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El conocimiento limitado de la biodiversidad dificulta la conservación de la Antártida

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MADRID, 06 (SERVIMEDIA)

Actualmente existe un gran desconocimiento sobre gran parte de la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres de la Antártida, a pesar de que se conoce bastante sobre la biología de vertebrados marinos que se reproducen en la costa (como pingüinos y focas), lo que dificulta la conservación del continente helado.

Así se explica en un estudio internacional liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos (IICG-URJC), y publicado este jueves en la revista ‘Science’.

Los investigadores destacan la necesidad de invertir más en estudios taxonómicos sobre grupos crípticos, monitorización de poblaciones, muestreos regionales en zonas menos exploradas, y la caracterización de rasgos funcionales y respuestas fisiológicas.

“Este estudio nos ha permitido por primera vez tener una visión completa del nivel de conocimiento ecológico para todo un continente, estableciendo la pauta para exportar este tipo de estudios a Europa y otros territorios con mucha más complejidad”, señala Luis R. Pertierra, líder del estudio.

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Asunción de los Ríos, del MNCN-CISC, recalca que la Antártida es uno de los pocos territorios del planeta que quedan prácticamente prístinos, con unas características ambientales que hacen que albergue una biodiversidad única.

“La investigación en el continente helado comenzó hace apenas dos siglos y su estudio ha revelado importantes descubrimientos acerca de la evolución y el funcionamiento de la vida en lugares tan aislados y con unas condiciones climáticas tan extremas”, comenta De los Ríos.

“IMPORTANTES FUNCIONES”

Leopoldo García Sancho investigador de la Universidad Complutense de Madrid, añade que, “además, se trata de ecosistemas que realizan importantes funciones, como la regulación del clima y, por tanto, es clave entender cómo se están viendo afectados por los efectos del cambio global”.

Este estudio confirma que se han descrito ya más de 2.000 especies de fauna, microbiota y flora terrestre para un sistema aparentemente inerte y rodeado de hielo, pero faltan muchas más por descubrir.

A esto se suma la dificultad de acceder a decenas de miles de microorganismos (como bacterias y virus) que previsiblemente están bajo el hielo.

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“Estamos en un punto crítico en el que es necesario parar y analizar qué conocemos y qué falta por descubrir sobre este fascinante continente para dirigir los siguientes esfuerzos de investigación.”, indica Pertierra.

“QUIÉN COME A QUIÉN”

El análisis de datos masivos muestra que, dentro de los animales (casi 400 especies), el protagonismo se lo llevan en gran medida una veintena de vertebrados, con un conocimiento minoritario, pero creciente en invertebrados.

En cambio, apenas se conoce la estructura de las redes tróficas en los ecosistemas antárticos. “Básicamente nuestro conocimiento está limitado a una idea aproximada de quién come a quién”, indica Pertierra.

Falta también mucha información sobre los rasgos funcionales de la mayoría de las especies, lo que dificulta identificar los mecanismos que les permiten adaptar su fisiología a condiciones extremas.

En el caso de la flora hay una amplia comprensión sobre su distribución, cada vez mejor gracias a mediciones satelitales que identifican manchas de vegetación en imágenes de alta resolución, pero ese conocimiento no se ve arropado por avances en otras disciplinas. El desconocimiento sobre los microorganismos es aún mucho mayor.

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En el trabajo se hace hincapié en que ese desequilibrio en el conocimiento de la biología de tantos grupos de organismos impide comprender cómo se desarrollan los procesos ecológicos en la Antártida, algo clave para poder guiar medidas de conservación ante el calentamiento global.


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