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El BCE destaca a España como uno de los países que requiere de un mayor esfuerzo fiscal para hacer frente a los desafíos a largo plazo

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MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

Las cuentas públicas de los países de la zona euro se verán presionadas por el efecto de una serie de desafíos a largo plazo, como el envejecimiento de la población, el cambio climático o el fin del ‘dividendo de la paz’, sumado a unos elevados niveles de deuda actuales, según recoge el boletín del Banco Central Europeo (BCE), que señala a España como el segundo país que mayor esfuerzo fiscal debería hacer en respuesta a estos retos.

“Cuestiones como el envejecimiento demográfico, el aumento del gasto en defensa, la digitalización y el cambio climático generarán importantes cargas fiscales en las próximas décadas”, advierte la institución en un artículo publicado este miércoles.

En este sentido, señala que si bien estos acontecimientos ya serán bastante difíciles de abordar por sí solos, hay países que países que los enfrentarán “todos simultáneamente”, por lo que considera necesario tomar medidas hoy, especialmente en aquellos países muy endeudados que enfrentan tipos de interés elevados y los riesgos asociados.

De tal modo, para el BCE las políticas económicas deberían tratar de reducir gradualmente los altos niveles de deuda pública y prepararse para el futuro, lo que también ayudaría a garantizar un entorno sólido para la conducción de la política monetaria única en eurozona.

Según las estimaciones realizadas, el ajuste fiscal que cada país del euro necesitaría implementar desde 2024 y mantener durante todo el horizonte de simulación para alcanzar una ratio de deuda pública/PIB del 60% para 2070 oscilaría entre el 0,5% estimado para Estonia y el casi 10% para Eslovaquia.

En el caso de España, este esfuerzo fiscal ascendería a alrededor del 8% del PIB, en su mayor parte debido al impacto del envejecimiento de la población, siendo el segundo mayor entre los países de la zona euro, cuyo ajuste promedio estimado rondaría el 5%.

“El ajuste fiscal necesario es grande según los estándares históricos, pero no carece de precedentes”, señala el artículo, recordando que, en el pasado, los grandes ajustes fiscales se observaron principalmente en respuesta a grandes crisis fiscales y en presencia de sobreendeudamientos importantes.

En este sentido, aunque en algunos países es posible que las presiones fiscales analizadas no se fortalezcan en el corto plazo, los autores avisan de que “no hay lugar para la complacencia”, ya que cuanto más se posponga el ajuste, mayor será el coste final del mismo.

Además, anticipan que es muy posible que surjan cargas fiscales adicionales en el medio plazo, ya que las simulaciones utilizadas en el artículo excluyen la brecha de digitalización, cuyas implicaciones a largo plazo aún son difíciles de comprender, aparte del riesgo de un gran shock fiscal que aparece de la nada, como sucedió con la pandemia de Covid-19, ni tampoco capturan el impacto de las repercusiones sociales, lo que sugiere que podría haber costes fiscales adicionales sustanciales asociados con el cambio climático.

Sin embargo, por el lado positivo, la simulación puede subestimar los posibles efectos económicos secundarios positivos del aumento del gasto público, como el gasto en digitalización, así como del impacto macroeconómico del mayor gasto en defensa.

IMPACTO ACUMULADO.

Según las estimaciones realizadas, lograr una relación deuda pública/PIB del 60% para 2070 con respecto a los niveles actuales requeriría que los gobiernos de la zona euro aumentaran “inmediata y permanentemente” sus saldos primarios en un 2% del PIB en promedio.

Dieciséis de los veinte países de la zona del euro necesitarían ajustes fiscales “sólo para mantener sus niveles actuales de deuda”, con un ahorro promedio necesario del 1,4% del PIB, mientras que ir más allá y reducir la deuda al 60% del PIB requeriría, en promedio, esfuerzos adicionales por un total del 0,6% del PIB en la zona del euro, siendo los países muy endeudados los que tienen las mayores necesidades de ajuste.

Además, los desafíos adicionales señalados, excluyendo la digitalización, podrían ampliar el déficit fiscal promedio de la eurozona en aproximadamente un 3% más del PIB.

De esos retos, se espera que el envejecimiento demográfico resulte en la mayor carga fiscal en las próximas cinco décadas, lo que podría requerir un gasto adicional de hasta el 4% del PIB para algunos países y del 1,2% para la zona euro en promedio.

En cuanto al objetivo de la OTAN sobre gasto en defensa, cuatro de los miembros de la Alianza en la zona euro ya están gastando la cantidad prevista del 2% del PIB, mientras que los otros 12 enfrentan cargas adicionales de hasta el 1% del PIB, lo que resultaría en una carga promedio del 0,5% del PIB a nivel de eurozona.

En el caso del cambio climático, suponiendo un escenario de “cero emisiones netas para 2050” que limite el calentamiento global a 1,5°C, la simulación estima un aumento de costes promedio de 1,1% del PIB a nivel del conjunto de la eurozona.


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