MADRID, 12 (SERVIMEDIA)
Más de 47.000 personas murieron en Europa por las altas temperaturas en 2023, el año más cálido jamás registrado en el mundo y el segundo en Europa, lo que supone la segunda mayor carga de mortalidad relacionada con el calor en la última década, solo por detrás de 2022.
Así aparece en estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, y publicado este lunes en la revista ‘Nature Medicine’.
El equipo científico señala que la vulnerabilidad al calor de las sociedades europeas ha disminuido progresivamente a lo largo de este siglo y que, sin estos procesos de adaptación de las sociedades, la carga de mortalidad relacionada con las altas temperaturas durante el pasado año habría sido un 80% mayor.
El estudio reproduce la metodología utilizada el año pasado en otro trabajo publicado en ‘Nature Medicine’, que estimaba que el calor causó más de 60.000 muertes durante el verano de 2022.
Los autores emplearon registros de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos entre 2015 y 2019 para ajustar modelos epidemiológicos, y estimar la mortalidad relacionada con el calor en cada región europea durante 2023.
A diferencia del verano de 2022, que se caracterizó por temperaturas extremas persistentes desde mediados de julio hasta mediados de agosto, en 2023 no se registraron grandes anomalías térmicas durante las mismas semanas.
Sin embargo, dos episodios de altas temperaturas a mediados de julio y finales de agosto habrían sido responsables de más del 57% de la mortalidad global estimada, con más de 27.000 muertes.
SUR DE EUROPA
Los resultados muestran un total de 47.690 muertes estimadas el año pasado en el conjunto de los 35 países, de las cuales 47.312 se habrían producido en el periodo más caluroso del año (entre el 29 de mayo y el 1 de octubre).
Si se tiene en cuenta la población, los países con mayores tasas de mortalidad relacionada con el calor se encontraban en el sur de Europa, concretamente Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229), Italia (209), España (175), Chipre (167) y Portugal (136).
En cuanto a las cifras absolutas, Italia fue el país con más muertes estimadas (12.743), seguida de España (8.352), Alemania (6.376), Grecia (4.339), Francia (2.734) y Rumanía (2.585).
En línea con estudios anteriores, los datos muestran una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las personas mayores. Tras tener en cuenta la población, la tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% más alta en mujeres que en hombres, y un 768% en personas mayores de 80 años que en las de 65 a 79 años.
CARGA REAL
En el estudio se advierte que estas cifras pueden subestimar la carga real de mortalidad relacionada con el calor. Debido a la falta de disponibilidad de registros de mortalidad diarios y homogéneos durante 2023, los autores utilizaron recuentos semanales de muertes de Eurostat.
En un estudio reciente publicado en ‘Lancet Regional Health – Europe’, el mismo equipo mostró que el uso de datos semanales conduciría a una subestimación de la carga de mortalidad relacionada con el calor y describió una metodología para corregir este sesgo.
Teniendo esto en cuenta, los investigadores estiman que la cifra probable de muertes relacionadas con el calor en 2023 podría haber sido en realidad del orden de 58.000 muertes en los 35 países estudiados, aunque solo podría obtenerse una estimación más precisa si se pusieran a disposición de la comunidad científica bases de datos de mortalidad mejoradas.
ADAPTACIÓN SOCIAL
Uno de los objetivos del estudio era evaluar si se ha producido una disminución de la vulnerabilidad al calor en Europa, un proceso que generalmente se entiende como una adaptación al aumento de las temperaturas.
Para ello, el equipo ajustó el mismo tipo de modelo a los datos de temperatura y mortalidad de los periodos 2000-2004, 2005-2009, 2010-2014 y 2015-2019. A continuación, introdujeron las temperaturas y las cifras de mortalidad de 2023 en cada uno de los cuatro modelos para estimar el número de muertes que se habrían producido en cada periodo si las temperaturas hubieran sido tan altas como en 2023.
Utilizando este método, se calculó que si las temperaturas registradas en 2023 se hubieran producido en el periodo 2000-2004, la mortalidad estimada relacionada con el calor habría superado la cifra de 85.000 muertes, es decir, un 80% superior a la vulnerabilidad al calor en el periodo 2015-2019.
En el caso de las personas mayores de 80 años, el número de muertes se habría más que duplicado, al pasar de 1.102 a más de 2.200 muertes relacionadas con el calor.
“Nuestros resultados muestran cómo ha habido procesos de adaptación de la sociedad a las altas temperaturas durante el presente siglo, que han reducido drásticamente la vulnerabilidad al calor y la carga de mortalidad de los últimos veranos, especialmente entre las personas mayores”, señala Elisa Gallo, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
Gallo añade: “Por ejemplo, vemos que desde el año 2000, la temperatura de mínima mortalidad -la temperatura óptima con menor riesgo de mortalidad- se ha ido calentando gradualmente de media en el continente, pasando de 15 grados en 2000-2004 a 17,7 grados en 2015-2019”.
“Esto indica que somos menos vulnerables al calor de lo que éramos a principios de siglo, probablemente como resultado del progreso socioeconómico general, las mejoras en el comportamiento individual y las medidas de salud pública, como los planes de prevención del calor puestos en marcha tras el verano récord de 2003″, recalca.
Joan Ballester Claramunt, investigador principal de la beca Consolidator EARLY-ADAPT del Consejo Europeo de Investigación, destaca que, “en 2023, casi la mitad de los días superaron el umbral de 1,5°C fijado por el Acuerdo de París, y Europa se está calentando a un ritmo dos veces más rápido que la media mundial”.
“Es urgente aplicar estrategias encaminadas a reducir aún más la carga de mortalidad de los veranos más cálidos que se avecinan, junto con un seguimiento más exhaustivo de los efectos del cambio climático en las poblaciones vulnerables. Estas medidas de adaptación deben combinarse con esfuerzos de mitigación por parte de los gobiernos y la población en general para evitar alcanzar puntos de inflexión y umbrales críticos en las proyecciones de temperatura”, concluye Ballester Claramunt.
- Te recomendamos -