MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
El Banco de España descarta que España se pueda ver expuesta a riesgos de desabastecimiento de gas natural este invierno, así como durante el del año 2023 a 2024, aunque se produzca un escenario severo con temperaturas muy bajas y sin que se cumplan los objetivos de reducción de consumo impuestos por la Comisión Europea.
Así lo sostiene el organismo supervisor en un artículo que forma parte de su boletín trimestral que ha sido publicado este martes, en el que analiza la evolución de los inventarios de gas natural de los distintos países europeos en dos escenarios.
El escenario benigno presupone una demanda de gas natural contenida gracias a condiciones climatológicas favorables y a la consecución de los objetivos de la Comisión Europea, y la materialización de los proyectos anunciados de regasificación y de producción. En este escenario, solo podrían tener problemas Bélgica y Bulgaria.
Además, solo Bulgaria mantendría ese riesgo para el invierno de 2023-2024 —dado que Bélgica tendría la posibilidad de expandir su capacidad de importación de GNL en 2023.
En el escenario adverso, el consumo es mayor debido a los dos inviernos fríos y a una caída del consumo de la mitad de la observada hasta la actualidad. En este escenario, los proyectos de oferta se retrasan seis meses.
Con ello, durante este invierno el riesgo sería más acentuado en Bulgaria y Bélgica, pero no afectaría a más economías.
Sin embargo, en el invierno de 2023-2024, no solo estos países deberían enfrentarse a un riesgo de desabastecimiento, sino también Rumanía y Polonia, y el área compuesta por Alemania, Austria y Dinamarca.
Por ello, el informe concluye que “a pesar de que, hasta el momento, la capacidad de respuesta de las economías europeas a la crisis energética ha sido encomiable, aún persiste una considerable incertidumbre acerca de en qué medida estará plenamente garantizado el abastecimiento de gas en la UE, no solo en el invierno 2022-2023, sino también en el invierno 2023-2024”.
Entre otros factores, explica que dependerá de cómo se adapte la demanda europea de energía en los próximos trimestres, de la capacidad para acceder a nuevas fuentes de suministro, de la meteorología y del grado de solidaridad entre los distintos países de la UE.
En este sentido, señala que “aunque la crisis energética actual es una perturbación común para toda la UE, su impacto es profundamente asimétrico entre los distintos Estados miembros”.
Además, advierte de que la capacidad para mitigar estas asimetrías en el corto plazo es relativamente limitada, dado el reducido nivel de interconexiones que existen en la actualidad entre los distintos mercados energéticos europeos.
En concreto, señala que países como España, que presentan una considerable capacidad desgasificadora y una reducida exposición a los flujos de gas ruso, disponen de un margen muy limitado para exportar gas a otros países centroeuropeos, como Alemania.
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