Europa queda expuesta a riesgos de coerción económica con implicaciones para su autonomía estratégica
MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
La falta de soluciones de pago digitales paneuropeas y la dependencia europea de proveedores extranjeros “ha alcanzado niveles alarmantes”, según el economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, para quien esta situación deja a Europa expuesta a “riesgos de presión y coerción económica” ante los que el euro digital supone una solución prometedora para contrarrestarlos y garantizar que la eurozona mantenga el control sobre su futuro financiero.
En una conferencia pronunciada este jueves, el economista irlandés ha señalado que firmas estadounidenses como Visa y Mastercard procesan actualmente el 65% de los pagos con tarjeta en la zona euro y, en trece de los veinte países del área, los sistemas nacionales de tarjetas han sido reemplazados completamente por estas alternativas, mientras que los pagos mediante apps, dominados por empresas tecnológicas no europeas (como Apple Pay, Google Pay y PayPal), suponen ya casi la décima parte de las transacciones minoristas y muestran un crecimiento anual de dos dígitos.
De este modo, al depender de tarjetas, aplicaciones o monedas estables internacionales, la eurozona externaliza su infraestructura de pago y se expone a cambios en las condiciones de uso o a amenazas de retirada del servicio, unos riesgos que podrían verse agravados por el creciente dominio de empresas tecnológicas extranjeras y el aumento de la tenencia de monedas estables en moneda extranjera, dado que el 99% de este mercado está vinculado al dólar.
“Esta dependencia expone a Europa a riesgos de presión y coerción económica y tiene implicaciones para nuestra autonomía estratégica, limitando nuestra capacidad para controlar aspectos críticos de nuestra infraestructura financiera”, ha subrayado Lane.
Asimismo, el economista jefe del BCE ha indicado que la creciente prevalencia de la “dolarización digital” socavaría la soberanía monetaria de la eurozona al comprometer la capacidad de controlar la unidad de cuenta dentro de su jurisdicción, por lo que la moneda nacional correría el riesgo de perder su estatus dominante para expresar precios y liquidar transacciones.
De tal modo, a medida que disminuyese la proporción de transacciones liquidadas en moneda nacional, la capacidad del banco central para implementar una política monetaria eficaz y mantener la estabilidad de precios se vería también significativamente afectada.
“Para la zona euro, la erosión de la soberanía monetaria también tendría un significado simbólico histórico, ya que afectaría al euro como símbolo de la identidad europea y a la percepción de cohesión de todo el sistema monetario”, ha añadido.
En su opinión, el euro digital es una solución prometedora “para contrarrestar estos riesgos” y garantizar que la zona euro mantenga el control sobre su futuro financiero, puesto que proporcionaría una opción de pago digital segura y universalmente aceptada bajo la gobernanza europea, reduciendo la dependencia de proveedores extranjeros.
Desde una perspectiva estratégica, el euro digital reduciría el riesgo de que las monedas estables (stablecoins) en moneda nacional adquieran una cuota de mercado significativa en el sistema de pagos nacional, lo que sería muy disruptivo para el sistema bancario y la intermediación crediticia.
Asimismo, la disponibilidad del euro digital también limitaría la probabilidad de que las monedas estables en moneda extranjera se afiancen como medio de intercambio en la eurozona, aunque estos riesgos podrían aumentar por el poder de las externalidades de red si se retrasara el lanzamiento de un euro digital.
Por otra parte, para el ejecutivo del BCE el euro digital presenta una oportunidad única para superar la persistente fragmentación de los sistemas de pagos minoristas en la eurozona, que ha provocado una escasez de opciones de pago paneuropeas y crea barreras para clientes y empresas que realizan transacciones transfronterizas dentro de la eurozona.
En este sentido, Lane ha defendido que al imponer la aceptación del euro digital se pueden crear “efectos de red instantáneos” que unifiquen el fragmentado mercado europeo, además de facilitar a los proveedores de pagos privados innovar, a la vez que se benefician de las economías de escala, reduciendo en última instancia los costes tanto para consumidores como para empresas.
“El euro digital no sólo busca asegurar que nuestro sistema monetario se adapte a la era digital. Busca garantizar que Europa controle su destino monetario y financiero, en un contexto de creciente fragmentación geopolítica”, ha apostillado Lane.
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