MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
Las actividades humanas están detrás del 59,5% de las aves muertas o heridas por causas no naturales que llegan a centros de recuperación de fauna en España, sobre todo debido a la colisión contra tendidos eléctricos y la captura ilegal.
Esa es la principal conclusión de un informe realizado por SEO/BirdLife en el marco del proyecto LIFE Guardianes de la Naturaleza y que analiza 272.655 registros de ingresos de aves en centros de recuperación de fauna de todas las comunidades autónomas entre 2008 y 2018.
Los datos examinados, dados a conocer este lunes, responden a las aves muertas o heridas que encuentran ciudadanos particulares o las autoridades que trabajan en el campo, como los miembros del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) o los agentes forestales y de medio ambiente de las comunidades autónomas.
Por tanto, estos registros reflejan una parte pequeña de la mortalidad o impacto real, pero permiten, aplicando una modelización matemática, realizar una estima más realista de aves muertas o heridas por causas no naturales en España.
Las colisiones con tendidos eléctricos suponen la principal causa de muerte no natural de aves en España, con casi un 40% del total de casos analizados, por delante de la captura ilegal de ejemplares para su cría en cautividad (más de un 20%).
Otras causas significativas son la electrocución y el atropello (ambas con cerca de un 8%), los envenenamientos e intoxicaciones y la colisión con aerogeneradores (alrededor de un 5%), y los disparos ilegales perpetrados por furtivos (más de un 3%).
“Incluso tomando como referencia la cuota baja de la horquilla, la cifra impresiona: cada año, las infraestructuras que instalamos en el medio natural y las actividades que desarrollamos en el campo, algunas de ellas prohibidas por la ley, están detrás de las heridas o muerte de al menos 25 millones de aves”, indicó Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.
Ruiz indicó que, “en muchos casos, se trata de cuestiones subsanables, como es el caso de las colisiones o la electrocución en tendidos eléctricos”. “Mejorar la protección de la biodiversidad está al alcance de nuestra mano: de las administraciones, de las empresas y sectores y de todos nosotros, cuando salimos al campo o aprovechamos los recursos naturales”, añadió.
PROTEGIDAS Y AMENAZADAS
Las especies protegidas y amenazadas son que mayoritariamente ingresan en los centros de recuperación de fauna. Un 22,7% de las especies registradas (concretamente, 77) están incluidas dentro de las categorías de mayor riesgo de extinción en el Libro Rojo de las Aves de España, que recopila la última información sobre el grado de amenaza de cada especie.
Atendiendo a la protección legal, las especies afectadas también son mayoría. En concreto, el 64,8% de los registros corresponden a taxones incluidos en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) y un 6,8%, a especies que las administraciones públicas consideran oficialmente amenazadas y, por tanto, incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (CEEA).
De ellas, una de las que más registros acumula es el Ave del Año 2023, el aguilucho cenizo, pero también se han identificado ingresos de águila imperial, milano real o el arao común.
“Para conocer el orden de magnitud de cada una de las causas de ingreso y, por tanto, de las diferentes amenazas que están afectando a las poblaciones de aves, hemos tenido en cuenta cuestiones como el tamaño poblacional relativo de las diferentes especies, sus áreas de distribución, y lo que es más importante las tasas de desaparición de cadáveres en el medio natural y las tasas de detección de los individuos”, recalcó Nicolás López-Jiménez, uno de los autores del informe y responsable de Especies en SEO/BirdLife.
CERNÍCALO VULGAR
Según el grado de amenaza del Libro Rojo, destacan las cifras de cernícalo vulgar (en peligro), que presenta una tasa de más de 1.000 registros anuales, lo que en parte podría ayudar a entender el grave declive sufrido por esta especie durante los últimos años.
Por encima de 100 registros al año aparecen dos especies incluidas en el Libro Rojo como en peligro (pardela cenicienta mediterránea y milano real) y cuatro especies catalogadas como vulnerables.
Entre 10 y 100 registros anuales figuran una especie en peligro crítico (arao común), siete en peligro (águila imperial ibérica, martín pescador común, alcotán europeo, grajilla occidental, codorniz común, petrel de Bulwer y aguilucho pálido) y 10 vulnerables.
Entre 1 y 10 registros al año se cuentan nueve especies en peligro crítico, 15 en peligro y 10 vulnerables. Por debajo de un registro anual figuran cinco especies catalogadas como en peligro crítico, seis en peligro y otras seis vulnerables.
¿CUÁNTAS Y QUÉ ESPECIES?
Por otra parte, un total de 348 especies han ingresado en 10 años en los centros de recuperación de fauna por causas humanas. La lista está encabezada por el jilguero europeo (11.732 registros), seguido del cernícalo vulgar (10.167), el busardo ratonero (8.608), el buitre leonado (7.426), gaviota patiamarilla (7.196), el vencejo común (6.266) y el búho real (6.215).
Dependiendo de variables como su fenología o el interés comercial que despierta la especie, entre otros, hay causas no naturales que afectan más a unas especies que otras. Así, para 34 de las especies con más registros la principal causa de ingreso son las lesiones compatibles con una colisión contra una línea eléctrica. Entre ellas, resaltan el cernícalo vulgar, el vencejo común, el búho real, la gaviota patiamarilla o la cigüeña blanca.
Para otras ocho (jilguero europeo, verderón común, pardillo común, pinzón vulgar, cuervo grande, serín verdecillo, zorzal común y petirrojo europeo), el principal factor es la captura ilegal.
Las electrocuciones afectan especialmente al búho real, la culebrera europea y águila real. Para el milano real y la gaviota reidora, destacan el envenenamiento o la intoxicación.
Los aerogeneradores, por su parte, son el principal peligro no natural para los buitres leonados y los atropellos, principalmente con maquinaria agrícola, representan la principal causa para el aguilucho cenizo.
Hay un factor añadido: la contaminación lumínica, que es la principal causa de muerte no natural de una especie amenazada: la pardela cenicienta mediterránea.
¿CUÁNDO?
Respecto a la evolución mensual de los datos a lo largo del año, se observa un incremento de los ingresos en el periodo estival (entre junio y agosto), que se puede deber a tres factores: la mayor presencia de público en el medio natural, que deriva en un mayor número de hallazgos casuales; la presencia de ejemplares juveniles y pollos volantones, más proclives a sufrir accidentes; y la apertura de la media veda, que puede estar en el origen de muchos ingresos por disparo.
En cuanto a la fluctuación de los ingresos en los centros de recuperación de fauna, los resultados presentan importantes cambios, con aumentos en los periodos 2008-2011 y 2014-2016, y descensos en los restantes. En conjunto, los registros anuales se han incrementado un 66,4% entre 2008 y 2018.
“Este estudio es un documento de referencia para guiar las actuaciones de las distintas entidades encargadas de la conservación de aves, así como para establecer y priorizar las medidas necesarias para impedir la muerte de millones de ejemplares de avifauna todos los años debido a actividades humanas”, concluyó David de la Bodega, responsable del Programa Legal de SEO/BirdLife.
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