MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Según un nuevo estudio publicado en ‘Journal of the American Heart Association’, de la Asociación Americana del Corazón, los adultos jóvenes que declararon tener más estrés durante su adolescencia hasta la edad adulta eran más propensos a padecer hipertensión arterial, obesidad y otros factores de riesgo cardiometabólico que sus compañeros que declararon tener menos estrés.
Los factores de riesgo cardiometabólico suelen ir unidos y son una causa importante de enfermedad cardiovascular. Entre ellos se encuentran la obesidad, la diabetes de tipo 2 o prediabetes, el colesterol elevado y la hipertensión arterial, según los investigadores.
“Comprender los efectos del estrés percibido desde la infancia es importante para prevenir, reducir o controlar los factores de riesgo cardiometabólico más elevados en los adultos jóvenes”, ha afirmado el autor del estudio, el doctor Fangqi Guo, investigador postdoctoral de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles (Estados Unidos).
“Nuestros hallazgos sugieren que los patrones de estrés percibido a lo largo del tiempo tienen un efecto de gran alcance sobre diversas medidas cardiometabólicas, incluyendo la distribución de la grasa, la salud vascular y la obesidad”, ha dicho Guo. “Esto podría poner de relieve la importancia de controlar el estrés ya en la adolescencia como conducta protectora de la salud”, ha añadido.
En 2020, las enfermedades cardiometabólicas, incluidas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes de tipo 2, eran las condiciones de salud crónicas más prevalentes y, en conjunto, representaban casi una cuarta parte de todas las muertes en los Estados Unidos, según las estadísticas de la Asociación Americana del Corazón.
En 2023, la Asociación Americana del Corazón señaló las fuertes conexiones entre las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades renales, la diabetes de tipo 2 y la obesidad, y sugirió redefinir el riesgo cardiovascular, la prevención y la gestión.
Las adversidades infantiles afectan a la salud cardiometabólica en todo el rumbo de la vida, y las intervenciones que mejoran las exposiciones tempranas pueden ser más apropiadas que las intervenciones para los efectos de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular más adelante en la vida, según una Declaración Científica de la Asociación Americana del Corazón de 2017: ‘Childhood and Adolescent Adversity and Cardiometabolic Outcomes’. En las últimas décadas, los investigadores han descubierto que el estrés percibido es un factor de riesgo para las condiciones de salud cardiometabólica.
Para este estudio, los investigadores analizaron la información sanitaria del ‘Southern California Children’s Health Study’. Los participantes se habían inscrito en el estudio de niños junto con sus padres, y luego participaron en evaluaciones de seguimiento como adolescentes –de 13 años de media– y como adultos jóvenes –de 24 años de media–.
En cada etapa, el estrés se midió con una Escala de Estrés Percibido de cuatro ítems, un cuestionario sobre sentimientos y pensamientos durante el último mes.
Los participantes en el estudio se clasificaron en cuatro grupos en función del riesgo: estrés elevado constante a lo largo del tiempo, estrés decreciente, estrés creciente y estrés bajo constante.
Para evaluar el riesgo cardiometabólico en la edad adulta joven, Guo y sus colegas utilizaron medidas de grosor íntima-media de la arteria carótida (mide el grosor de la arteria del cuello); presión arterial sistólica (número superior) y diastólica (número inferior); peso, porcentaje de grasa corporal y distribución de la grasa; y hemoglobina A1c.
La hemoglobina A1c mide el nivel de azúcar en sangre a lo largo del tiempo; un mayor grosor de las capas internas de la arteria del cuello sugiere que la sangre puede no fluir con fluidez; y más grasa alrededor del abdomen se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y/o diabetes de tipo 2.
“Aunque suponíamos que los patrones de estrés percibido debían tener alguna relación con las medidas cardiometabólicas, no esperábamos patrones tan consistentes en varios factores de riesgo”, ha dicho Guo.
Así, los investigadores llaman a evaluar los niveles de estrés de los individuos durante las visitas clínicas. De esta manera, aquellos con niveles más altos pueden ser identificados y recibir tratamiento antes.
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