CÓRDOBA, 2 (EUROPA PRESS)
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que ha visitado recientemente la Misión Diocesana de Picota, en Perú, ha destacado el “puente misionero” que une a esta “prolongación de la Diócesis de Córdoba en tierras peruanas”, donde “ha construido un santuario a la Virgen del Soterraño y la Casa Hogar de Niñas Virgen de Araceli”, además de levantar varios templos, salones para actividades pastorales, una biblioteca y el Centro Pastoral.
Así lo ha reseñado el obispo en su carta semanal, recogida por Europa Press y en la que ha recordado que la Misión Diocesana de Picota, ubicada en la Prelatura de Moyobamba, es fruto del “acuerdo del obispo prelado de Moyobamba y del obispo de Córdoba”, de forma que, “desde octubre de 2010, la Diócesis de Córdoba atiende la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Picota”.
En esos más de 12 años “ha habido continuamente dos sacerdotes cordobeses en estancias sucesivas de cuatro años cada uno”, tiempo que han empleado “en la evangelización de aquella parroquia, que cuenta con 100 comunidades diseminadas por la selva peruana”, que, en esta reciente visita ha “impresionado” a Demetrio Fernández, por “la abundancia de niños y jóvenes”.
Es, según ha resaltado el obispo en su carta, “un país lleno de vida, que contrasta con nuestros ambientes europeos, donde la pirámide de edad está invertida. Entre nosotros abundan los mayores y escasean los niños y jóvenes”, esa es, precisamente, “la mayor riqueza de aquellas tierras, su gente joven con un gran futuro por delante”.
Demetrio Fernández ha podido recorrer “algunas de las 100 comunidades que atienden los dos sacerdotes de Córdoba: llegar a El Dorado fue toda una proeza por caminos intransitables, a donde hacía siete años que no llegaba un sacerdote y pude hacer nueve bautizos. Shamboyacu, lugar más adentro de la selva, donde en estos años la Diócesis de Córdoba ha construido un santuario a la Virgen del Soterraño y la Casa Hogar de Niñas Virgen de Araceli”.
También, según ha relatado el obispo, “se han levantado varios templos, haciendo casas dignas para el Señor y para la comunidad católica. La Casa Parroquial, los salones para actividades pastorales, el Centro Pastoral y la biblioteca son ahora realidades visibles, pero hay toda una labor invisible y más importante de evangelización, de catequesis y de promoción humana”.
Entre tanto, “la Diócesis de Córdoba tiene abierto este puente misionero, a través del cual han podido ir hasta allí grupos de jóvenes, nuestros propios seminaristas, seglares de cooperación internacional y algunos sacerdotes”, señalando por último el obispo que “la visita a la Misión de Picota ensancha el horizonte de la vida, nos hace valorar lo mucho que tenemos e incluso nos sobra, y nos hace sensibles a las necesidades elementales de nuestros hermanos más pobres. Ellos nos enseñan lo felices que son con lo poco que tienen y nos ayudan a confiar en Dios que nunca falla”.
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