MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
El desarrollo actual de terapias mínimamente invasivas mediante control ecográfico ha revolucionado el diagnóstico, el seguimiento y el tratamiento del cáncer de tiroides, según los especialistas de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).
Tal y como explican, la ecografía ha supuesto un cambio de paradigma en el manejo de la patología nodular de tiroides, teniendo el radiólogo un papel fundamental en el diagnóstico y tratamiento de las lesiones tumorales, aunque es “imprescindible” el tratamiento multidisciplinar, participando varias especialidades médicas que proporcionan un abordaje completo.
“Tanto el conocimiento de los patrones ecográficos, como la posibilidad de obtener muestras citológicas y el desarrollo actual de terapias mínimamente invasivas mediante control ecográfico sin duda ha supuesto un gran cambio en la patología nodular del tiroides”, ha apuntado Jesús Aldea Martinez, radiólogo especialista de la SERAM y jefe del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario de Burgos.
El nódulo tiroideo es una patología muy frecuente en la práctica clínica diaria y la prevalencia es muy alta, considerando que un 10 por ciento de la población desarrollará un nódulo tiroideo, aunque solo entre el 5-6,5 por ciento son malignos. Esta prevalencia aumenta linealmente con la edad, con la exposición a radiaciones ionizantes y con el déficit de yodo.
Según el doctor Aldea, “el principal reto diagnóstico ante un nódulo tiroideo es discernir su benignidad o malignidad de forma segura y rentable”.
También hay que tener en cuenta que la existencia de metástasis ganglionares está presente hasta en un 30 por ciento, pero aparentemente no parece que aumente el riesgo de mortalidad, sin embargo, sí el de recurrencia.
“La principal indicación de tratamiento tanto del cáncer primario tiroideo, como de las adenopatías asociadas al momento del diagnóstico, y de la recurrencia local y adenopática, sigue siendo la resección quirúrgica. Aunque los tratamientos ablativos tienen un importante papel complementario a la cirugía, ya que se pueden utilizar para reducir el tamaño tumoral en cánceres en los que la cirugía no haya podido ser completa o para el tratamiento de la recidiva adenopática”, ha comentado el doctor Aldea.
Además, los tratamientos ablativos tienen ventajas sobre la cirugía: las complicaciones son menores que en el acto quirúrgico, no necesita anestesia general (se suele realizar con sedación), no es necesario el ingreso hospitalario, y el gasto por proceso es menor. También se trata de una técnica a considerar en pacientes en los que se niegan al acto quirúrgico o tienen patologías cardiovasculares que contraindican la cirugía.
Cuando se utilizan tratamientos ablativos en el cáncer recurrente de tiroides, la posibilidad de presentar complicaciones aumenta ligeramente respecto al tratamiento percutáneo de los nódulos benignos. Entre las posibles complicaciones, están la afectación del nervio recurrente, nervio simpático, o cicatrices en la piel.
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