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El cambio de inhaladores en pacientes con EPOC y asma tiene un costo anual de 334 millones de euros

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MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

Aproximadamente el nueve por ciento de las exacerbaciones y sus consecuencias en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el asma se deben a cambios de inhalador por motivos no clínicos, que suponen un coste económico anual de 334 millones de euros y, además, tiene un elevado impacto medioambiental, según el estudio ‘Impacto económico y ambiental del cambio de inhaladores en EPOC y asma por motivos no clínicos’, presentado en el Congreso Internacional de la European Respiratory Society (ERS).

Según el estudio, de estos 334 millones de euros que suponen la EPOC y el asma para la Atención Primaria y hospitalaria, 216 millones de euros pertenecen a la EPOC y 118 millones al asma. Asimismo, el cambio de inhaladores tiene un impacto en la huella de carbono de 20.451 CO2TEq para la EPOC y de 19.190 CO2TEq para el asma.

En este aspecto, los hallazgos apuntan que formar a los pacientes en el cambio de dispositivo costaría unos 36 millones de euros y generaría una reducción adicional de 2.618 CO2TEq en la tasa de emisiones de carbono.

Por otra parte, según las conclusiones desarrolladas, cambiar los inhaladores de los pacientes con asma y/o EPOC por razones no clínicas puede derivar en una mala adherencia al tratamiento y en el mal uso de los dispositivos, limitando los beneficios clínicos; lo que puede conllevar un aumento del riesgo de exacerbaciones y del uso de recursos sanitarios.

Este estudio tiene como objetivo analizar la importancia de una buena elección del dispositivo de inhalación y cuál es su impacto en la salud de los pacientes, en el sistema sanitario y en el medio ambiente en caso de un cambio del mismo por motivos no clínico.

Para ello, se ha desarrollado una revisión de la literatura para identificar la evidencia epidemiológica más reciente sobre el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en España, se ha estimado la carga y los costes derivados de los cambios de inhalador por motivos no clínicos en España, así como la huella de carbono de los procedimientos derivados de ambas enfermedades en toneladas métricas equivalentes de CO2 (CO2TEq).

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Uno de los autores del estudio, el doctor Joan B. Soriano, del servicio de Neumología del Hospital Universitario de la Princesa, explica que “las enfermedades respiratorias crónicas afectan con elevada frecuencia la morbilidad y mortalidad de la población, y su tratamiento también altera la salud del planeta indirectamente”.

“Nuestra investigación confirma que el cambio de inhaladores por motivos no clínicos en pacientes respiratorios, y su consecuente falta de adherencia al tratamiento, se asocia con un enorme impacto económico anual en España, estimado en 216 millones de euros para EPOC y 118 millones de euros para asma”, asegura.

Por su parte, el presidente y CEO de la Fundación HITT (Health Innovation Technology Transfer), el doctor Oriol Solà-Morales, declara que “los pacientes con enfermedades respiratorias sufren, a pesar de los mejores esfuerzos de los profesionales sanitarios, exacerbaciones de sus enfermedades, que requieren de un manejo ágil y de acuerdo con las guías de Práctica Clínica actuales”.

No obstante, el doctor Solà-Morales destaca que, no solo se debe revisar la eficacia y eficiencia de los tratamientos sobre los pacientes, sino que “se debe considerar el impacto de esos tratamientos con una mirada más amplia”.

En este sentido, los autores señalan que la elección de inhalador es clave y debe realizarse teniendo en cuenta las características clínicas y las preferencias del paciente ya que, en un entorno de práctica clínica habitual, algunos pacientes pueden tener deficiencias concretas (cognitivas, neuromusculares, gran limitación del flujo aéreo, etc.) que les pueden dificultar o impedir usar correctamente un determinado tipo de dispositivo.

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De este modo, la técnica de inhalación es también un factor importante, y está determinada por factores como la edad avanzada, el uso de múltiples dispositivos y la falta de formación sobre las técnicas de inhalación. Por ejemplo, el dispositivo de polvo seco (DPI) podría no adaptarse a todos los pacientes, especialmente a aquellos con una capacidad de inhalación limitada.

Las causas de la falta de efectividad de los inhaladores son multifactoriales: la adherencia y el mal uso del inhalador son las principales, aunque no las únicas.

La combinación de medicamentos es otro factor a tener en cuenta, puesto que no todas las combinaciones son viables o están disponibles en todos los dispositivos de inhalación para el tratamiento del asma y la EPOC.

Este estudio, en línea con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), sostiene que el cambio de inhalador por motivos no clínicos en pacientes ya tratados y bien controlados con sus inhaladores presurizados de dosis medida (pMDI) podría suponer un riesgo de deterioro de la enfermedad y/o promover una baja adhesión terapéutica, incluyendo una mala técnica de inhalación con el nuevo dispositivo.

En este sentido, debe recordarse que los inhaladores son medicamentos no sustituibles sin la autorización expresa del médico prescriptor. Por lo tanto, éstos son los únicos que pueden decidir sobre el cambio de dispositivo de manera individualizada y consensuada con el paciente.

EL IMPACTO DE LOS INHALADORES EN EL MEDIO AMBIENTE

Los actuales inhaladores pMDI contienen una sustancia denominada propelentes hidrofluorocarbonados (HFC) que contribuye al calentamiento global por ser gases de efecto invernadero. Los hidrofluorocarburos son el grupo más común de gases fluorados, los cuales empezaron a utilizarse en los años 90 para sustituir a las sustancias que agotan la capa de ozono.

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En el caso de los inhaladores, se estima que el conjunto de aerosoles médicos contribuye en un 0,0352 por ciento a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel global. En este sentido, el doctor Oriol Solà-Morales añade que “el cambio climático tan solo ha apuntado su impacto, y es posible que muchos pacientes sufran sus consecuencias de forma directa e indirecta”.

“Debemos asegurar, por tanto, que la huella medioambiental y negativa en salud y el coste por el uso de los inhaladores sea el mínimo posible y que, por tanto, se tengan en cuenta las consecuencias de los cambios indeseados de tratamiento a la hora de hacer una valoración de los mismos”, añade.

En respuesta a esta contribución, la AEMPS destaca que actualmente se encuentran en investigación nuevos propelentes menos contaminantes que podrían reducir más esta huella de carbono.

Concretamente, el Grupo Chiesi, que ha colaborado en este estudio, está trabajando en el desarrollo de un inhalador presurizado bajo en carbono que permitiría tratar las patologías respiratorias con una reducción de las emisiones del 90 por ciento y contribuiría a garantizar que los pacientes con asma y EPOC dispongan de una amplia gama de soluciones terapéuticas que se adapten a sus necesidades clínicas. Este proyecto supone una inversión de 350 millones de euros.

Las conclusiones de este estudio están alineadas con la posición de la AEMPS que afirma que el uso de dispositivos menos contaminantes es recomendable siempre que sean clínicamente adecuados y en concordancia con las preferencias de los pacientes.


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