verdadera humildad. En tales circunstancias, uno puede dejarse enfurecer por la vida, o puede aprender la mansedumbre. La humildad y la mansedumbre, pues, son las características de quien tiene la tarea de custodiar y dar testimonio de la misericordia”, ha asegurado el pontífice.
El Papa ha lamentado también que “con demasiada frecuencia la gente cree que vale según el lugar que ocupa en este mundo” pero ha advertido que “el hombre no es el lugar que ocupa, sino la libertad de la que es capaz y que manifiesta plenamente cuando ocupa el último lugar, o cuando se le reserva un lugar en la Cruz”.
Para el Papa “el cristiano sabe que su vida no es una carrera a la manera de este mundo, sino una carrera a la manera de Cristo, que dirá de sí mismo que ha venido a servir y no a ser servido”. “Mientras no comprendamos que la revolución del Evangelio reside en este tipo de libertad, seguiremos siendo testigos de guerras, violencia e injusticia, que no son más que el síntoma externo de una falta de libertad interior. Donde no hay libertad interior, se abren paso el egoísmo, el individualismo, el interés propio y la opresión”, ha dicho.
Del mismo modo, ha dejado claro que “es fundamental activar y potenciar la colaboración orgánica, en sinergia, de las instituciones y entidades asociativas” para superar las tragedias. Francisco ha defendido que se ponga en marcha “una concordia esforzada, un compromiso con visión de futuro” para trabajar “por los hijos, por los nietos y por el futuro”.
A su llegada en helicóptero a L’Aquila, el pontífice ha sido recibido por el cardenal Giuseppe Petrocchi; el presidente de la región de los Abruzos, Marco Marsilio y el alcalde Pierluigi Biondi.
Después se ha dirigido a la basílica de Santa María del Collemaggio para abrir la Puerta Santa de manera que cualquier fiel –arrepentido y confesado que comulgue y rece el Credo, el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, según las intenciones del Papa– podrá obtener la indulgencia plenaria concedida por el Papa Celestino V con la bula Inter sanctorum solemnia.
Precisamente, en la basílica de Collemaggio en la ciudad italiana de L’Aquila está enterrado el Papa Celestino V que, a los pocos meses de haber sido elegido, decidió renunciar para volver a la vida monástica.
Francisco ha viajado en helicóptero a esta ciudad, a 130 kilómetros de Roma, un día después de la creación de 20 nuevos cardenales –entre ellos el salmantino Monseñor Fernando Vérgez, presidente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano y de la Pontificia Comisión vaticana–, en la basílica de San Pedro, y un día antes de que arranque en el Vaticano el Consistorio, de los días 29 y 30 de agosto, para analizar la aplicación de la nueva Constitución del Vaticano, Predicate Evangelium, al que están invitados los 229 cardenales de la Santa Sede.
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