SANTA CRUZ DE TENERIFE, 11 (EUROPA PRESS)
El Cabildo de Tenerife, en colaboración con el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), está desarrollando un proyecto de control de plagas con flora autóctona. El consejero de Sector Primario, Valentín González, explicó que esta iniciativa -que se está desarrollando en diferentes cultivos hortícolas y tropicales- tiene como objetivo establecer una biodiversidad funcional que contribuya al control biológico de plagas agrícolas, incrementando la sostenibilidad de las explotaciones.
La Política Agraria Común (PAC) introduce los ecorregímenes como su figura más novedosa. Es un instrumento que refleja la voluntad de la ciudadanía europea, expresada a través de las instituciones y con las futuras generaciones. Valentín González señaló que estos ecorregímenes “nos permiten avanzar hacia una economía circular capaz de garantizar, simultáneamente, la rentabilidad y la sostenibilidad del sistema”.
En el caso que se impulsa desde el Cabildo, se trata de una iniciativa dedicada al ámbito agroecológico, con el establecimiento de espacios de biodiversidad en tierras de cultivo y cultivos permanentes y cuya finalidad es favorecer la biodiversidad asociada a espacios agrarios, estableciendo márgenes e islas de biodiversidad en, al menos, un 3% de la superficie.
Con estas infraestructuras ecológicas se pretende dar refugio y alimento a distintas especies, entre ellas insectos útiles, que puedan contribuir al mitigar las plagas, ejerciendo un control biológico por conservación y convirtiendo esta biodiversidad en funcional.
“En Canarias nos encontramos con la mayor biodiversidad de plantas vasculares de Europa, con un gran número de taxones de elevado interés y con unas características que las hacen muy interesantes como aliadas de los agricultores, con el fin de establecer un control biológico de las plagas por conservación”, apuntó González.
El consejero concluye que la información que se obtenga con este proyecto será transferida a los agricultores, aportando las especies autóctonas adecuadas en cada zona y cultivo, para establecer una biodiversidad funcional que contribuya al control biológico de plagas agrícolas y aumente la sostenibilidad de las explotaciones.
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