MADRID, 05 (SERVIMEDIA)
Los pueblos precoloniales de Brasil pudieron haberse reunido en los meses de verano de hace más de 2.000 años para darse un festín con abundante pescado de temporada y bebidas alcohólicas en lo que serían los orígenes del carnaval en ese país, cuyas celebraciones son de las más populares en el mundo.
Así lo sugiere un estudio internacional del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autonoma de Barcelona (ICTA-UAB), la Universidad de York (Reino Unido) y la Universidad Federal de Pelotas (Brasil), que documenta estas primeras fiestas populares en Brasil.
El estudio, publicado este miércoles en la revista ‘PLOS ONE’, se basa en el análisis de fragmentos de cerámica que datan de hace entre 2.300 y 1.200 años, y que fueron descubiertos alrededor de la laguna de Patos (Brasil).
Las orillas de esa laguna se caracterizan por presentar unos montículos de tierra asentados conocidos como ‘cerritos’, que construyeron los antepasados precoloniales de los grupos indígenas pampeanos: los charrúas y los minuanes.
Tras analizar unos fragmentos de cerámica milenarios que se hallaron en esa zona, un grupo de investigación ha podido identificar los primeros indicios de producción de bebidas alcohólicas en la región.
Mediante técnicas avanzadas de análisis de la cerámica, lograron revelar rastros de bebidas elaboradas con vegetales, probablemente tubérculos, maíz dulce y palma. Otros fragmentos de cerámica contenían pruebas de la elaboración de recetas con pescado.
SIGNIFICADO SIMBÓLICO
El descubrimiento refuerza la creencia de que los pueblos precoloniales se reunían en torno a estos montículos, que tenían un significado simbólico o, por ejemplo, podían ser enterramientos, marcadores territoriales o monumentos. Allá llevaban a cabo celebraciones y se daban festines con abundante pescado estacional.
Un estudio anterior en el que se analizaron isótopos de antiguos restos humanos desenterrados en la zona ya indicó que las personas que habitaban en ese territorio tenían dietas diversas, lo que sugiere que la gente tal vez viajó a la laguna desde otra región.
Marjolein Admiraal, que llevó a cabo la investigación en el laboratorio de bioarqueología BioArCh de la Universidad de York, sugiere que las reuniones estacionales en los montículos eran importantes acontecimientos culturales que agrupaban a comunidades dispersas para explotar y celebrar el regreso de peces migratorios, como la corvina rubia, que probablemente requería un esfuerzo colectivo para su preparación.
“Vemos ejemplos de estas prácticas en todo el mundo, a menudo relacionadas con la abundancia estacional de ciertas especies migratorias. Estos acontecimientos brindan una excelente oportunidad para llevar a cabo actividades sociales, como funerales y matrimonios, y tienen un gran significado cultural”, explica.
Admiraal añade: “Nuestros hallazgos, que se apoyan en una combinación de enfoques biomoleculares e isotópicos en el análisis de residuos orgánicos, aportan pruebas convincentes de que estas antiguas comunidades consumían bebidas fermentadas y demuestran que la cerámica desempeñaba un papel crucial en los festines y las actividades sociales”.
ARQUEOLOGÍA MOLECULAR
Oliver Craig, del BioArCh, indica que, mediante un análisis químico detallado, se ha podido determinar qué productos estaban presentes en las vasijas de cerámica de los ‘cerritos’ y cómo la gente preparaba estos alimentos: primero los calentaban, luego los almacenaban y, en ocasiones, al final los fermentaban. “Esto nos acerca un poco más a comprender el papel culinario de los distintos alimentos de las sociedades del pasado”, recalca.
Rafael Milheira, de la Universidad Federal de Pelotas, afirma que los ‘cerritos’ eran sitios tanto rituales como domésticos y que el entorno natural podría haber influido en su diseño elevado. “Estos lugares probablemente eran importantes para la gente y el hecho de elevarlos por encima de la erosión potencial de las aguas altas estacionales los habría protegido”, indica.
André Colonese, de la Universidad Autónoma de Barcelona, destaca que “este estudio refuerza el poder de la arqueología molecular para desvelar información de artefactos comunes, como las vasijas de cerámica, lo cual antes era inaccesible mediante métodos arqueológicos convencionales”.
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