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El debut de Eliza Griffiths se titula ‘Promesa’, en el que expresa: “Nada es más degradante que ser juzgado por tu piel y que decidan que no eres humano”

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MADRID, 21 (EUROPA PRESS)

La poeta Rachel Eliza Griffiths, mujer de Salman Rushdie, firma en ‘Promesa’ (Random House) su debut novelístico, una historia sobre el racismo en la sociedad de Estados Unidos desde la posición de una familia afroamericana. En ese sentido, Griffiths ha expresado que no hay “nada más degradante” que una persona que al mirar la piel o cuerpo de otra persona decide que “no es humano”.

“He tenido que tratar tantas cosas en mi vida relacionadas con racismo, de leve a muy grave, y con muchos grados entre medio. Pero no hay nada tan degradante como alguien que te mira, que mira tu piel, tu cuerpo, y decide que tú no eres humano. O que trata a tu madre o a tu padre como un esclavo, como un animal que no merece dignidad. Me parece algo absolutamente intolerable”, ha sentenciado la escritora en un encuentro con medios este martes.

Así, ha asegurado que el racismo tiene efectos “muy negativos” en las identidades de quiénes lo sufren porque lo internalizan, algo que ella está en proceso “de dejar ir”. Además, ha reiterado que en Estados Unidos sigue habiendo mucha discriminación por la raza, al igual que en “prácticamente cualquier continente”.

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“Puede (el racismo) tener efectos realmente muy negativos en tu psique, en tu identidad, en tu trabajo como escritor, como persona, si internalizas estos elementos. Todavía estoy en el proceso de soltar, dejar ir, momentos muy dolorosos de mi vida en los que la raza es lo que alguien puede utilizar contra mí para oprimirme. Y me parece asqueroso, repugnante. Y al mismo tiempo Estados Unidos, no está para nada aisladas del racismo. Hay muchísimo, muchísimo racismo prácticamente en cualquier continente que mires. Pero es que creo que es una cuestión central y fundamental para la experiencia humana en este momento. ¿Por qué tenemos que seguir haciendo esto? ¿Por qué y cómo conectamos esto con el capitalismo, con el fascismo, con la opresión, con la violencia? Utilizar la raza para tener poder y para tener recursos”, ha explicado.

En ese sentido, y haciendo alusión a la toma de posesión de Donald Trump como el presidente número 47 de Estados Unidos, la escritora ha mostrado su sorpresa y tristeza por el lema ‘Make America Great Again’ porque implica “control del cuerpo de las mujeres” haciendo referencia a unos años de “presunta grandeza”.

“Me resulta un tanto triste es que hay tantos elementos, tantos aspectos de esa época (1950) que son tan urgentes e inmediatos. Como ahora, ese America Great Again es volver a Jim Crow, a ese control del cuerpo de las mujeres por arte de los hombres. Esta presunta grandeza de Estados Unidos, ¿qué significa volver a 1950? En aquel momento no se podía ni mencionar la palabra gay ni homosexual, era imposible. El matrimonio entre distintas razas era ilegal. Y hay tantas cosas que están pasando ahora que hacen un eco de esa presunta época grande. Cuando la gente venía en barcos, la esclavitud, cuando teníamos que beber de fuentes distintas, o no podíamos ir a la misma escuela, ¿es eso en la Gran América de la que se habla ahora?”, ha cuestionado.

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DEBUT NOVELÍSTICO

Griffiths llega a la novela después de explorar campos como la poesía, fotografía o el arte visual y fue la muerte de su madre, en 2014, lo que le hizo escribir un libro con la palabra ‘promesa’. Así, ha explicado que ha tardado en llegar a este género porque le ha costado tiempo “escuchar” su propia voz.

“Siempre he escrito prosa, en realidad, desde niña. Seguramente escribí prosa antes de escribir poesía, aunque he ido manejando los diferentes géneros al mismo tiempo. Lo que sucede con la prosa, y con el hecho de ser novelista, es que me llevó más tiempo escuchar mi propia voz, identificarme con mi estilo, así que tuve que ser paciente a la hora de desarrollar mi propio ecosistema interior en lo que respecta a escribir prosa, pero siempre he escrito”, ha concretado.

Precisamente, la figura materna –le dedica el libro a su padre y a su madre– ha sido la que más le ha marcado a la hora de desarrollar su carrera, y en ese sentido le ha agradecido la “generosidad y la disciplina”.

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“Algo que me ha dejado ha sido una cierta generosidad para con los demás y para conmigo misma. Y, después, la disciplina. Mi madre era mucho más bajita que yo pero era una mujer feroz, tenía casi un fuego en ella, una personalidad muy marcada. Soy una mujer muy tranquila, muy comedida, aunque a medida que me hago mayor, siento más fuego dentro de mí, pero creo que la disciplina de su trabajo, me marcó mucho. Ella era una superviviente y parte de la fuerza que tengo en mí la aprendí observando su fuerza”, ha recordado.


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