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El lobo ocupaba al menos el 65% del territorio peninsular a mediados del siglo XIX, tres veces más que ahora, según CSIC

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MADRID, 2 (EUROPA PRESS)

La distribución del lobo a mediados del siglo XIX era de, al menos, un 65 por ciento de la superficie de la Península Ibérica, tres veces más que en la actualidad, según la estimación de un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD), instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Para llegar a estas conclusiones, han acudido al diccionario geográfico editado por Pascual Madoz a mediados del siglo XIX, que describía cada población de España y accidente geográfico, así como a modelos estadísticos. El trabajo ha sido realizado en colaboración con el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad – iDiv y ha sido publicado en la revista ‘Animal Conservation’.

“El conocimiento que se tiene de estos declives proviene de la comparación de índices que describen la distribución y la abundancia de especies a lo largo del tiempo”, ha explicado el investigador de la Estación Biológica de Doñana y autor principal del trabajo, Miguel Clavero.

Sin embargo, ha apuntado que los datos necesarios para calcular esos índices “sólo han empezado a tomarse muy recientemente, en las últimas décadas, mientras que los impactos de las actividades humanas llevan ya siglos ocurriendo”.

Por este motivo, la percepción que se tiene de los declives recientes “puede ser una mera miniatura de los declives reales”. “Incluso la supuesta ‘expansión’ de algunas especies puede no ser más que un espejismo, resultado de mirar a través de una ventana temporal muy limitada, como ocurre con el lobo en la actualidad”, ha añadido.

LA ACTUAL “EXPANSIÓN” DEL LOBO

El investigador ha señalado que la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres de Protección Especial “impone fuertes limitaciones a estos controles y ha encontrado la oposición frontal de algunos actores sociales”.

Así, ha advertido de que, en un contexto “tan conflictivo”, es “muy importante disponer de una evaluación objetiva de las tendencias a largo plazo y el estado de conservación del lobo, más allá de lo que haya ocurrido en los últimos años”.

Comparando la situación actual con la distribución histórica, la superficie hoy ocupada supondría poco más del 30 por ciento de la histórica alcanzada a mediados del siglo XIX. Introduciendo esta visión a largo plazo, “la supuesta expansión reciente de la especie supondría poco más que una estabilización del acusado declive sufrido por la especie”.

Una auténtica recuperación de la especie y de sus importantes funciones ecológicas “implicaría su retorno a las zonas de presencia histórica fuera del cuadrante noroccidental español”. Este horizonte implica “numerosos retos” para la convivencia entre humanos y lobos, especialmente en lugares en los que la presencia de la especie no forma ya parte de la memoria colectiva.

El trabajo recién publicado muestra el potencial de las fuentes históricas para conocer el medio natural e informar su gestión en la actualidad. Explotar correctamente estas fuentes implica un “gran y cuidadoso esfuerzo” y requiere la aplicación de técnicas estadísticas para “corregir las diversas lagunas y sesgos de información que contienen los documentos históricos”.

“El esfuerzo merece la pena si conseguimos ampliar el horizonte temporal en que evaluamos el estado y las tendencias de los ecosistemas y las especies que los ocupan”, ha concluido Clavero.


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