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El coordinador de la JMJ Lisboa afirma que, un año más tarde, hubo situaciones de esfuerzo y dificultad, pero que todo resultó en una experiencia gratificante

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MADRID, 6 (EUROPA PRESS)

El cardenal Américo Aguiar, que fue coordinador general de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2023, ha asegurado, cuando se cumple un año de aquella fiesta de la Iglesia que “no todo salió bien” y que hubo momentos de “verdadero sudor y lágrimas” pero que “todo valió la pena”.

“No sería verdadero ni realista si pintara todo de ‘rosa’. No todo salió bien, tuvimos momentos de verdadero sudor y lágrimas. No siempre nos entendimos, no siempre confiamos unos en otros, no siempre fuimos hermanos y hermanas en Cristo. Pero nuestras debilidades fueron y siguen siendo prueba viva de nuestra humanidad, solo superada por la inmensa misericordia de Dios”, señala en su escrito, al que ha tenido acceso Europa Press.

En este sentido, cuando se cumple un año de la JMJ de Lisboa, el cardenal portugués dice que mira hacia atrás y que “todo valió la pena”.

“Todos los días, cada viaje, cada reunión –y fueron miles–, cada celebración. Valió la pena, sobre todo, porque éramos la Iglesia Viva de Nuestro Señor. Que canta, reza y llora. Que se alegra, se entristece, se llena de esperanza y confianza. Que se encuentra en Jesús y con el Jesús Vivo. Que se reúne en torno al Pastor y se alegra con solo verlo pasar. La Iglesia Viva de Nuestro Señor, donde todos somos hijos e hijas muy amados, todos, todos, todos”, subraya.

Según recuerda, a lo largo de los años de preparación de la JMJ de Lisboa tuvo muchos sentimientos. “Pasaba de la alegría al asombro, del miedo a la desesperación, de las dudas a las convicciones”, reconoce, al tiempo que afirma que la dimensión global de organizar una jornada así “es casi abrumadora, porque los recursos humanos, técnicos y financieros empiezan casi desde cero y nunca sabes dónde te llevarán”.

Si bien, pone de relieve que “en la práctica es posible” y que lo fue gracias a la implicación de “todo el país” y “todas las diócesis” que “ofrecieron lo mejor que tenían para acoger a los jóvenes, los cuidaron y los acompañaron juntos a Lisboa”. “En aquellos días reinaba un sentimiento general de alegría, de sonrisas entre extraños, de apoyo inesperado y desinteresado en las calles de la ciudad”, añade.

De manera “muy especial”, el cardenal dice que nunca podrá olvidar la satisfacción que vio en los ojos del Papa Francisco a quien informó de todos los preparativos de la JMJ.

“Con él compartí muchas de las alegrías y preocupaciones que llenaron nuestros días, especialmente en el año previo a la Jornada. El Papa Francisco fue y es el Pastor que deja todo para ir en busca de los que se quedan atrás, los que se sienten lejanos o debilitados. Sé también que todos los vídeos que grabó, de forma tan informal y cercana, son una muestra concreta de su estima por todos nosotros”, explica.

También expresa su agradecimiento “a cada voluntario, a cada familia de acogida, a cada agente de seguridad, a cada empleado de todos los servicios que brindaron ayuda, a cada sacerdote.

“Decir a todos, sin distinciones de raza, lengua o credo, que cada Jornada Mundial de la Juventud es única y que ninguno de nosotros puede llegar a imaginar los frutos que pueden nacer y crecer en la vida de los jóvenes peregrinos, de las Iglesias locales o incluso de la Iglesia Universal”, señala.


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