MADRID, 26 (EUROPA PRESS)
El estallido de la guerra de Ucrania hace casi dos años provocó a escala internacional un descenso colectivo de la sensación de bienestar de la población, independientemente de la edad, el sexo, las opiniones políticas o cualquier otro atributo que tuvieran las personas interrogadas, según un estudio internacional dirigido por los psicólogos Julian Scharbert y Mitja Back, de la Universidad de Münster (Alemania).
Sin embargo, los rasgos individuales de personalidad desempeñan un papel decisivo en lo que respecta a la recuperación del shock. El estudio se basó en unas 45.000 encuestas individuales realizadas a 1.300 personas de 17 países europeos, con la participación de más de 50 investigadores. Los resultados del estudio se han publicado ahora en la revista ‘Nature Communications’.
La investigación, realizada entre finales de 2021 y el verano de 2022, permitió observar el rumbo de los estados de ánimo que los entrevistados experimentaron día a día en las semanas que rodearon el estallido de la guerra.
“Normalmente, no es posible examinar acontecimientos tan impactantes en un marco temporal preciso y, al mismo tiempo, con un alcance geográfico tan amplio”, según Mitja Beck. Los datos son “únicos”, afirma. Los investigadores se concentraron en personas de Europa, en un periodo de dos meses en torno al estallido de la guerra, el 24 de febrero de 2022.
PRINCIPALES CONCLUSIONES
Así, según el estudio, el estrés mental colectivo medible es mayor que tras la catástrofe nuclear de Fukushima en 2011 y tras el confinamiento de la Covid en 2020.
Por otro lado, en el periodo encuestado, la sensación de bienestar de los europeos fue significativamente menor que la de los habitantes del resto del mundo. La encuesta no ofrece ningún indicio de conexión entre los niveles de preocupación y la solidaridad activa, por ejemplo a través de donaciones o participando en manifestaciones.
Se observó un deterioro del nivel medio de salud mental en los días en que la guerra tuvo una presencia especialmente fuerte en los medios de comunicación.
El estudio, centrado en la salud mental, añade una nueva dimensión al debate sobre las consecuencias humanitarias, políticas y económicas de la guerra.
Mientras que el bienestar de la gente era estable antes de que estallara la guerra, hubo un empeoramiento colectivo el día de la invasión rusa. Sin embargo, cuando analizaron la cuestión de la recuperación de la gente tras este choque, los investigadores se encontraron con diferencias sistemáticas.
“En comparación con las personas que tenían una personalidad estable, las que tenían una personalidad más vulnerable y menos estable no se habían recuperado un mes después del comienzo de la guerra”, explica Julian Scharbert, estudiante de doctorado y autor principal del estudio.
“Además de las consecuencias obvias de la guerra, como el flujo de refugiados y la interrupción de las cadenas de suministro, hay dimensiones menos evidentes: el impacto de las noticias y las imágenes diarias en la psique”, señala Scharbert.
“Nuestros datos indican que los actores políticos y sociales deberían centrarse en la salud mental también en tiempos de crisis, especialmente en el caso de las personas que, en cualquier caso, son más vulnerables al estrés”, afirma.
Los investigadores señalan que es probable que los habitantes de Ucrania y Rusia hayan estado sometidos a niveles de estrés mucho más elevados, pero no se dispone de datos sobre estos países.
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