ROMA, 27 (EUROPA PRESS)
El Papa denuncia que la naturaleza “está esclavizada” y se encuentra “incapacitada para realizar aquello para lo que fue concebida” por culpa de “los abusos del hombre” al tiempo que carga contra “la arrogancia prometeica de quienes manipulan la Tierra”, en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará el domingo 1 de septiembre de 2024 bajo el título ‘Esperar y actuar’ con la creación.
El Pontífice insta a pasar de ser “depredadores” del mundo a “agricultores” del jardín que es la Tierra y que Dios confió al hombre y reitera, como ya hizo durante el G7 de Bríndisi, que es urgente poner límites éticos al desarrollo de la inteligencia artificial. Además, alerta de que el poder sin control “genera monstruos”.
En su mensaje, el Pontífice precisa que Tierra está confiada al hombre, pero sigue siendo de Dios, por lo que pretender poseer y dominar la naturaleza, manipulándola a voluntad, es una forma de “idolatría”. “Es el hombre prometeico, ebrio de su propio poder tecnocrático, quien arrogantemente pone a la Tierra en una condición ‘deshonrada’, es decir, privada de la gracia de Dios”, afirma.
“¿Por qué tanto mal en el mundo? ¿Por qué tanta injusticia, tantas guerras fratricidas que matan niños, destruyen ciudades, contaminan el entorno vital del hombre, la madre tierra, violada y devastada?”, se pregunta.
Sin embargo, en una reflexión teológica asegura que también el abuso humano sobre la creación encuentra respuesta en la redención de Cristo. “En la espera esperanzada y perseverante del retorno glorioso de Jesús, el Espíritu Santo mantiene vigilante a la comunidad creyente y la instruye continuamente, la llama a la conversión en los estilos de vida, a resistir a la degradación humana del medio ambiente y a manifestar esa crítica social que es ante todo testimonio de la posibilidad del cambio”, indica.
Francisco cita a Benedicto XVI y asegura que no es la ciencia la que redime al hombre sino el “amor de Dios en Cristo”. “La salvaguardia de la creación –continúa el obispo de Roma– no es, por tanto, sólo una cuestión ética, sino también eminentemente teológica: concierne, en efecto, a la imbricación entre el misterio del hombre y el misterio de Dios”.
En este sentido, avisa de que no está en juego sólo la vida terrena del hombre, sino sobre todo su destino en la eternidad y señala la esperanza de que en el futuro sea posible contemplar con esperanza el vínculo de solidaridad entre el ser humano y todas las demás criaturas.
“Esperar y actuar con la creación significa, en primer lugar, aunar esfuerzos y, caminando junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, contribuir a pensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites”, señala para lamentar, citando su exhortación ‘Laudato Deum’, que el poder del hombre “ha aumentado frenéticamente en pocas décadas”.
Y ha asegurado: “Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia”.
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